El freestyle femenino avanza en la escena local
"Lo importante de esta cultura es moverse", dice Taty Santa Ana y desliza en la frase un atisbo de su filosofía de vida. Tiene 21 años y hace ocho organiza y promueve batallas de freestyle: este año unió su conocimiento práctico y su ideología para crear la Federación Femenina de Freestyle o Triple F, la primera liga profesional con perspectiva de género de Latinoamérica. En un contexto histórico en el que la deconstrucción gana territorios, este espacio es fundamental para que las chicas que improvisan se profesionalicen, se empoderen y accedan a las herramientas e instancias que no pueden hallar en las competencias mixtas que no paran de copar el mainstream. Batalla de Gallos, God Level o FMS pusieron a los mejores del género de la escena local a medirse con los más grandes del habla hispana pero la representación femenina aún es mínima: Batalla de Gallos tuvo dos finalistas, Roma y NTC; Roma quedó en cuarto puesto. "A la cultura del hip hop, Triple F le abrió el panorama, logró que las pibas se motiven solas, que sepan que se puede competir entrenando", cuenta.
Criada en Villa del Parque, Taty inició su camino como una niña intrépida pasando tardes enteras en la plaza principal del barrio, patinando, mirando palomas o jugando al fútbol con los amigos de su hermano mayor. Fue ahí, en la Plaza Aristóbulo del Valle, en donde descubrió que podía incursionar en el freestyle y fue allí mismo donde después de pasar por los epicentros de la movida más importantes de la Capital Federal (las competencias "El Quinto Escalón" en Parque Rivadavia o "Las Vegas" en Belgrano), organizó su primera competencia y empezó a descubrir cuál era el rol en el que se sentía más cómoda, su verdadera pasión.
Cuando la convocaron para ser productora de Las Vegas, Taty, que ahora estudia Gestión Artística y Cultural en la Universidad de Tres de Febrero, recordó que siempre sintió la necesidad de organizar: cuando tenía solo siete años le armó una fiesta de cumpleaños sorpresa a su mamá. "Al principio lo tomaba como un hobby hasta que en 2015 el género se empezó a masificar: todos escuchaban freestyle, hablaban de las competencias, mis amigos de repente se hicieron famosos; y ahí pensé: ‘O nos lo tomamos en serio o nos quedamos en el tiempo’", rememora.
Durante aquel año, el país comenzó a transitar una revolución femenina que luego tendría sus efectos en la cultura del freestyle, en la que el machismo se siente en lo que respecta al cupo pero sobre todo en las rimas: "Si bien hace cuatro años empezó este movimiento tan fuerte con el Ni una menos y nos empezamos a concientizar, en el freestyle recién se empezó a ver hace dos años. Hasta este momento no había ni 10 por ciento de pibas en la movida. Es una cuestión numérica que se tiene que revertir", reflexiona Taty, que se convirtió en una pieza fundamental en el camino hacia la mayor visibilización de las chicas que improvisan, el canal necesario para ayudarlas a reforzar su empoderamiento. En octubre, cuando Roma (de 17 años) se enfrentó a Dozer (campeón nacional 2018) en cuartos de final de Batalla de Gallos, su postura con respecto a la legalización del aborto quedó expuesta en un acote que fue el más festejado de la jornada: "No sabe que decir, aguante la maternidad, pero es deseada o no será".
Sin embargo, Triple F – que tuvo su final este domingo en el Centro Cultural Recoleta- no surge ante la necesidad de armar una competencia femenina ni feminista sino con el objetivo de profesionalizar e impulsar a las pibas. Taty sostiene: "Yo no estoy a favor de las competencias femeninas en plazas, no le encuentro el sentido a poner una competencia mixta al lado de una femenina porque eso profundiza la brecha: para mí todos somos iguales. Pero Triple F no es una competencia normal, es una competencia de alto rendimiento a la que armamos con fundamentos, argumentando cada uno de los formatos, el por qué de cada round: por ejemplo, el round de escritas es para que las pibas puedan trabajar en las estructuras de las rimas, o las temáticas para que puedan situarse en un contexto o concepto, etc".
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Además de la principal impulsora –junto a Fosh, organizador de otras tantas competencias- Taty es anfitriona y presentadora de las batallas de Triple F. En el futuro, le gustaría federalizar la liga y ya está trabajando en la posibilidad de que se lleve adelante en otros países de Latinoamérica. "Que cada evento sea mejor que el anterior" es su objetivo. La misión, el gran anhelo de Taty es quizás menos ambicioso pero tanto más gratificante. "Generar espacios, cumplir sueños, ayudar, acompañar y provocar felicidad: ser el impulso necesario para que todas sepan que puedan llegar adonde quieran sin ningún tipo de techo", detalla y remata: "Lo más lindo de mi trabajo es ver las sonrisas de las pibas".
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