El FIFA Gate, en una serie de Armando Bó
La historia se va contando entre distintos personajes, pero es una voz muy particular la que nos introduce al principio en todo el asunto. La voz de un personaje que ya no está, el relato de un muerto; un truco narrativo que a los más cinéfilos los remitirá a El ocaso de una vida (Sunset Blvd, 1950), superclásico de Billy Wilder. No conviene decir cuál es esa figura central para no restarle suspenso a quien decida adentrarse en El Presidente, la serie de ocho episodios sobre el FIFA Gate comandada por Armando Bó –acaba de ser estrenada en Amazon Prime Video–, pero sí puede contarse que el hecho de que ya no se encuentre en el reino de los vivos le otorga a este narrador perspectiva, distancia y, por encima de todo, la libertad para decir lo que quiera sobre un universo complejo, violento y a veces sórdido. Libertad e impunidad, si cabe.
Y lo que dice este personaje al principio de El Presidente funciona como un compendio de sentencias sobre el mundo del fútbol y la política, sobre los negocios que no es tanto que rodean al deporte como que constituyen su verdadero centro, su núcleo más, o menos, putrefacto. Declaraciones desde el más allá sobre qué espacio ocupan los jugadores y los dirigentes en esta cancha tan embarrada. Cosas tales como: "La esencia son ellos (los jugadores); nosotros somos los dueños". O como: "Acá (en América Latina) ser presidente de una asociación futbolística vale tanto como ser presidente de la república".
"Yo soy fanático del fútbol, pero cuando te alejás un poco lo ves raro, te preguntás cómo puede ser que pase todo esto", le dice a LA NACION revista Armando Bó, el showrunner –guionista, coproductor, director del primer episodio y supervisor de toda la serie– de El Presidente. Lo cuenta a mediante la aplicación Zoom, en plena cuarentena. "Por suerte estoy acá en el país –dice–, y en algún punto todo se revaloriza. Es la primera vez que hacemos un lanzamiento desde casa, en esta situación. Es muy loco".
El FIFA Gate es (el caso sigue abierto) el escándalo por sobornos, fraude y lavado de dinero en que se ve acusada la máxima entidad internacional del fútbol. El caso estalló en 2015, cuando una investigación que conducía el FBI dio lugar a una operación en un hotel de Zurich, Suiza. Siete altos funcionarios fueron arrestados cuando se aprestaban a asistir al 65° Congreso de la FIFA, cuya agenda incluía la elección del presidente de la entidad. El escándalo se cobró famosamente los puestos de varios personajes poderosos, como el del presidente de la Conmebol, Juan Ángel Napout, pero también los de otros menos recordados, como Sergio Jadue, quien estaba entre los acusados cuando era presidente de la federación de fútbol chilena (ANFP).
Es con esta opaca figura que arranca El Presidente, que lo retrata a Jadue al principio como un sujeto tibio, lleno de contradicciones e inseguridades, que pasa de presidir un pequeño club de Chile a volverse un jugador central en una trama de cientos de millones de dólares. Es decir, un jugador secundario que de pronto se vio ubicado en una posición de poder insospechada y, más inesperadamente aun, supo apropiarse de ese espacio. "En este ambiente, lo mejor que te puede pasar es que te subestimen, que no te vean venir", se escucha en el primer episodio, y así despega el arco narrativo de Jadue, al decir del guion, "el presidente con menos poder en la historia del fútbol".
Más extremo que cualquier ficción
"Es la primera vez que trabajo con un caso real y traté de tomarlo con libertad", dice Armando Bó. "Cuando me acercaron la idea de hacer una serie sobre el FIFA Gate, mi primera sensación fue que no podía tratarse únicamente sobre los hechos reales. Que, viniendo de nosotros, de nuestro ADN; de cómo se maneja el fútbol en Argentina y América Latina, de cómo se llevan las cosas relacionadas con la corrupción en nuestras sociedades, tenía que tener necesariamente un toque de parodia, de delirio, ser un verdadero entretenimiento, porque en algún punto estas situaciones reales están constantemente superando a la ficción. Si nos poníamos formales y realistas y nos quedábamos con los hechos, no íbamos a estar contando la realidad del todo. En la realidad hay una libertad, en la manera en que se manejan estos negocios, en cómo se creó esta industria; una impunidad, que solo se puede narrar con ironía y cinismo. Necesitábamos recurrir a la misma libertad con la que se mueven los protagonistas de este negocio para poder representar lo extremo que es el mundo del fútbol y del dinero. Para igualar los hechos reales debíamos ser muy osados, subir la intensidad de las ideas, aumentar el nivel de delirio y el sentido del humor para estar a la altura de estos mitos urbanos que venimos escuchando desde hace mucho".
Armando Bó es, claro, el nieto de Armando Bo –el actor de más de medio centenar de películas y director de una treintena, casi todas ellas los clásicos de culto de Isabel La Coca Sarli–, e hijo del actor Víctor Bo. Como director lleva estrenadas dos películas, El último Elvis y Animal, pero dos de sus participaciones más reconocidas en el cine tienen que ver con su trabajo como coguionista de Alejandro González Iñárritu, en Biutiful y Birdman. Por esta última película, él, Iñárritu y Nicolás Giacobone ganaron un Oscar a Mejor Guion. Después de una década vertiginosa, es la primera vez que hace "algo así, con el mundo latinoamericano. La música paraguaya que incluimos tiene una pequeña conexión con la historia de mi abuelo (que filmó El trueno entre las hojas, de Roa Bastos, y La burrerita de Ypacaraí), pero además está esto de permitirse reírnos de nuestra esencia corrupta, de cómo se manejan las cosas en el Tercer Mundo, y en la FIFA".
Protagonizada por el colombiano Andrés Parra –quien se hizo famoso por interpretar a Pablo Escobar en la serie El patrón del mal–, El Presidente es la primera serie original de Amazon Prime y Gaumont (productores de Narcos) para América Latina.
¿Cuál fue el origen del proyecto?
La idea vino del lado de Gaumont, Fabula y Kapow, que son las productoras de la serie junto con Amazon. Se acercaron a mí con este tema y empezamos a desarrollarlo. Cuando nos hablaron del FIFA Gate a todos en el equipo nos tentó el tema. Después de El último Elvis, Biutiful, quería hacer algo más comercial, pero que a la vez no fuera una película de superhéroes; que se pudiera jugar con el humor y la ironía.
¿Qué sabías del FIFA Gate antes de hacer la serie?
Yo soy muy futbolero, pero cuando empezamos el proyecto no conocía mucho la historia de Jadue. Cuando empezás a investigarlo te enterás de que era totalmente improvisado, que no tenía la preparación formal necesaria para llevar adelante un proyecto tan importante como el de dirigir la federación chilena. Buscamos puntualizar que se trata de una historia basada en casos reales, pero que lo interesante era jugar con el tema, con el delirio con el que se maneja este mundo. El tema de la corrupción es divertido y triste al mismo tiempo, extremo y exuberante. De ninguna manera íbamos a hacer un documental: queríamos hacer algo más bien rockero. Se podrían hacer muchos spin offs con las historias que encontramos. Elegimos la historia de este antihéroe, y al ver la serie completa uno se encuentra con que hay algo de esta joda que es espectacular y que no se termina. La historia de Jadue, que no tiene otro talento que el de ser pícaro, rápido, representa totalmente la ironía con que queríamos narrar la serie.
En el lugar indicado
El que, muy por el contrario –y hablando de extremos– se declara "cero futbolero" es Andrés Parra, quien también conversó con LA NACION revista desde su casa en Bogotá, donde lo encontraron la pandemia y la cuarentena. "Afortunadamente esta situación me encontró con mi esposa y los dos hijos; así que ahí la llevamos".
Un tiempo atrás, Parra dijo: "Yo ya no era Andrés, sino Pablo Escobar". La experiencia de hacer del jefe narco durante varias temporadas de la serie El patrón del mal le dio fama internacional, pero también lo dejó agotado y con cierto miedo a quedar encasillado, a punto tal que rechazó una propuesta de muchos cientos de miles de dólares por volver a interpretar a un líder narco en una serie estadounidense. Ahora se calza los zapatos de Sergio Jadue en El Presidente, personaje real –como Escobar y como Hugo Chávez, a quien encarnó en El comandante, pero de un perfil más bajo: aunque el FIFA Gate puso su nombre en los medios de todo el mundo, Parra confiesa que hasta que le ofrecieron este papel, no tenía idea de quién era Jadue. "Ni la menor idea –dice–. No sé nada de fútbol, creo que mis hermanos fueron tan aficionados que me crearon un trauma; no me gusta, no sabía ni qué era la Conmebol. Sé lo mínimo, algo sobre el Mundial. Pero afortunadamente encontré algunas investigaciones periodísticas muy serias con respecto a este fenómeno en Chile, a este personaje, a la dirigencia, y un libro lleva a otro y a una crónica o a una entrevista y de repente ya aparece la cara del personaje, su voz y demás".
¿Tuviste alguna referencia en la ficción, un modelo para el recorrido de tu personaje?
Creo que es algo que le suele pasar mucho al ser humano, personajes que tienen la virtud o la suerte de estar en el lugar indicado en el momento indicado. En ese sentido, Jadue es como muchos personajes de la política y creo que es la casualidad la que convierte al personaje en esta tragicomedia.
Más que fútbol
Hoy hablar de fútbol es por supuesto hablar de política y de negocios. La serie arranca con una declaración significativa: un personaje diciendo que ser presidente de una asociación futbolística es como ser el presidente de la república...
Armando Bó: Bueno, es un poco lo que decía antes: parte de la ironía y del humor tiene que ver con jugar con el tema. No quiero espoilear, pero el hecho de que este personaje que cuenta la historia esté muerto le permite hacerlo con una libertad total, de una manera diferente: te atrapa y al mismo tiempo te divierte con la incorrección propia de este mundo: del fútbol, de la política. El fútbol es utilizado como una herramienta para tapar problemas, para entretener a la gente y para que no se hable de algunas cosas importantes. Soy un conocedor del fútbol y un admirador de Messi y de Bochini, y sé que ese fanatismo bien usado puede un negocio genial.
También se dice al principio del primer capítulo: los jugadores son los que sostienen el fútbol, pero nosotros somos los dueños.
Está todo cimentado en eso. Cuando tenés la suerte de manejar una estrella, tenés el poder, y Don Julio Grondona, por ejemplo, tuvo la suerte de manejar a Maradona y a Messi; así que tuvo lo que todo el mundo quiere ver. Y es verdad que cuando aparece un gran jugador, hay que explotarlo como un pozo de petróleo: sacarle y sacarle y sacarle. Tiene que ver con cómo creció el negocio desde los 70, cuando empezó a pasar de un deporte amateur a uno profesional con todas sus superestrellas, y los dirigentes atrás haciendo muchos negocios, a veces legales y otras ilegales. Son historias increíbles.
La vara alta del Oscar
Durante las entrevistas por el estreno de su segundo largo como director, Animal –el thriller dramático protagonizado por Guillermo Francella y Carla Peterson–, Armando dijo que si bien ganar un Oscar abre puertas, también puede condicionar e imponer una enorme presión. "Te pone una vara alta: si alguna vez ganaste un Oscar, deberías mantenerte en un nivel de cosas relevantes, diferentes, cada cosa que hacés tiene que tener algo para decir –continúa Armando por Zoom–. Tenés que tratar de hacer algo nuevo con cada proyecto. No podés tener una única manera de ver las cosas, tenés que adaptar tu ojo a cada tipo de historia. De algún modo, es una autopresión extra; una responsabilidad. En ese sentido, El Presidente implicaba dar un paso hacia algo menos indie, más comercial, como es el fútbol, que por supuesto nunca es una sola cosa, que significa mucho más.
Siendo nuevo en el mundo de las series, ¿cómo te encontraste en relación a tus trabajos anteriores?
Es difícil; hay que tomar una gran cantidad de pequeñas decisiones, cosas pequeñas y gigantes, que van desde el guion hasta completar la serie. Está todo el tiempo yéndose todo a la mierda; es un desafío hacer que la serie avance y que se mantenga una lógica, que los distintos episodios tengan una misma propuesta visual. Había que crear ocho horas de contenidos; esta explosión de las series te exige la calidad del cine y el ritmo de la producción televisiva. Es un desafío que estoy muy orgulloso de haber llevado como showrunner y productor. Yo había trabajado en películas y en comerciales, pero esto no lo había hecho, y hoy las series están en un momento de ebullición. Esto me servía para dar mis propios pasos en el mundo del entretenimiento, ahora que estoy por abrir una productora [se presentó días después de esta entrevista, About Entertainment, su productora de contenidos digitales].
Al respecto, aunque sin la misma carga de responsabilidad sobre el resultado final, Parra agrega, en la misma línea pero con optimismo, que se volvió "un actor de series". "Justo este año cumplía diez sin hacer teatro, y teníamos todo listo para hacer una obra y llegó el coronavirus y quedó todo frenado, y será muy difícil volver a encontrar el hueco. Así que me he vuelto más de series y me parece maravilloso: estamos en un momento, con las plataformas de streaming, con series como las que hace Amazon, en que siento que los actores somos unos privilegiados. Recuerdo la frase de un amigo: ‘La televisión, el arte que nunca fue’, refiriéndose a que lo que importó siempre fueron el teatro y el cine, y la tevé era donde no pasaba nada. Esto en los cinco últimos años se transformó increíblemente, y es muy bueno poder ser parte. Las plataformas también han entendido que pueden incluir actores de toda la región para hacer proyectos contundentes como este, absolutamente internacionales y no solo para públicos latinos; porque una serie como esta, con un tema de interés mundial, no tendría ningún problema para entrar al mercado americano cuando al público de Estados Unidos apenas se le quite un poco la reserva esa que tienen allí para leer subtítulos".
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