El Festival de Montreal le exige muy poco al cine
Premios: en una tibia muestra, el español Carlos Saura fue distinguido como mejor director, junto al japonés Ichikawa.
MONTREAL (La Vanguardia).- El cine español, que competía en la 21a. edición del Festival des Films du Monde, de Montreal, con dos películas _"La herida luminosa", de José Luis Garci, y "Pajarico", de Carlos Saura_, no se ha venido del certamen canadiense con las manos vacías, ya que el jurado internacional _presidido por Jacqueline Bisset_ ha concedido a Carlos Saura uno de los premios más importantes: el de mejor director, aunque se lo ha dado "ex aequo" con el japonés Jun Ichikawa, artífice de "La balada de Tokio".
"Pajarico" es una película diferente de las que ha realizado el cineasta aragonés en los últimos años: está basada en gran parte de sus recuerdos de niño en tierras murcianas y, pese a que él se resiste a calificarla de autobiográfica contiene un tono y retrato de personajes más cercano al humor buñueliano que al del Saura sesudo.
"Pajarico" es una película de iniciación a la vida de un adolescente, interpretado por el niño Alejandro Martínez, a quien sus padres, en proceso de separación, envían a la casa familiar de Murcia, habitada por sus tíos y tías: Manuel Lázaro, Eusebio Poncela y Juan Luis Galiardo, junto con María Luisa San José, Violeta Cela y Eulalia Ramón, así como un impagable abuelo, tan voluptuosa como tiernamente interpretado por Paco Rabal. Y también una prima, la que encarna la niña Dafne Fernández. Pero, y sin restarle los méritos que tiene, este "Pajarico" de Carlos Saura contiene algunas imperfecciones, sobre todo de reparto, que le habrían puesto difícil conquistar un premio en otro certamen cinematográfico.
La elección conjunta de Saura e Ichikawa, cuya película fue la última de la sección oficial _y que logró el abandono masivo de la sala por su disparatado y cargante lenguaje cinematográfico_, da idea de lo complicado que ha debido ser para el jurado el reparto de los premios, pues la gran mayoría de las 21 películas exhibidas a concurso en la sección oficial del certamen no ha reunido los mínimos exigibles para un discurso cinematográfico aceptable.
Más de una tercera parte han sido películas de tono tan pío y hasta ecuménico que, tal y como lo señaló un periódico de Montreal, podrían haber sido seleccionadas por el mismísimo Juan Pablo II.
Por ello, el jurado internacional del festival de Montreal ´97 ha acabado eligiendo como rotunda triunfadora una película iraní, "Los niños del cielo", dirigida por Majid Majidi: mejor película y al mejor guión, además del premio Ecuménico y una mención especial de la Fipresci, que, sin tener argumento alguno para ser rechazable, no representa un aporte destacable al gran cine iraní que lidera Abbas Kiarostami. Parece sumarse a la moda actual de los festivales cinematográficos de todo el mundo que, una vez pasada la fiebre por el cine chino, apuntan a potenciar el cine de Irán.
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