El drama de Guido Süller por la construcción de su casa: “El albañil es mozo”
El actor está viviendo en plena obra y no sabe cuándo van a terminar; dijo que le pusieron al revés los azulejos y que sufre ataques de pánico
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En marzo de 2019, Guido Süller firmó un contrato para que una empresa le construyera la casa de sus sueños, que él mismo diseñó. Pese a que debían entregársela antes de la pandemia, los tiempos se dilataron y su espera se transformó en un calvario. La situación le generó estrés y derivó en ataques de pánico.
Es que no solamente su vida se vio invadida por la bronca y la angustia, sino que la demora lo llevó a vivir al mejor estilo “Náufrago” en una isla de Zárate; a lidiar con un albañil, que en realidad era mozo; y a tener que mandar a construir una escalera por su cuenta para poder subir a la planta alta de su nueva casa, porque “no estaba contemplada” en el presupuesto inicial. “Estoy viviendo una pesadilla”, reconoció Guido en diálogo con LA NACION.
El protagonista de la obra teatral “Con pecado conseguido”, es arquitecto pero no se puso al frente de la construcción de su vivienda porque eligió un estilo Steel Framing, una estructura realizada con vigas de acero, con el cual no tenía experiencia.
“El sueño de todo arquitecto es vivir en la casa que uno crea y la hace realidad. Pero como elegí un diseño que no estaba en la Argentina cuando yo estudié, contraté a una empresa constructora, llave en mano, para no hacerme mala sangre y, de paso, para poder aprender viendo cómo construyen”, señaló.
El artista firmó un contrato frente a un escribano público, que indicaba que en 200 días hábiles se le entregaría la vivienda terminada y se fue a hacer temporada a Villa Carlos Paz, Córdoba. Ese plazo se cumplía en marzo de 2020, pero cuando regresó “faltaban un montón de cosas”. Para peor, con la cuarentena, la obra estuvo siete meses detenida, y “ya lleva 760 días”.
Como no tenía otra casa, Guido decidió alquilar una cabaña en una isla de Zárate, para estar desconectado del mundo y en contacto con la naturaleza, pero no fue lo que esperaba. “Viví una agonía. En una isla, en una cabaña, sin luz (porque se cortaba a cada rato), sin gas y, por momentos, sin comida”, se lamentó, y agregó: “Sufrí inundaciones donde el agua se metió dentro de la cabaña”.
Estar desconectado de la tecnología lo hizo perderse las últimas novedades, como la implementación del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) que se decretó a partir del 19 de marzo de 2020. Guido salió a comprar comida y lo paró la policía. Cuando le pidieron el permiso de circulación, no entendía de qué hablaban.
Tras explicarle que no contaba con televisión ni señal en el celular, los efectivos le sugirieron que regresara al lugar en el que “estaba haciendo la cuarentena” y completara el formulario de la aplicación Cuidar, para poder volver a la ciudad para hacer las compras. Pero no tenía señal y terminó por quedarse sin comida.
“Una vez pasó un pescador, lo llamé y me regaló un par de pescados. Tuve que aprender a abrirlos, sacarle las vísceras y cocinarlos a la leña”, relató el actor en torno a esta experiencia que él compara con la de Chuck Noland (Tom Hanks) en la película “El Náufrago” (2000).
Como sentía que “estaba empezando a enloquecer”, llamó a una amiga y se instaló en su casa. Era una excompañera de Aerolíneas Argentinas con la que tenía mucha confianza, pero la dinámica familiar lo hacía sentir como un “intruso”. “Me encontré en medio de una pelea entre madre e hijo y yo no sabía qué hacer, si interferir o quedarme callado”, indicó.
Como la empresa constructora le aseguró que el 31 de diciembre su casa estaría lista, decidió mudarse a la obra sin terminar. Sin embargo, al 13 de abril aún no lograron culminar los trabajos.
“Tengo la cocina en el baño, el microondas junto al enjuague bucal”, bromeó intentando ponerle un poco de humor a esta situación que tanto lo angustia. Pero es la verdad: Guido descansa en su dormitorio y armó una cocina en el pasillo que conecta el ambiente con el baño, donde también colocó una heladerita. Esa es su nueva casa, el único lugar en el que puede tener algo de privacidad.
No tiene cortinas, por lo que usa un antifaz -“de esos que te dan en el avión”- para no despertarse apenas amanece, ya que una de las paredes es un enorme vidrio con vista a un lago.
Al mediático solo le falta pagar el 5% de la vivienda, que se abona con la puesta en marcha. Según explicó, esto se da “cuando te muestran que la luz, el gas, el agua y todo eso funciona”. “Y me lo están reclamando”, dijo enfurecido, considerando que aún su casa no está lista.
Más allá de su calvario, todavía no tiene decidido iniciar acciones legales contra la compañía constructora. Aunque reconoció que tiene todas las de ganar: “Incumplimiento, daño moral, económico, psicológico”. Además, aseguró que la compañía está usando la imagen de su casa para promocionar su trabajo, y que no informan que el diseño lo hizo él.
Desde que firmó el contrato, pagó todas las cuotas y le aumentaron “más del doble” del valor inicial estipulado. Como si faltara algo más, no le hicieron la escalera, ya que le dijeron que no estaba contemplada dentro del presupuesto. “Tuve que contratar a una empresa para que me la haga. Estaba subiendo a la planta alta con la escalerita de albañil”, remarcó.
Cuando se vayan los albañiles, Guido sabe que deberá continuar trabajando: “Cuando terminen me voy a encargar de arreglarla toda, porque no está bien construida”.
El albañil que era mozo
Como si vivir “en una obra en construcción” no fuera suficiente, un día Guido notó que el albañil que le habían enviado no quería subirse al andamio y terminó descubriendo que, en realidad, era mozo.
“Veo a un chico con miedo a subirse al andamio, me acerco y le pregunto qué le pasa. ‘Tengo miedo de subirme’, me dice. Y yo le respondo, ‘pero si sos albañil’. Y ahí me cuenta: ‘Yo soy mozo. Te puedo alcanzar un café y sé llevar una bandeja sin que se me caigan las cosas’”, relató el actor a LA NACION.
El joven tenía un listado de tareas para hacer aquel día pero “como no sabía nada, se puso a barrer”. Para peor, cuando llamó a la constructora para quejarse, le dijeron que no sea “malo” porque el chico “estaba aprendiendo el oficio”.
Hoy, el aprendiz sigue trabajando en la obra de su casa y, cuando envían a alguien más, le indican cómo hacer su trabajo.
Los ataques de pánico
Guido le explicó a este medio que “como buen taurino”, tener su techo es muy importante para él. Y que, a su vez, buscó un lugar alejado de la ciudad, dentro de un barrio privado de Pilar, para poder estar tranquilo.
El actor ama su perfil mediático, pero asume que las personas pretenden que siempre transmita alegría. “La gente espera de mí un personaje que la haga reír. Y hay veces que no tengo ganas, que me siento mal. Todavía estoy atravesando el duelo por la muerte de mi mamá”, recordó.
Por eso, al ver truncado su proyecto y tener que atravesar una seguidilla de situaciones descabelladas, el hermano de Silvia Süller volvió a experimentar ataques de pánico. “Es una sensación horrible, de muerte, muy difícil de explicar”, reconoció.
“Tuve que acudir al doctor Portnoy, que me hizo un parte médico y me dio paroxitina, un antipanicoso, porque me vio bastante alterado”, explicó.
Actualmente, está bajo tratamiento psiquiátrico y también debe tomar antiinflamatorios para el dolor corporal ya que, a sus 59 años, reconoció que estar todo el día en la obra representa un gran esfuerzo físico.
¿Cuándo terminará su calvario?
“Me dijeron que tienen para 15 a 20 días”, señaló Guido sobre el plazo que la constructora le pidió para terminar la obra. Sin embargo, él cree que si le siguen mandando poco personal no van a llegar.
Mandan a una persona sola y cuando él llama le dicen que “están todos con COVID”. Por lo que reconoció: “Me convertí en un albañil más, porque no tienen la menor idea de diseño y estética. Les pagan dos pesos, no hay supervisor y, encima, el director de obra hizo abandono”.
Para ejemplificar la falta de experiencia de los obreros, el extripulante de abordo de Aerolíneas Argentinas contó que le pusieron el porcelanato del living, mitad en forma vertical y mitad horizontal, “mitad y mitad, ¡y no se habían dado cuenta!”.
La “mansión de Hugh Hefner”, como a él le gusta llamarla, debería contar con piscina in-out climatizada con paneles solares y una cocina con una isla con vista al lago.
A su vez, sueña con tener su propia huerta en el jardín, poner “un cine” y un SUM con juegos. También tiene un muelle y adelantó que comprará un velero para poder salir a navegar y pescar.
Sus proyectos
Guido va a cumplir 60 años el próximo 13 de mayo y, pese a que soñaba con festejarlo con una megafiesta en su nuevo hogar, no sabe si será posible por la cuarentena y por las demoras en la construcción.
Sin embargo, su casa será la protagonista de un reality que ya está en marcha. “Esta casa va a ser un reality de construcción, mostrando cómo se arranca hasta cómo se termina. Ya hice el piloto, es una coproducción venezolana-argentina”, adelantó Guido a LA NACION.
La producción, que constará de varios capítulos, se llamará “El proyectista”.
A su vez, el actor tiene pensado realizar “un reality heterofriendly” dentro de su nueva mansión. El concepto hace referencia a un producto que, aunque sea dirigido a gays, bisexuales o disidencias, alcance también a los heterosexuales.
“La idea es que acá pueda suceder cualquier cosa, que todos puedan ser libres. Voy a comprar carpas, que se van a poner alrededor de una fogata”, anticipó Süller.
Pese a que aseguró que lo hará respetando a sus vecinos, remarcó que se va a poder ver “sexo, pasión, peleas y lo que sea”.
Por el momento, se iniciaría a través de transmisiones en vivo en Instagram, pero no descarta que se lo quieran comprar y termine ocupando un espacio en algún canal de televisión.
“Se decía que la casa de Gran Hermano era la más famosa del mundo. Ahora va a ser la de Guido Süller”, ponderó el actor.
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