Ejercicio de elegancia formal
"Las horas" ("The hours", Estados Unidos/2002). Dirección: Stephen Daldry. Con Nicole Kidman, Meryl Streep, Julianne Moore, Ed Harris, Toni Colette, Claire Danes, Jeff Daniels, Stephen Dillane, Miranda Richardson, John C. Reilly y Allison Janney. Guión: David Hare, basado en la novela de Michael Cunningham. Fotografía: Seamus McGarvey. Edición: Peter Boyle. Vestuario: Ann Roth. Música: Philip Glass. Diseño de producción: Maria Djurkovic. Producción de Miramax y Paramount presentada por Buena Vista International. Duración: 114 minutos. Para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: buena
"Las horas" combina los mayores méritos y los peores clisés de lo que Hollywood considera como cine de arte "profundo" y "sensible", una mixtura entre la sofisticación importada de los centros europeos y los lugares comunes de la intelectualidad neoyorquina, una apuesta a la elegancia formal a partir de la contratación de grandes especialistas en cada uno de los rubros técnicos y estéticos para desarrollar en dos horas todos los temas (supuestamente) trascendentes que puedan imaginarse en una búsqueda desesperada por ganar la carrera hacia los premios Oscar.
Esta receta de cine de qualité que propone "Las horas" incluye una novela vendedora y al mismo tiempo prestigiada con el premio Pulitzer como la de Michael Cunningham; un guión virtuoso como el de David Hare que interconecta tres historias de mujeres en tres épocas diferentes; temas "importantes" que van desde el acercamiento a una escritora prestigiosa como Virginia Woolf hasta la crisis existencial y el suicidio, pasando por la culpa y la represión, el sida y la locura, la identidad sexual y las relaciones familiares; un director de origen teatral como el inglés Stephen Daldry, que llegaba con el aclamado antecedente de "Billy Elliot"; un trío de grandes actrices acompañado por un lujoso desfile de excelentes intérpretes secundarios; y un verdadero seleccionado de diseñadores, iluminadores y vestuaristas.
¿Son suficientes esos ingredientes, exquisitos si se los analiza de manera separada, para conseguir un plato verdaderamente logrado en sus matices y sabores o, ya planteado en términos cinematográficos, convincente en términos de solvencia y consistencia dramática? La respuesta, en muchos sentidos, resulta negativa. "Las horas" es una película pretenciosa, rígida, solemne y prefabricada, demasiado autoindulgente y autoconsciente de la supuesta importancia de su propuesta.
Inspiradas en la exploración confesional, íntima y revisionista, así como en el clima casi sensorial de la novela "Mrs. Dalloway", las tres historias de "Las horas" carecen de la profundidad y agudeza psicológica, de la crítica moral, y de la compleja y ácida mirada hacia el establishment que sí se desprende de la prosa de Woolf.
La película arranca precisamente con el suicidio de Woolf (Nicole Kidman): el 28 de marzo de 1941, la escritora llenó los bolsillos de su vestido con piedras y se sumergió en las aguas del río Ouse, muy cerca de la casa de campo que compartía con su sobreprotector marido (Stephen Dillane).
Tras ese prólogo, que marcará el tono trágico, romántico y femenino del relato, la acción se remonta a 1923 para indagar en un día de la conflictuada existencia de Woolf durante la escritura de "Mrs. Dalloway", se extiende hasta 1951 para describir el vacío y el brusco vuelco en la vida de Laura (Julianne Moore), una reprimida y sufrida esposa, madre y ama de casa californiana que se identifica con el personaje de Dalloway; y culmina en el Greenwich Village neoyorquino de 2001 con las penurias de Clarissa (Meryl Streep), una agente literaria que intenta mantener la cordura mientras se esfuerza por organizar una recepción en honor de su amigo Richard (Ed Harris), un poeta enfermo de sida distinguido con un premio a su trayectoria.
El guión de Hare no sólo utiliza la novela y al personaje de Clarissa Dalloway como nexo entre las tres heroínas sino que las vincula también a partir de simétricas obsesiones como la muerte, el replanteo de una vida que -intuyen- pudo haber sido mucho más apasionante y plena si hubiesen adoptado las decisiones correctas en los momentos apropiados, la bisexualidad (las tres han tenido, tienen o sueñan con tener apasionados amantes de ambos sexos) o las contradicciones que inevitablemente acarrean tanto las relaciones familiares como las convenciones sociales en los distintos tiempos y urbes.
Sobrio y preciso
Daldry y su equipo de colaboradores conducen el relato con sobria estilización y quirúrgica precisión, pero al mismo tiempo sin ofrecer demasiadas sorpresas ni hallazgos. Algo similar puede decirse de cada uno de los rubros artísticos, que resultan tan incuestionables como previsibles. La fotografía de Seamus McGarvey es vistosa y reluciente, la banda sonora de Philip Glass omnipresente, ampulosa y -a esta altura- algo reiterativa, y el minucioso cuidado en las reconstrucciones de época sólo demuestran el profesionalismo imperante en Hollywood.
Pero si hay algo que distingue a "Las horas" por sobre el común de los retratos femeninos es el trabajo de las tres protagonistas y de las grandes figuras que las secundan, entre los que se destacan el apuntado Stephen Dillane, Toni Collette (la amiga de Laura), Claire Danes (la hija de Clarissa), Jeff Daniels (el amante de Richard), John C. Reilly (el esposo de Laura) y Miranda Richardson (la hermana de Woolf). La única nota disonante de esta sinfonía interpretativa es la sobreactuación lindante con el estereotipo que entrega Ed Harris.
Una vez más, es una aquí irreconocible Nicole Kidman (aparece con una prótesis nasal para asemejarse a Woolf) la estrella que más brilla en medio de esta constelación de divas. Este papel, un reverso casi opuesto del glamour de "Moulin Rouge" y del miedo casi eléctrico que entregó en "Los otros", la ratifica como una de las actrices más dúctiles del cine contemporáneo y le agrega a "Las horas" una carnadura y una credibilidad que esta película autocomplaciente extraña en buena parte de su extensión.
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