Los alumnos norteamericanos consumen más del 50 por ciento del ancho de banda bajando mp3 en computadoras que deberían estar dedicadas a la investigacion.
De no ser por la codicia ajena, el caso de Shawn Fanning nunca habría pasado de ser una historia más en el nutrido anecdotario de Internet: un chico de 19 años, ex estudiante de informática y fanático de Pink Floyd y Led Zeppelin, tiene una idea, la pone en la red y, de la noche a la mañana, se vuelve millonario. Sin embargo, esta anécdota fue noticia de primera plana cuando -a causa de su bendita idea- el chico se convirtió en el enemigo corporativo número uno de la industria discográfica norteamericana. ¿Cuál fue su idea? El Napster, la aplicación de intercambio de archivos mp3 más popular de Internet.
El programa (que puede bajarse gratuitamente de www.napster.com) funciona de modo similar a otros sistemas de intercambio de información, como Hotline (www.bigredh.com) o Carracho (www.carracho.com): convierte nuestra computadora en en un servidor, y ofrece un sistema de búsqueda entre otros servidores similares; es decir: pone a disposición de todos los usuarios del sistema la información que posee cada uno de sus miembros. La particularidad de Napster es que fue diseñado específicamente para rastrear archivos mp3. Cuando se instala por primera vez en un ordenador, el programa designa una carpeta en la que ubicará todos los mp3 que encuentre, y siempre que el Napster esté activado, esta carpeta estará disponible para cualquier usuario. En todo momento hay alrededor de 5 mil usuarios interconectados a través de esta aplicación; juntos, ponen en la red una cantidad pantagruélica de archivos mp3. (A propósito: un célebre adicto al programa afirma que tiene una carpeta con más de 23 mil canciones; unos 149 gigabytes de música.) El problema es que la mayor parte de estos archivos fueron obtenidos (copiados) ilegalmente. Se trata de -para usar la palabra elegida por la industria discográfica- piratería.
Actualmente, la Recording Industry Asociation of America (riaa, asociación que nuclea a las compañías discográficas norteamericanas) mantiene un juicio con los creadores de Napster, con el cual reclaman 100 mil dólares por cada descarga de un tema protegido por las leyes de copyright. Si riaa ganara la querella, Napster.com no tendría más remedio que declararse en bancarrota y desaparecer. Sin embargo, los expertos opinan que tal cosa no sucederá porque Napster no es un depósito de archivos mp3 sino una herramienta que los poseedores de archivos mp3 (legales o ilegales) usan para intercambiarlos. Responsabilizar a Napster.com por la piratería on line sería como responsabilizar por la piratería off line a la empresa de casetes tdk, o a la división de audio de la Sony, que fabrica todo tipo de equipos de grabación. Además, en la red existen miles de sitios que ofrecen archivos mp3 ilegales. ¿Por qué, entonces, Napster está en el ojo de la tormenta? Porque Napster es tan sencillo que hasta un ejecutivo de una compañía discográfica o el baterista de Metallica pueden usarlo. Fue exactamente eso lo que sucedió.
Hasta la aparición de Napster, los archivos mp3 ilegales invadían la red, pero encontrar uno específico era una prueba para la paciencia que ni Kwai Chang Caine. Con el Napster, alcanza con tipiar el nombre de una canción -si es muy popular entre los adolescentes norteamericanos, mejor- para que, al momento, surja una larga lista de opciones para descargarlo. Por eso, cuando Lars Ulrich (el baterista de Metallica) usó el Napster para ver qué había de su grupo en la red, encontró mucho más de lo que buscaba. Empero, lo que más lo perturbó no fue ver su discografía casi completa, sino encontrarse con "I Disappear", el nuevo track que Metallica grabó para la banda sonora de Misión: imposible 2 y que, por entonces, ¡el cuarteto todavía no había terminado de mezclar!
El 14 de abril pasado, Metallica se convirtió en la primera banda (riaa representa a los sellos, no a los artistas) en iniciar una querella contra Napster .com y contra las universidades de Indiana y del Sur de California, donde se registró el mayor tráfico de archivos. Al poco tiempo, los abogados del rapper Dr. Dre hicieron lo mismo. Pero ningún otro artista se sumó a la demanda. ¿Por qué? Los motivos son varios: por un lado, no pierden demasiado con esperar el resultado de esta primera acción legal; por el otro, la noticia de la querella no fue bien recibida por los fans. Si bien todos aceptan que la música es un negocio, los seguidores de los grupos esperan que quienes se preocupen por el dinero sean sólo los codiciosos ejecutivos discográficos; las bandas deberían estar del lado de los fans. Por eso, cuando Metallica inició su demanda, la acción fue vista como una señal de su avaricia. Y la red rápidamente albergó sitios paródicos: Paylars.com ("páguenle a Lars") ya juntó 15 dólares para compensar a los miembros del grupo por las regalías perdidas; Camp Chaos (http://
64.224.123.49/cartoons /napsterbad) tiene a un Lars Ulrich en versión animada que arenga a los fans: "Ustedes nos hicieron ricos, ustedes nos hicieron famosos y por eso siempre vamos a quererlos… A menos que bajen «Until It Sleeps» de Napster. En ese caso vamos a ver cómo se pudren en la cárcel".
Como resultado de la querella, hasta el cierre de esta edición de Rolling Stone Napster.com había impedido el acceso a 317.337 usuarios que tenían en su poder archivos mp3 de Metallica. Al mismo tiempo, 130 universidades norteamericanas habían eliminado el programa de sus sistemas. Según las autoridades de las casas de estudio, esta prohibición no se debe al temor de ser incluidas en la demanda, sino a que los alumnos consumen más del 50 por ciento del ancho de banda bajando mp3 en computadoras que deberían dedicarse a investigar. Algunos activistas universitarios tienen sus dudas: sienten que es simplemente un caso de censura. Desde luego, Napster cuenta con el apoyo de los fans -para quienes descargar temas gratis ya resulta casi una adicción- y, sobre todo, del mundo on line, que en mayo pasado le otorgó el premio Webby al mejor sitio de música. Y también hay artistas que se han pronunciado a favor del intercambio de mp3 on line. El nuevo tour de Limp Bizkit es gratuito gracias al auspicio de Napster.com; Chuck D, de Public Enemy, impulsa un concurso de canciones junto a Napster, y Dexter Holland, de The Offspring, también manifestó su apoyo a la empresa.
Naturalmente, ya han aparecido programas similares al Napster (como el OpenNap), que hacen posible el intercambio de música de un modo inédito y sin controles, ni peajes. Por el momento, la reacción de la industria de la música no fue adaptarse a los tiempos y capitalizar el beneficio promocional que obtiene en la red, sino tratar de restringir el crecimiento de un nuevo medio y la libertad de los usuarios. Los únicos que se pronunciaron abiertamente contra el libre intercambio de mp3 son los sellos y artistas que ya ganan millones en el negocio de la música. Y que resultan los más pirateados. Para las discográficas, mp3 es una mala palabra; para los artistas independientes, es el formato gracias al cual pueden dar a conocer lo que hacen. El problema, al menos por una vez, lo tienen los poderosos.
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