El espíritu del Bululú renace otra vez en la voz y el cuerpo del gran Osqui Guzmán
El unipersonal que creó José María Vilches ahora se puede ver por Teatrix; mientras prepara un programa para Paka Paka y el regreso del éxito Los bonobos
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Osqui Guzmán se conecta para la entrevista virtual; al lado de su nombre está el de Leti, su compañera desde hace décadas, en la vida y en el arte, juntos reescribieron El Bululú, antología endiablada, y llevan a cabo cada uno de los planes. No se olvida de mencionarla, a Leticia González de Lellis, cada vez que aparece la oportunidad. Para Osqui el arte es colectivo. Haciendo un unipersonal o en obras de gran elenco. Y cuando habla de su oficio, de la actuación, de la creación artística, Osqui no bululea. Se lo toma en serio. Evoca a sus maestros, a José María Vilches, a Mauricio Kartun, repasa su historia, cómo llegó a donde está, cómo se hace para atravesar este momento duro que impone la pandemia, se le llenan los ojos de lágrimas al recordar a compañeros artistas que están pasándolo muy mal o al hablar de algunos que incluso perdieron la vida en estos tiempos difíciles.
“A la última función que hice en marzo de El Bululú vino Alberto Negrín, uno de los directores de Los bonobos porque retomábamos los ensayos y quedó en pausa de nuevo. Es difícil no solo vaticinar cuándo volverá todo porque lo primero que uno quiere es que estemos bien. El que verdaderamente está embromado es el teatro independiente. Va a sobrevivir porque los artistas independientes estamos acomodándonos. Pero quizá cambie. Han pasado tantas cosas y tuvimos tiempo para bucear en la propia intimidad, cambiarla, renovarla, reinventarla, meter el hocico en temas que no teníamos resueltos. Esa intimidad para el artista honesto es un lugar de mucho cambio. Y, tal vez, cuando vuelva haya nuevos patrones de conducta o de lenguaje nuevos que necesitemos. Siempre pienso que tenemos una fortuna acá que no sucede en todas partes: que las salas de teatro independientes no las abren tipos que quieren hacer un negocio sino artistas. Entonces no dejan de ser locales que se cierran. Esos artistas se guardaron y abrirán nuevos locales. La calle es una gran deuda. Y es una gran deuda de la ciudad no habilitar los espacios callejeros”.
Uno de los golpes a la escena independiente de los últimos días fue la muerte reciente prematura y dolorosa del bailarín y actor Luis Biasotto. “Nos golpea tremendamente porque era un ser único, que junto con Luciana Acuña y su grupo Krapp pudieron devolverle a la danza contemporánea una vitalidad que se le debía. Ese faltante hará resurgir nuevas miradas, nuevas necesidades”.
En plena pandemia, El Bululú, antología endiablada, la versión que escribieron tomando como punto de partida la grabación en casete de la obra clásica de José María Vilches que le llegó a Osqui cuando recién empezaba a dar sus primeros pasos de actuación en el Conservatorio, cumplió diez años. Se habían imaginado otro tipo de festejo, pero las condiciones obligaban al repliegue. Así que esperaron al verano, y en el teatro 25 de Mayo se pudieron disfrutar de algunas funciones, una obra que ya es más que un clásico, un imperdible, una joya de la cartelera porteña. En una de esas funciones, con público, con risas, sin red, como lo exige el teatro, se filmó a tres cámaras, y entonces desde hace algunas semanas se puede ver en la plataforma Teatrix.
“Cuando empezamos a notar que el público de streaming crecía en esa intimidad de su casa, como artistas no podíamos hacer oídos sordos; es su decisión prender eso. Por eso dijimos que sí a Teatrix; pero como queríamos que el público esté presente filmamos una función. Lo mágico que se produce cuando el espectador ve que este personaje bululea o este personaje habla como Osqui, en la edición no se iba a poder interpretar. Bululear es un término que me enseñó Kartun. Aunque yo no lo diga el público ve esa transformación en escena y se ríe, aunque no comprenda todavía por qué”.
Para saber más de esta obra no hay mejor camino que verla. Vilches tomaba a grandes referentes teatrales españoles (algunos del Siglo de Oro Español como Calderón de la Barca, Fernando Rojas, Tirso de Molina; pero también del siglo XX, como García Lorca y Machado) y Guzmán le sumó su propia biografía, sus raíces bolivianas, sus padres costureros y ese legado que tomó, cosió y dejó al costado cuando la actuación se volvió protagonista en su vida. Pero también está el Osqui Guzmán actor, lleno de procedimientos, de recursos que van desde el mimo, la pantomima, el clown, la destreza, la esgrima, el canto, la música, la actuación en un sentido amplio y profundo que lo acerca más a los actores de la Commedia dell’ Arte italiana, preparados para todo, formados para las inclemencias climáticas, para las plateas serias y difíciles de conquistar, para grandes escenarios. En fin, un actor que puede ir con un baúl a cualquier parte del mundo y que no necesita nada más: de allí saldrá magia. Y entonces el público creerá ver a muchos personajes, a músicos en escena, a cucarachas en medio del escenario, pero no, es él solo. O todo él.
“Recuerdo que el actor y cantante Francisco Pesqueira me contó que cuando era chico su mamá lo llevó a ver a José María Vilches haciendo El Bululú. Estaban en la fila 2 y, en un momento, el actor dio una vuelta y les saltó transpiración. La madre se agarró la transpiración de la cara, lo miró a Francisco y le dijo: ‘esto es un actor’. Hay algo de eso que sucede cuando el público se encuentra con el Bululú. Le conmueve el esfuerzo que lo lleva a comprender el trabajo; el verdadero fin del trabajo poético, el trabajo que nos conecta directamente con el sentido de existir”, describe el actor.
Además, durante estos meses difíciles, Guzmán formó parte del elenco de la obra que se puede ver en el canal de YouTube del Cervantes Online, El ojo del destino, escrita por Francisco Estrada, dirigida por Mariela Asensio, con Lucía Adúriz, Laura Cymer y Agustín Rittano. “El mundo de la obra es el circo en todo su derrotero, hoy por hoy parece olvidado, pero nunca dejó de existir y se reinventó. En el circo sucede todo lo que el hombre se ha preguntado existencialmente: los acróbatas vencen la gravedad, los magos hacen ver que unas cosas pueden desaparecer en un instante, el domador domina las fieras, ¿quién no ha querido dominar las propias fieras? ¿Cómo hipnotizar aquello salvaje en uno mismo? El circo tiene todas esas rarezas. Lo convencional de la vida está para el resto del mundo“, reflexiona siempre con entusiasmo Osqui Guzmán. “Los artistas siempre estaremos equivocados, ese es nuestro punto de partida para entender nuestra esencia, qué nos vincula, qué necesidad tenemos de existir. La respuesta es cada una de las obras que uno va haciendo, de eso se aprende; por eso el éxito es existir, no es la fama. Porque tus preguntas han sido expuestas al espectador. Si el artista no se ha preguntado nada, se nota, y el público no se lleva esa indagación. Por eso hay obras icónicas que se preguntan aquello que nadie se atrevió a preguntar, como El niño argentino, de Mauricio Kartun. Siempre lo tengo a él en la cabeza, todos los días, uno de mis últimos grandes maestros”.
La pandemia no lo detuvo. Casi que se podría pensar lo contrario. Además, formó parte del homenaje que se le celebró a Hugo Midón en abril en el Centro Cultural Kirchner. También el año pasado propuso al canal infantil Paka Paka una idea que fue aceptada, se filmó en su propia casa y ahora está en proceso de edición. “Lo lúdico es importante para el crecimiento. Entonces llamé a Paka Paka y me ofrecieron hacer un programa. Con Leticia grabamos el piloto en casa, con el teléfono, escribimos un programa de 13 capítulos cortos, y ahora está en el espacio de la edición”. Se llama Emocionario, donde Osqui Man y Chica Empatía les cuentan a los chicos qué son las emociones, de dónde nacen, qué pasa cuando uno siente enojo, asco, alegría.
“El desorden emocional que se sufre en este momento es brutal. Los chicos no ven a otros niños y además sus padres alternan entre el Zoom y el trabajo presencial, entonces los ven sólo algunos días. Y de golpe tienen que estar quince días encerrados porque un compañero de trabajo dio positivo. Es un espanto. Los sentimientos son el producto de un montón de emociones que se combinan para poder continuar con la vida. El programa bucea en esas preguntas, para qué están las emociones, y cómo nos guían esos sentimientos siempre a poder vivir y convivir con los demás, a comprender lo extraño. La Chica Empatía ayuda a Osqui Man a hacer esto porque nadie puede hacerlo solo”, explica este gran actor que tuvo sus comienzos en el exitoso grupo de improvisación Sucesos Argentinos.
Se encuentra en un momento de introspección, trabajando con poemas que siempre lo interpelaron y recita a Machado. “Siento que debo salir a decir palabras que puedan construir algo diferente. Las únicas palabras que escuchamos son covid, distanciamiento. Y los poemas tienen esa virtud, que son palabras que se han hecho para transformar, para hechizar. La poesía tiene esa misión: hace preguntas acerca de la belleza de existir. Nos da la posibilidad de llegar a la fibra donde nacen los dolores, las virtudes, la alegría, el amor. Es un filamento. Es esa palabra elegida entre mil palabras, el poeta dice algo que lo conmociona y por eso conmueve”, explica Guzmán.
“Es un momento que nos invita a no pensarnos en masa sino en comunidad; por algo la burbuja, es un ensayo de comunidad. Nos está saliendo mal porque todo el tiempo estamos empujados a la nueva norma; queremos que sea como antes. Esa vieja norma es la que nos impide ver lo nuevo. Ya nos pasó con la lucha de la mujer, nos dio la posibilidad de ver un mundo nuevo y ahora nos pasa con la pandemia. Siempre tenemos la obligación de sacar algo bueno”, concluye.
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