El arquitecto tucumano de Pixar
SAN FRANCISCO
La película Unidos, al menos su comienzo, transcurre en una típica ciudad de la Costa Oeste norteamericana en los años 80, con elementos arquetípicos de esa sociedad: autopistas, hip- hop, casas de suburbio, bicicletas, árboles, pandillas, personajes extravagantes. Buena parte de la recreación de ese ecosistema sociocultural fue obra de un argentino. Nacido en San Miguel de Tucumán, Gastón Ugarte (40) trabaja en Pixar desde 2007 y fue el encargado de pergeñar sus locaciones. Sentado en el amplio y luminoso salón principal del búnker de la compañía (cuyo nombre es el de su fundador, Steve Jobs), rodeado de colegas treintañeros con vestimenta casual que parecen conformar, también, un universo no menos ideal, Ugarte explica su tarea: "Mi equipo y yo somos responsables de crear el mundo Unidos. Somos los arquitectos digitales, los carpinteros, los albañiles de la película. Pero también hacemos montañas, vegetación, casas y todo lo que hay entre esos elementos. Todo lo que no es personaje, lo hacemos nosotros".
Fanático de River y del pintor Florencio Molina Campos, Ugarte es el único argentino entre los casi 1200 empleados que tiene la compañía perteneciente a Disney. Todos ellos trabajan en este campus que bien podría pertenecer a Silicon Valley –de hecho, queda a muy pocos kilómetros de esa meca tecnológica– por su diseño o comodidad y, sobre todo, por la conformación de su personal, una comunidad global y multiétnica que parece respirar el aire del mañana.
"Nuestro trabajo –prosigue Ugarte, con indisimulable tonada norteña argentina– requiere una colaboración constante entre el departamento de arte y nosotros. Tenemos que tratar de hacer en 3D todo lo que el departamento de arte crea. O sea, tenemos que tratar de ‘esculpir’ en la computadora lo que ellos dibujan".
Ugarte es el artífice de los elementos que aparecen en una de las escenas más logradas y espectaculares del film, cuando un atemorizado Ian intenta subir a la autopista con un auto por primera vez. Fracasa indignamente. Dan Scanlon, el director del film, oscila la cámara entre el gesto apabullado de Ian y la desbordante proliferación de autos, camiones, autobuses y motos que circulan a todo vértigo por la autopista. La escena es perturbadora, pero por la mejor de las razones: es una sucesión trepidante de estímulos, una fiesta visual.
Antes de Unidos, Ugarte había trabajado en algunos de los grandes hits de Pixar como Up, Toy Story y Coco. Esta última "fue un gran éxito, y reflejó en parte lo que Pixar busca, contar una historia –continúa el argentino–. Aquí es importante la tecnología, pero todo circula alrededor de la historia", asegura.
Admirador de Quino, Caloi y Fontanarrosa, Ugarte sostiene que Unidos es especial porque "no hay mejor historia de ficción que la inspirada en la realidad. Si podemos confeccionar un personaje desde una experiencia personal, seguramente a la audiencia le va a resultar creíble, porque, en algún punto, esos personajes creados también existieron".
Viaje de iniciación
Desde la maceración de la idea hasta el producto final, la confección de una película de animación moderna es un largo proceso que atraviesa varias etapas de trabajo invisible. Recorriendo los estudios Pixar es posible asomarse a esa catedral de la ilusión en la que el arte y la creatividad forman parte del altar. Recrear digitalmente una ciudad actual con todos sus detalles y su atmósfera, transmitiendo su pulso y su cotidianidad es una tarea de relojería de la que participan dibujantes, artistas, programadores, ingenieros y vestuaristas, cada uno completando el trabajo del anterior. Las locaciones de fantasía, por caso, son elaboradas en 3D, pero se basan, claro está, en locaciones ad hoc, que fueron diseñadas y luego replicadas primero a mano y luego en digital. Y así también con los personajes, cuyos mohines y gestos –de una precisión y vivacidad notables– son producto de la recreación, luego de un sofisticado proceso de armado que arranca muy artesanalmente, con bocetos hechos a lápiz.
Pese a ser un producto artificial, Unidos es una road movie en donde lo fantástico –el hecho de que los protagonistas sean elfos– termina siendo una presencia adyacente que queda subordinada a, y absorbida por, la sensibilidad de los personajes. Es por eso que las películas de Pixar adquieren categoría universal, son un crossover que fascina a los niños y enternece a los mayores. "Usualmente –cuenta Scanlon a LA NACION revista–, las películas de fantasía ocurren en un tiempo lejano en lugares maravillosos. No sucede lo mismo con Unidos. Hay algo único en el hecho de ver a estos personajes en un mundo tan familiar para nosotros. Es divertido verlos montar sobre patinetas, tomar un ómnibus, mirar televisión o jugar a los videos. Es algo que no hemos visto antes".
Al calor del éxito descomunal de Coco (desde su estreno en 2017 lleva recaudados cerca de 900 millones de dólares), la matriz de animación de Disney decidió apostar nuevamente a una historia de alumbramiento místico, un relato familiar que deviene aventura existencial cuyos protagonistas –dos elfos adolescentes huérfanos y una pléyade de personajes mitológicos– están dotados de una personalidad tan entrañable como heterogénea. Al igual que Coco, la pérdida –la muerte temprana del padre de los protagonistas– determina la narrativa del film: esa tragedia primigenia es la que provoca que los jóvenes salgan a la carretera en búsqueda de una quimera ambiciosa, la de recuperar, al menos por un instante, a su padre fallecido.
Scanlon llevó a la pantalla una partícula de su biografía personal. "La historia está inspirada en la extraña conexión que siempre tuvimos mi hermano y yo con mi padre –continúa el director–, que murió cuando yo tenía un año. Mi hermano tenía 3. Él siempre fue un misterio para nosotros. Sobre todo, porque una vez un familiar nos envió un casete grabado con su voz en el que solo decía dos palabras, ‘hola’ y ‘adiós’. Eran dos palabras, pero para mi hermano y para mí fueron algo mágico. Las preguntas que siempre nos hacíamos eran: ‘¿Cómo era él? ¿Me hubiese gustado y caído bien? ¿Qué cosas me diría él?’ Bueno, desde ese lugar vino la idea. Y se nos ocurrió pensar: ¿no sería asombroso pasar al menos un día con esa persona? ¿Qué diría? Y así fue que dijimos, bueno, tenemos que hacer una película donde eso sea posible. Y así surgió."
Esa es la chispa que enciende Unidos. Cuando Ian –voz de Tom Holland–, el menor de los hermanos Lightfood, que además de introvertido y cándido funciona como el alter ego del director, cumple 16 años, su madre –la voz es de Julia Louis-Dreyfus– le obsequia un enigmático amuleto que perteneció a su padre, el cual, si es manipulado adecuadamente, puede provocar que no solo el espíritu de Lightfood padre se presente, sino algo más, algo parecido a la existencia. Pero algo falla –falla de forma simpática, claro– y eso desata el viaje de iniciación de los hermanos. Al tierno de Ian –una mirada que crepita de melancolía– lo guía una lógica cartesiana: le cuesta creer que este mundo tan racional pueda albergar la posibilidad de un hechizo. Pero convencido por su hermano, los Lightfood se lanzan a la ruta a bordo de una camioneta. Quieren completar el conjuro. A lo largo del Oeste profundo, atravesarán todo tipo de incidentes y encuentros fortuitos. La química entre ambos y su temperamento tan dispar –a diferencia de Ian, Barley, el mayor, es caótico, carismático y locuaz– convierten a Unidos en una abigarrada y poética fábula vital.
Para Scanlon, la magia es una parte esencial de su película, pero en realidad funciona más como "una metáfora del potencial de Ian. En pos de alcanzar esa magia, él se ve obligado a tomar riesgos. Tiene que creer en sí mismo. Tiene que confiar. Tiene que escuchar a otros. No importa de hecho cuánta magia pueda desarrollar, Ian siempre tiene que asumir desafíos que le permitan crecer". Su hermano mayor, en cambio, "se ha ido preparando toda su vida para este viaje. Y confía plenamente –tal vez demasiado– que él puede lograr aquello que ambos salen a buscar".
Como ocurriera con Coco, si bien el esqueleto –su guion– tiene la suficiente solidez como para hacer de Unidos una historia atrapante, es su piel y su lenguaje visual la que la convierte en una pieza fabulosa. Esa fusión –ese encuentro– entre trama y estética da como resultado una obra trufada de guiños y gestos mundanos que se insertan dentro de un dispositivo técnico consagratorio, una cúspide de la industria del hardware en la que el progreso parece haber llegado al futuro. Unidos, también, es un hito tecnológico.
Otro fragmento clave en la película es la del "puente de la confianza", secuencia en la que Barley alienta a su hermano menor para que se anime a cruzar un puente desvencijado. Es una instancia crucial, no solo porque Ian lograr doblegar su desconfianza –a fin de cuentas, y a diferencia de su hermano, casi no convivió con su padre–, sino porque sirve para que ambos prosigan con su aventura. "En esa secuencia hasta usamos realidad virtual", completa Ugarte. Es otro ejemplo de la capacidad de la industria de la animación contemporánea para transmitir con convicción la pasión y el peligro del universo.
En un mercado colonizado y saturado por las ráfagas de superhéroes que dispara anualmente Marvel (también Disney) y DC (Warner), Pixar vuelve a apostar por un relato humedecido por lo fantástico y hasta por cierto oscurantismo pero, a la vez, cálido y cercano, un viaje de iniciación cuyo espíritu parece ser más deudor de Tom Sawyer o de Alicia en el país –o de Tim Burton– que de cualquier otro producto proteico del cómic norteamericano. Una peripecia luminosa con la suficiente carga de emoción y de esperanza como para conquistar a las masas.
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