El encuentro entre la Duse y la Bernhardt
Despedida en París / Intérpretes: Fernanda Mistral y Stella Matute / Vestuario y ambientación: Cecilia Carini / Peinado y maquillaje: Alberto Moccia / Dirección: Raúl Brambilla / Teatro: La Comedia, Rodríguez Peña 1062 / Funciones: viernes y sábados, a las 21.15, y domingos, a las 19 / Duración: 70 minutos / Nuestra opinión: muy buena.
Dos actrices, dos personalidades, dos egos, al fin de cuentas, dos mujeres. Así se podría sintetizar este encuentro entre Sarah Bernhardt y Eleonora Duse, que Raúl Brambilla elaboró con visos de realidad.
Es fácil presumir que alguna vez se encontraron, lo difícil es verificar lo que hablaron en ese posible encuentro, sobre todo cuando se enfrentan dos temperamentos tan fuertes, sostenidos por la categoría de primera actriz de trayectoria internacional que ostentaban cada una de estas dos joyas del teatro. Quizá sean figuras que están muy lejanas en la memoria del público argentino, pero cabe destacar que ambas estuvieron en Buenos Aires. La Duse, en 1885 y 1907, y la Bernhardt, en 1886, 1892 y 1905.
No sólo se enfrentaban en el arte, sino también en la vida al disputarse la preferencia y la atención del público, de los críticos y de los grandes dramaturgos, fundamentalmente Gabriele d'Annunzio, con quien llegaron ambas a relacionarse sentimentalmente.
La rivalidad se vio acentuada por el estilo que cada una imprimía a su actuación. La francesa recurría a una interpretación grandilocuente, propia de la tragedia clásica, mientras que la italiana buscaba más una actuación natural que le permitiera exponer emociones verosímiles.
En fin, no faltaron argumentos para suponer que un diálogo entre ellas iba a producir chispazos de creatividad e ingenio.
Esto es lo que elaboró el autor al poner en boca de las actrices la ironía, el sarcasmo, la hipocresía de una rivalidad mal disimulada que las iba a obligar a encarar las carencias y debilidades propias de un ser humano. Es en este reconocimiento donde estas dos mujeres se van a unir, permitiéndose cada una gestos de solidaridad y compasión frente a las desdichas de la otra, quienes, finalmente, no pudiendo superar su destino lo asumieron con algo de estoicismo y mucho de dolor.
Sin lugar a dudas, para encarnar a estas dos mujeres era necesario contar con dos potentes actrices y es en Fernanda Mistral y Stella Matute donde la Bernhardt y la Duse encuentran sus mejores representantes. Con eficiencia y solidez, cada una de ellas logra, bajo la sutil dirección de Brambilla, crear el perfil idóneo de su personaje, de tal manera que es fácil suponer que, de haber existido un diálogo entre ellas, tiene que haber sido de la forma en que se presenta en la sala más pequeña de La Comedia.
Y hablando de este espacio, cabe decir que es el marco ideal para esta representación porque el diseño y el estilo propios del salón recrean a la perfección el ambiente de una habitación distinguida de un hotel parisiense de fines del siglo XIX, lo que acentúa el realismo de la pieza, subrayado por un apropiado vestuario.
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