Dejó la isla en 1960, cuando tenía 34 años; regresó mucho tiempo después a la Base Naval de Guantánamo y esta es la historia de ese viaje contada por sus protagonistas
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Celia Cruz abandonó Cuba en 1960 con 34 años, sin saber si algún día iba a poder regresar. La Reina de la Salsa, que prometió no volver al país mientras estuviera bajo el régimen de Fidel Castro, pasó más de cuatro décadas de exilio hasta morir el 16 de julio de 2003.
Pero, hubo una única vez en la que la legendaria cantante se acercó a su tierra, e incluso se llevó un pedacito de suelo cubano. Su visita a la Base Naval de Guantánamo, ubicada en el sureste de la isla, fue corta, pero pasó a la historia. La periodista Stefania Gozzer reconstruyó en el podcast Witness History de la BBC lo que ocurrió en aquel emotivo viaje, con las voces de sus protagonistas.
La estrella
En enero de 1990, la Reina de la Salsa se subió a un avión rumbo a la Base Naval de Guantánamo, en la región oriental de Cuba. La base, que ocupa 117,6 km² (49,4 de tierra firme y el resto de agua), está bajo jurisdicción estadounidense desde 1898, cuando el país norteamericano ocupó la isla tras derrotar a España en la guerra hispano-estadounidense.
EE.UU. la opera bajo régimen de arrendamiento perpetuo establecido en un tratado suscrito en 1903 con Cuba, cuyo gobierno actual lo considera nulo y reclama la soberanía del territorio. Celia Cruz fue invitada a la base para dar un concierto como parte de las celebraciones del Día de la Amistad Cubano-Americana, que se lleva a cabo cada año a finales de enero. Por entonces la artista habanera ya era toda una estrella y el mayor referente del momento en uno de los más populares géneros musicales latinos: la salsa.
Instalada en Nueva York y no en Miami como la mayoría de exiliados cubanos, Celia había alcanzado el éxito en una industria dominada por hombres y ayudado a dar visibilidad a las comunidades negras del Caribe. El de Guantánamo fue su único viaje a la isla que la vio nacer durante 43 años de exilio.
El cambio en Cuba
Celia Cruz salió de Cuba un año después del triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro en 1959. En 1960, cuando el nuevo régimen estaba en construcción, era la cantante de una exitosa banda llamada La Sonora Matancera.
“Cuando triunfa la Revolución, la banda estaba de gira en México. De regreso a La Habana, comienzan a darse cuenta de que todo estaba cambiando”, recuerda Omer Pardillo Cid, manager y amigo cercano de la Reina de la Salsa.
Para el mundo del espectáculo, la deriva autoritaria del régimen de Castro se tradujo en la clausura de teatros, cabarets y discotecas, considerados contrarios a la nueva moral socialista impuesta en el país. “Cerraban todos los lugares donde la banda podía trabajar. La Sonora Matancera y Celia Cruz tenían mucho éxito en toda Latinoamérica, por lo que decidieron irse a México”, afirma Pardillo Cid.
Pedro Knight, marido de Celia y trompetista de la banda, explicó en una entrevista de 1988 con la BBC que en aquel momento pensaron que la salida del país era temporal. “En el avión, Rogelio Martínez nos dijo ‘este es un viaje de ida’. Era un hombre inteligente, dondequiera que fuera el resto de nosotros lo seguiríamos. Ninguno lo contradijimos”, rememora.
Ni Rogelio Martínez, que era el director, ni el resto de la banda sabían que solo un año después, en 1961, Cuba impondría estrictas limitaciones de viaje. Durante las siguientes cinco décadas los cubanos necesitarían permiso del gobierno para salir del país y, si permanecían en el extranjero más tiempo del permitido, no serían admitidos de regreso en la isla.
Su visita a Guantánamo
La Bahía de Guantánamo fue el territorio más cercano a su ciudad natal, La Habana, que Celia Cruz llegó a pisar. Su manager recuerda que, aquellos días de enero de 1990, los 30 o 40 empleados que cruzaban cada día la frontera desde Cuba para trabajar en la base estadounidense “se emocionaron mucho al verla”, ya que la recordaban de sus actuaciones televisivas en los años cincuenta, y Celia también “estaba muy emocionada de ver a toda esa gente, la mayoría hombres mayores que trabajaban en la base”.
“Voló hasta allí en un avión militar procedente de Miami y, al aterrizar, después de bajar las escaleras, lo primero que hizo fue besar el suelo, y pronunció una frase que ha quedado en la memoria de los cubanos. Dijo ‘he besado esta tierra en nombre de todos los cubanos que están en el exilio’”, repasa. Aunque el viaje solo duró un día y medio, dejó una profunda huella en Celia.
Pardillo Cid cuenta que la artista apenas pudo dormir la primera noche, sumida en sus pensamientos mientras percibía con nostalgia el olor del campo cubano. Fue un concierto de una hora y media en el que cantó “Guantanamera”, “Kimbara” y el resto de sus grandes éxitos hasta el momento. También interpretó “Canto a La Habana”, un tema dedicado a su ciudad natal que menciona todas las provincias cubanas, pero olvidó parte de la letra “porque estaba muy nerviosa”, indica el manager.
Al terminar el concierto, pidió permiso para acercarse a la valla que divide la base de Guantánamo del territorio cubano, donde pasó unos minutos junto a su marido y algunos periodistas. Las cámaras captaron el momento en el que se agachó, metió la mano entre la valla y del otro lado agarró un puñado de tierra cubana que luego se llevó en su viaje de vuelta a Nueva York.
“La tierra era árida, con pequeñas piedras. Le dio una piedra a cada una de sus amistades cercanas. La mía la guardo con orgullo y honor, primero porque fue un regalo de ella; y segundo, porque es parte de la tierra a la que ninguno de nosotros hemos podido regresar”, asevera Pardillo Cid. Celia guardó la tierra en una caja de cristal y, cuando en 2003 murió de cáncer, su mánager y su marido cumplieron su último deseo y colocaron dentro de su ataúd este pequeño pedacito del suelo de Cuba.
El viaje sin regreso
El régimen de Fidel Castro dejó una profunda huella en la vida de Celia, que expresó su visión en una entrevista con la BBC en 1988. “Hubo un cambio, por lo que la gente pensó que había llegado el mesías. Cuando nos fuimos en 1960 la gente todavía estaba feliz, pero luego, en 1961, se anunciaron algunas medidas que provocaron descontento”, explicó. Y agregó: “Los cubanos somos gente muy alegre. Lo seguimos siendo, contra viento y marea. Nadie puede cambiar nuestra personalidad. Pero, nos gusta divertirnos; nos gusta salir, viajar y hacer lo que nos da la gana. Entonces, cuando el país cerró, comenzó el descontento”.
Como Celia, la inmensa mayoría de los cubanos que salieron en los primeros años tras la Revolución nunca volvieron. “La mayoría de los exiliados cubanos nunca regresamos. Ese es un dolor que llevamos en el corazón. Es muy triste cuando no puedes regresar a la tierra donde naciste porque no te lo permiten”, afirma Pardillo Cid. A lo que añade: “Ese fue el caso de Celia. Estuvo y de alguna manera todavía está proscrita en Cuba. Los fans cubanos la escuchan en casa, pero las estaciones oficiales de radio y televisión cubanas no transmiten su música”.
Celia Cruz intentó regresar a Cuba en 1962 para enterrar a su madre, pero le denegaron el acceso. Fue cuando decidió no volver nunca más hasta que el país no estuviera “libre de la dictadura”. Pero, eso nunca sucedió.
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