El clip no está en banda
La necesidad de los músicos de apoyar la carrera de sus discos a través de videos impulsa el crecimiento de una industria incipiente con reglas de juego propias y nuevos protagonistas
Hasta no hace mucho eran el capricho de algún músico "moderno", y buscaban sin descanso un lugar en la TV. Ahora, merced a su éxito en el cable, los videoclips son casi una rutina para artistas y discográficas. Hoy los canales musicales reciben un promedio de seis clips argentinos nuevos por semana para su evaluación, una cifra inimaginable hace pocos años.
El proceso que culminó en el actual fenómeno de producción comenzó en 1993, con el éxito internacional del clip de "Matador", dirigido por Pucho Mentasti. El ambiente clipero local coincide en que ese trabajo abrió las puertas para el desembarco de MTV Latino, producido en octubre de ese mismo año. La presión de la marca MTV despertó por fin el interés de las discográficas, y dos años atrás, en pleno efecto tequila, la producción de clips había aumentado visiblemente: hay quienes estiman una suba del 70 por ciento.
Con todo, la industria videográfica nacional todavía está en ciernes. A diferencia de lo que sucedió en los Estados Unidos, el aumento de la cantidad no mejoró en mucho las condiciones de trabajo; hoy los realizadores siguen moviéndose en forma independiente, sin productoras especializadas que los respalden, y dependiendo del presupuesto que destinan las discográficas, calificado como "magro" por la mayoría de los realizadores. El costo promedio de un clip nacional se ubica entre los cinco mil y los veinte mil dólares, considerablemente menos de lo destinado a un comercial (en el Primer Mundo ambos géneros manejan cifras similares).
Más allá de la obvia inferioridad con los costos en los EE.UU., la inversión es pequeña incluso en comparación con la más afín industria mexicana. "Muchas veces la plata se termina cuando estás editando -describe el realizador Mariano Galperín- y terminás poniendo vos para que el producto sea digno." Tampoco faltan los casos en que es el músico el que termina de bancar la producción.
Los tiempos del producto
Charly Vázquez, programador local de MTV Latino, completa el panorama: "Acá no hay una simultaneidad entre disco y video, como en los EE.UU. o incluso en otros países de América del Sur: el clip siempre llega tarde, generalmente cuando el tema ya está sonando hace tiempo en las radios. A veces se apuran en hacer el clip para poder pasarlo, y llegan cosas mal terminadas. En Chile, por poner un ejemplo cercano, se trabaja en forma mucho mucho más organizada".
En Much Music, canal que transmite desde 1992 y va puntero en mediciones, la impresión es parecida. "Las compañías por lo general quieren gastar en un disco lo menos posible, y esperan que empiece a vender para publicitarlo. El clip hereda ese problema, a pesar de ser la forma más completa de promover la canción", opina Nora Castro, responsable de programación.
Entre lo más positivo de la gestión de las compañías se destaca su apertura a contratar gente joven o con poca experiencia, a menudo siguiendo sugerencias de los músicos. Pero los realizadores continúan haciendo sus convenios en forma independiente, y no se sienten en situación de reclamar mejores condiciones de trabajo. "Sabés que atrás tuyo viene un estudiante de cine que va a hacerlo con la misma o con menos guita, más allá de que esté muy bien la apertura a la gente joven", puntualiza Roberto Bonomo, realizador junto a Rodrigo Espina del divertido "Hola qué tal", de Las Pelotas. Alejo Taube, que con Alejandro Hartmann filmó la mayoría de los clips de Illya Kuryaki, también es explícito en este tema: "En las compañías te tratan como a muchos músicos: como si te estuvieran haciendo un favor, y siempre llorando por la plata".
Por otro lado, todos ellos son conscientes de que el limitado mercado del disco en la Argentina reduce las posibilidades de expansión en los presupuestos. "El problema de los clips -resume con precisión Eduardo Martí- es una extensión del problema del cine argentino."
Los realizadores
En los años ochenta el clip era un formato novedoso, frecuentado por gente que venía de otros ámbitos como el diseño gráfico (Sergio Pérez Fernández, Alejandro Ros), la plástica (Renata Schussheim) o el cine (Fernando Spiner). Esos "veteranos" han pasado la antorcha a una nueva generación que le dedica más tiempo al género, y aspira a, algún día, vivir de su trabajo. La mayoría son jóvenes egresados de escuelas de cine, que descubren un formato donde, a diferencia de la más lucrativa publicidad, la injerencia del cliente es mínima. "Más allá de que el clip es un comercial, el único que coarta tu libertad es el músico, y es más divertido pelearte con él que con un fabricante de mayonesa" dice Alejandro Hartmann. Casi todos tienen algunos cortos bajo el brazo y un largometraje en proyecto. "El clip es la mejor forma de practicar cine", sugiere Galperín, que trabajó para Charly García y Juana Molina, y llegó a estrenar la película "1000 boomerangs".
Divisoria de aguas
En el gremio y por su forma de trabajar se pueden delinear dos tendencias, no siempre identificables en la pantalla. Por un lado están los "publicitarios", de factura más prolija y mayor estructura, que tienden a equiparar la imagen del clip a la de un comercial, trabajando en ambos campos. Estos son resistidos por los "gasoleros", que intentan construir un "estilo de la pobreza" privilegiando ideas sobre presupuestos. Unos y otros se acusan de imitar el "lenguaje MTV", aunque la influencia de éste es visible en ambos bandos. Y ninguno está muy conforme con lo que se ve.
"La cantidad no mejoró la calidad; al contrario: ahora parece que todo vale, así salga rayado o fuera de foco", opina Diego Kaplan, prototipo de realizador "gasolero" que tiene más de 40 clips en su haber y el orgullo de haber sido pasado por la señal norteamericana de MTV. "Los clips argentinos son cada vez más parecidos entre sí: cuando imitan a los yanquis no están a su altura, y hay muy pocos que sean narrativos. Hay pocas ideas y muchos fondos; la gente no se acuerda de un fondo."
"Tanto el clip de "Matador" como el mío de "Los salieris de Charly" tenían una identidad nacional -dice José Luis Massa, habitual de León Gieco y Patricia Sosa-. Pero ya no se hacen clips así, que permanezcan en la memoria. Hoy todo se vuelve menos profesional; sólo parece que se tratara de filmar y pegar en la moviola". Tanto Massa -fotógrafo que incursionó en TV con "Cybersix" y "El arcángel"- como Pucho Mentasti -que se dio el lujo de "firmar" el comercial de un aperitivo- son buenos exponentes de la tendencia "publicitaria"; ambos hacen menos clips de lo que quisieran porque su estructura de trabajo suele ser demasiado para las discográficas.
"No suelen gastar mucho salvo que el artista sea un gran vendedor" -asume Mentasti, cuyo clip para "Circo beat" (Fito Páez) costó la friolera de 110 mil dólares-. Todo se basa en un cálculo matemático, cosa que es razonable pero no ayuda a mejorar la calidad de lo que se hace."
El éxito de "Matador" le posibilitó a Mentasti trabajar en los Estados Unidos dirigiendo -sin cuestionamiento alguno- a gente tan disímil como Mick Jones y Julio Iglesias. "Allá la compañía tiene su división de video, hay un mayor respeto por el artista. Pero si querés trabajar en serio tenés que estar allá, haciendo relaciones públicas para que acepten tu proyecto y no el de otro". Mentasti prefirió quedarse en la Argentina haciendo publicidad.
Martí, fotógrafo veterano pero joven videasta, conocido por sus trabajos para Luis Alberto Spinetta, cree que el presupuesto es una excusa. "Hoy lo más rescatable es que hay muchos directores haciendo buenas cosas con poco presupuesto". "Seguir viviendo sin tu amor", aquel simple pero elogiado clip que posaba un láser sobre la cara de Spinetta, fue realizado por Martí en formato Súper VHS. "Recién con "Tomando mate en La Paz", de los Divididos, empecé a manejar presupuestos como la gente" reconoce el padre de Emmanuel Horvilleur.
En la oficina local de MTV, las necesidades llevan a privilegiar menos la calidad técnica. "A veces un tema fuerte sostiene un clip; fue el caso de "Verano del 92" de Los Piojos, que nos valió una queja de México porque la imagen no convencía -aclara Charly Vázquez-. En una época nos habíamos puesto muy exigentes y tuvimos que cambiar". De esta manera los jóvenes realizadores no pierden su espacio, aunque por ahora tengan que archivar los sueños cinematográficos en nombre de un presente publicitario y concreto.
Los clásicos y los favoritos de un género
Todos los directores y programadores consultados fueron invitados a elegir, y sólo uno de los realizadores se votó a sí mismo. Si bien no hubo un gran ganador, éstos fueron los clips más elogiados de la producción nacional: -"Cadáver exquisito", de Fito Páez, realizado por Mariano Mucci. Es uno de los clips más caros de la producción local. "De lo mejor que he visto, muy buen nivel técnico", dice Martí.
-"Abarajame", de Illya Kuryaki and The Valderramas, realizado por Alejandro Hartmann y Alejo Taube. "Uno de los puntos más altos", dice Galperín. Este clip y su estética tienen también sus detractores.
-"Matador", de Los Fabulosos Cadillacs, realizado por Pucho Mentasti. Algunos evitan mencionarlo, pero todos lo tienen muy presente. "Tiene mucha estética, pero a la vez está contando algo", dice Kaplan.
-"Mate", de Todos Tus Muertos, realizado por Pablo Vanasco. "Cuando hicimos el clip de "Andateí" para ese grupo nos costó mucho despegarnos de la imagen de éste", dicen Hartmann-Taube.
-Diego Kaplan: fue el director más elogiado por sus pares, aunque por diversos clips. Entre ellos el reciente "Bi bap um dera" que metió a Los Visitantes en "El planeta de los simios", y "Quiero estar entre tus cosas", con Daniel Melero hecho Frankenstein por uno de los presupuestos más exiguos del rock local: mil quinientos pesos.
Con menos votos pero llamando la atención aparecen algunas antiguallas como "En la ciudad de la furia" (de Alfredo Lois para Soda Stereo) o "Raros peinados nuevos", que en realidad no era un clip sino una gran performance de Charly García destinada a un video home. No faltaron los votos a clips realizados por músicos, como los últimos de Demonios de Tasmania o el "Remisero" dirigido por los propios Kuryaki. "Adrián Dárgelos, el cantante de Babasónicos, no termina de cinematografiar bien sus propios temas -opina Bonomo-, pero hizo un muy buen clip para Carca: "Príncipe oscuro"."
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