El adiós al folklorista Hamlet Lima Quintana
Figura clave del nuevo cancionero
El poeta Hamlet Lima Quintana falleció ayer por la tarde a los 78 años, víctima de cáncer de pulmón, según confirmó a la agencia Télam su hijo Martín Lima. “Ayer por la tarde regresó a su casa, donde murió, desde el hospital en el que se encontraba internado –explicó Martín Lima–. Tenía una metástasis que se extendió al cerebro y se detectó a principios de enero.”
* * *
“Romperá la tarde mi voz/hasta el eco de ayer/voy quedándome solo al final/muerto de sed, harto de andar /pero sigo creciendo en el sol, vivo.” La voz de Mercedes Sosa irrumpió en los años 60 para echar a volar esos versos de resurrección.
Mario Arnedo Gallo, entrañable amigo de Hamlet, le había puesto notas a esta “Zamba para no morir”, como también daría vuelo a otra zamba emblemática: “La amanecida”.
Fue hacia comienzos de aquella década que se fundó en Mendoza el Movimiento del Nuevo Cancionero. Sus artífices fueron Oscar Matus, Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Eduardo Aragón y Tito Francia. En poco tiempo, Hamlet se sumaría a ellos, con su verbo encendido. El poeta había nacido en Morón en 1923 y estaba profundamente enraizado en el paisaje pampeano. De esa pertenencia da cuenta una obra fundamental, el ciclo coral, “Pampa verde”, escrita en 1973 y estrenada en 1985 en Olavarría.
El destino quiso llevarnos al poeta como nos había arrancado, a mediados del año pasado, a un músico tan querido como él, Oscar Cardozo Ocampo, con quien escribió esa suerte de cantata “Che-Diario del regreso”, dedicada al Che Guevara y estrenada en Cuba (en la Argentina nunca se presentó), con Jairo, en junio del 2000.
Hamlet se sentía poeta y narrador. En tal calidad publicó, desde su primer libro de poemas, “Mundo en el rostro”, de 1954, veintinueve obras, y se disponía a editar la número treinta. La última fue “Las otras casuarinas”. También fue periodista en el diario Clarín. Allí escribió en varias secciones y en el suplemento cultural.
Desde pequeño había tomado contacto, en el seno familiar, con la música y la poesía. A partir de la década del 40 y hasta mediados de los 60 se desempeñó como músico y cantor, primero en la compañía de Ariel Ramírez, luego en Los Musiqueros y más tarde en Los Mandingas. También formó un dúo con Mario Arnedo Gallo y finalmente fue solista, hasta que dejó de cantar.
Como sus letras rompían los moldes poéticos aceptados hasta ese momento, fue criticado por los sectores más conservadores del folklore. No obstante, su obra fue muy bien recibida por los intérpretes y el público. Solistas y conjuntos argentinos y extranjeros interpretaron canciones con poesías suyas, como “Zamba para no morir”, la huella “La cuatrereada”, el “Triunfo de las salinas grandes”, “Juanito Laguna remonta un barrilete” y “Crónica de un semejante”, entre otras. También ha dejado una biografía de Osvaldo Pugliese, más de cuatrocientas canciones –doscientas de ellas registradas–, que se siguen cantando en toda América.
El Movimiento Nuevo Cancionero había dado origen a una vasta renovación melódica y literaria a la que se incorporó una pléyade incontable de intérpretes, entre ellos, César Isella, Víctor Heredia y Horacio Guaraní.
Así como “La amanecida” marcó un antes y un después en la historia del folklore, y más tarde la “Zamba para no morir” afirmó su estilo renovador, la persona de Hamlet nos deja el recuerdo de un ser sensible, de palabra cálida, de amigo entrañable y generoso. Una figura patriarcal no solamente por su aspecto (una barba señorial), sino por su decir pausado y su compromiso con el ser humano.
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