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El despertar de Mercedes Sosa
Tras su enfermedad, la popular cantante regresó con un disco netamente folklórico
Yo soy el fuego...
yo soy el canto...
Hoy vuelvo en coplas
a tu camino
Mercedes Sosa llega otra vez a ese living de nuestros encuentros. Sonríe. Parece feliz. Porque ha regresado a la vida y no puede acotar su amorosa entrega al canto, al amor, a los suyos. Sin embargo, sus huesos la están alertando: nada de excesos. Es que un largo padecimiento reclama una prolongada convalescencia.
En las antípodas de ese físico, diezmado en más de treinta kilos, están miles de oyentes que disfrutan de la música popular -y del folklore en particular- que esperan ansiosamente el regreso de su querida voz.
Muchos de ellos fueron a verla y escucharla cantar de nuevo durante el verano último en Rosario y también en Quinta Trabucco; como la vieron y escucharon, semanas después, venezolanos, colombianos, ecuatorianos y peruanos.
Todos supieron que en abril ella se encontraba en plena preparación del disco nuevo, el primero, tras el agotador "Alta Fidelidad", consagrado a las canciones de Charly García (un paréntesis en el folklore) o primero luego del compacto "Escondido en mi país", si se insiste en reducir su canto a la música de tierra adentro.
Ahora las diecisiete canciones de "Al despertar" están en la calle.
En el living de su casa nos preparamos para escucharlas en este primer compacto en blanco que le entregó como primicia PolyGram.
Pero ella siente la necesidad espiritual de hacernos escuchar antes otra música: la "Elegía", de Ricardo Hegman, que abrirá el próximo disco de la "Misa criolla", de Ariel Ramírez.
Mujer en éxtasis
Mercedes Sosa escucha y canta, en éxtasis, la sinuosa melodía inventada por este prestigioso director y pianista argentino -radicado desde adolescente en Israel- que, como instrumentista, ofreció conciertos junto a la batuta de Leonard Bernstein.
Nos enteramos de que el sello Decca, de Londres, quiere la voz de Mercedes Sosa para la "Misa criolla". (Quizá porque sabe de su versión antológica -insuperable- en Mendoza, al lado de quinientos coreutas de todo el país.) Sabemos que se encomendó el arreglo al guitarrista y compositor Gabriel Senanes; que las partes corales las cantará el Estudio Coral de Buenos Aires, que dirige Carlos López Puccio; que se incorporarán a la grabación el charanguista Jaime Torres, el percusionista Chango Farías Gómez y el propio guitarrista de Mercedes, Nicolás "Colacho" Brizuela.
Mercedes está empeñada en repasar la hermosa zamba "La santamariana", que el Cuchi Leguizamón dedicó al irrepetible Dúo Salteño. Piensa estrenarla junto al bailecito de Polo Giménez (catamarqueño por adopción) "Viejo corazón" -incluido en este flamante disco- cuando visite Catamarca el 24 de este mes.
Ella -incansable- ya estuvo cantando otra vez, el último miércoles de julio, en el Teatro Cervantes, su parte en "Romance de la muerte de Juan Lavalle", junto a Ernesto Sabato y Eduardo Falú.
En este concierto privado, Mercedes habla maravillas del Chango Farías Gómez como percusionista y productor; de los hallazgos instrumentales de Popi Spatocco y Colacho Brizuela, junto a Genoni y Lobo; de la poesía de Lerner, que le dicta esta reflexión: "Cuando la belleza pasa, queda el amor. Yo lo pude comprobar en mis padres"; de la elección de su repertorio ("Amo la música y me juego por cada canción, no por amistad"). Ella sabe que el folklore siempre sonará a nuevo en cada voz.
Un desfile de aciertos en 17 canciones
Desde su título "Al despertar" se descubren -en el arco que forman las diecisiete canciones- las alegorías sobre trance y resurrección de un intérprete, el credo artístico y vital de Mercedes Sosa, además de las canciones que le dedicaron su pianista Popi ("Almas en el viento") y Peteco (el tema homónimo del disco).
Un eufórico huayno -"Vientos del alma"- abre el nuevo disco. Le sigue el clásico chamamé "Pueblero de allá ité" en remozado arreglo. La voz de Mercedes vuelve inaugural, como hace treinta años, ingrávida, fresca, con la belleza de la media voz.
La espléndida garganta recorre luego -contundente en su empuje- "Como urpilita perdida", para después internarse, morosa, en la cuasi vidala de Carnota "Desandando", y expandirse en una chacarera del desamor, "Déjame que me vaya", que enlaza, en clima, con el chamamé testimonial de Guarany "La villerita" .
Mercedes recoge aquí la antológica zamba de ayer "Agitando pañuelos", de los Hermanos Abalos, y rescata del olvido el hermosísimo bailecito "Viejo corazón", de Polo Giménez. Le siguen la chacarera "Del tiempo de mi niñez" y otra zamba inolvidable: "Bajo el sauce solo". Ya se instala en el moderno huayno "Sueñero", de Fandermole; ya regresa a "Zamba por vos", de Zitarrosa.
Después de "Al despertar" llegan el chamamé de Corradini "Luna de cabotaje" y el vibrante tema que le dedica Popi Spatocco "Almas en el viento". El disco concluye con dos obras no folklóricas de Lerner: "Indulto" y "La belleza". El regalo es enorme.
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