El doctor Lacan regresa con loros
Pablo Zunino vuelve a escena con una versión aumentada de la obra dedicada al psicoanalista francés
No, no se trata de los Seminarios y los Escritos teatralizados del gran psicoanalista francés, pese a lo que podría hacer suponer el título: La obra completa del Dr. Lacan. Sucede que esta pieza responde a la original que su autor quería presentar en 2012, año en que no pudo incluir -por un tema de producción- una bandada de loros. En consecuencia, suprimió una trama secundaria y dio a conocer El Dr. Lacan, espectáculo que se convirtió en suceso durante dos temporadas.
Hace tres años, Pablo Zunino -psicoanalista, versado en una larga serie de oficios ligados al teatro- emprendió la aventura de escribir, dirigir y hacer de presentador en su primera obra (incompleta), donde anunciaba que en un futuro se iba a ver la misma historia, pero en forma integral. Hombre de palabra, ahora Zunino retorna con La obra completa?, y se anima a asumir el rol protágonico, mientras que Silvia Armoza retoma el personaje de Gloria, la legendaria secretaria de Lacan, que tantos elogios cosechó en la versión anterior.
"En El Dr. Lacan me hice cargo de la obertura que surgió cuando nos planteábamos cómo lograr que se apagaran los celulares", memora Pablo Zunino. "Primero, se trataba de hacer el pedido, después se sumó una musiquita y a continuación un chiste? Así se armó una obertura de 13 minutos que ahora hace Silvia Armoza, antes de entrar en el papel de Gloria. Silvia es una gran cómica, no puedo imaginar a otra actriz en ese rol; en esta versión la lookeamos más onda Courrèges. A mí me alentó a lanzarme a la actuación un comentario de Manolo Iedvabni, que me vio en El Dr. Lacan. Según este director, yo había pasado por lo más difícil al encarar aquella entrada, dirigiéndome al público desde abajo del escenario, diciendo todo ese speech.
-Debe haber sido una experiencia fuerte entrar en conexión con la gente, hacerla reír.
-Éste es el momento en que te digo todos los clichés de los actores: el instrumento es el cuerpo, el teatro es sanador, puras verdades. Y sí, es muy grato hacer reír. La sensación de poderío que te da estando en escena es inigualable. Claro que hay que plantarse sin miedo, manejar el tempo de los chistes en relación a la respuesta del público.
-Como dramaturgo, te animaste a tomarle el pelo a Lacan.
-Creo que uno de los logros de la versión anterior y de esta es que hay un tono de cachada leve, unos dardos sin sarcasmo porque un personaje de tanta envergadura no lo soportaría. Me cuidé de no incurrir en la facilidad de los chismes íntimos: en la obra no se nombra a nadie de su familia, tampoco se menciona que fue bastante picaflor, que llegó a la bigamia, que dejó embarazadas a dos mujeres al mismo tiempo?
-¿Lacan se vinculó con el teatro?
-Hubo un interés muy marcado de su parte. Su continuador, Jacques-Alain Miller, ha comentado el histrionismo de Lacan, la puesta en escena de sus seminarios. Era muy Sacha Guitry en manera de modular el francés, evocaba a un cómico de boulevard. Visto desde hoy, Lacan tenía algo anacrónico, aunque en 1969, año en que transcurre la obra, Francia ya estaba con un pie en el pop. También su vestuario tan llamativo tenía un toque teatral. Para completarla, tenía esa pelambre que bien se puede asociar a un pelucón versallesco, empolvado?
-Le dedicás La obra completa del Dr. Lacan a Guitry y a nuestro Fidel Pintos.
-En el caso de Pintos, lo hago en homenaje a una leyenda familiar: mi abuela hablaba siempre de Monsieur Canesú, una creación que hacía Fidel en la radio. No pude encontrar rastros orales, pero sé que era una especie de modisto argentino, medio trucheli, que daba consejos sobre el bien vestir en un franchuñol que puedo imaginar.
-¿Qué novedades trae esta versión integral?
Hay más imágenes proyectadas. Al principio aparece el verdadero Lacan, también Yvette Guibert cantando; se ve una escena documental bastante fuerte de mayo del 68 musicalizada por un Gershwin bien champagne. Trabajé con el valioso aporte de los fotógrafos Claudio Larrea y Milos Deretich. Lo que aparece en el espectáculo, en medio de toda esta situación de ausencia de los estudiantes, es un loro que Dalí le envía a Lacan. Se trata de una creación del artista plástico Roberto Bolaños. Se produce una invasión de loros que se reconocen en esa imagen.
-¿Hasta qué punto te pertenece el personaje de la secretaria?
-De Gloria se sabe muy poco: que era asturiana, que se fue de España huyendo de la Guerra Civil, que llegó a París a los 15, que empezó limpiando el baño de Lacan y terminó como su gerente, todopoderosa; que estaba casada con Abdoulaye Yerodia, chofer, profesor de filosofía, maoísta, que llegó a ser vicepresidente de El Congo. Eso era todo. La historia de que el padre de Gloria tenía un teatro, es invento mío, me servía para la narrativa escénica. La obra básicamente oral de Lacan en parte se la debemos al auditorio de ignotos y notables que lo sostuvo. Por eso me pareció que sustraerle ese público era una operatoria válida. Por otra parte, en el mundo teatral, el gran fantasma es que no acudan espectadores. Mi Lacan se pone loco cuando no aparece nadie, se queda pedaleando en el aire.
-Gloria no habla bien el francés, Lacan no sabe español: hay todo un planteo con las palabras, su pronunciación.
-La cuestión del choque de lenguajes es muy del psicoanálisis. De ahí la referencia a Ionesco. Me pareció interesante esa punta del equívoco verbal; el campo del multilingüismo es muy rico y muy de esta época en que por Facebook te podés comunicar con un analista de Lituania. Pero traté de que todos los conceptos se desgranaran llanamente para que la obra -aparte, claro, de analistas y analizados- llegue a todos los públicos.
-¿Cómo trabajaste tu composición?
-Lo esencial era la construcción del muñeco Lacan, ya que no tengo nada que ver fisonómicamente. Había que ingresar al mundo de las pelucas: la primera que probé parecía Rolo Puente; la segunda daba más Claudio García Satur, seguíamos lejos. Así que me fui a buscar a Marisa Correa, la peluquera del film El papa, que le hace el postizo a Darío Grandinetti. Y funcionó en la prueba piloto: me calcé los pelos grises naturales y fui al café de siempre. Los mozos no me reconocieron, pese a que no llevaba ni el saco a cuadros ni el cigarro.
La obra completa del Dr. Lacán
De Pablo Zunino
Teatro La Comedia, R. Peña 1062
Funciones, sábados y domingos, a las 18.
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