El adiós a Ossie Davis

LOS ANGELES (EFE).- Ossie Davis, uno de los actores norteamericanos que más se distinguieron a la hora de llevar las injusticias raciales a la pantalla, fue encontrado muerto, aparentemente por causas naturales, en una habitación de hotel de Miami, adonde había viajado para iniciar el rodaje de una película. Tenía 87 años.

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Se llamaba Raiford Chatman Davis y desde muy pequeño era conocido como Ossie, porque así sonaba en boca de su madre, con el acento típico de su región de origen, la pronunciación de las iniciales de sus dos nombres. Había nacido el 18 de diciembre de 1917 en Cogdell, un pequeño y bello rincón de Georgia hoy dedicado mayormente a la industria de la madera y que en aquellos tiempos vivía como muchos estados del sur norteamericano los dolorosos efectos de la segregación racial.

El haber sido testigo desde la infancia de esa situación seguramente forjó la personalidad del futuro actor en la lucha por señalar y evitar tales abusos, rasgos que marcaron una carrera larguísima y plena de logros.

Davis compartió codo a codo gran parte de esa vida, en la que todo el tiempo se mezclaron los proyectos artísticos y un compromiso cotidiano por esa causa con su no menos reconocida esposa Ruby Dee, con quien formó una de las parejas más consolidadas e íntegras del mundo del espectáculo en Estados Unidos. En 1998 habían celebrado las bodas de oro de su matrimonio con la publicación de una autobiografía escrita en común, titulada "In This Life Together" ("Juntos en esta vida"), pero ayer se encontraban circunstancialmente separados. En el momento de su deceso, Davis había iniciado en Miami el rodaje de un nuevo film ("Retirement") y Dee estaba haciendo lo propio, pero en Nueva Zelanda.

Contra la discriminación

La celebración conjunta de una pareja que dedicaba buena parte de su tiempo libre en las mismas tareas de promoción de derechos civiles para sus pares y de lucha contra la discriminación racial en el mundo del espectáculo tuvo su punto culminante en 2004, cuando ambos recibieron el Kennedy Center Honor, premio a la trayectoria considerado como equivalente norteamericano de la Legión de Honor francesa y que se entrega en Washington durante una ceremonia a la que asiste el presidente de Estados Unidos.

El reconocimiento que Davis recibió allí junto a su esposa y a otras figuras (Warren Beatty, Elton John, Joan Sutherland, John Williams) el 5 de diciembre último fue una suerte de desagravio para una figura que debió enfrentar las acusaciones del comité de actividades antinorteamericanas en tiempo de la "caza de brujas" de los años 50. No recibió acusación formal alguna, si bien nunca ocultó su cercanía con las causas defendidas por el líder socialista negro William Du Bois y el cantante Paul Robeson, tan amigo de Davis como el activista Malcolm X.

Actor, productor, director, autor, Davis fue una de las figuras artísticas más representativas de la cultura afroamericana durante los últimos 50 años, desde su primera aparición en la aplaudida "El odio es ciego" (1951), de Joseph L. Mankiewicz, hasta su frecuente presencia en los últimos años con films de distinto compromiso, de "El cliente" y la última versión de "Doce hombres en pugna" (para la TV, en 1997) a comedias como "Dos viejos gruñones" y "Yo no soy Rappaport", ambas junto a otro gran comediante, Walter Matthau. También trabajó mucho a las órdenes de otro cineasta negro y comprometido con las causas sociales, Spike Lee.

Tal vez el papel que mejor haya sintetizado la carrera de ese actor expresivo, dúctil y de gesto amistoso fue el del padre Gillis, el sacerdote católico castigado por el Ku Klux Klan en un lugar de ficción muy parecido al de su infancia real para el que fue convocado por Otto Preminger en "El cardenal" (1963), todo un manifiesto cinematográfico contra el odio racial.

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