La historia desconocida del padre de Rodrigo, Eduardo "Pichín" Bueno
Rodrigo Bueno nació y creció durante la década del setenta en una casa de clase media donde la música y especialmente el cuarteto tenían un lugar protagónico. Su padre Eduardo "Pichín" Bueno, que aparece en la película El Potro, lo mejor del amor, representado por Daniel Aráoz, era un referente de la industria discográfica desde la década del sesenta. Fue difusor de lo que era CBS en ese momento, descubrió a María Martha Serra Lima cuando era gerente artístico en Epic, trajo al país a Rafaela Carrá y era uno de los principales distribuidores de música en Córdoba.
Rodrigo tuvo acceso a todo el material de música que circulaba por esa época, desde el cuarteto original al que había estado vinculado el padre de "Pichín" y abuelo de Rodrigo hasta discos de Frank Zappa y Electric Ligh Orchestra.
En la oficina que tenía en su casa del barrio San Martín, "Pichín" Bueno guardaba todos esos tesoros discográficos que fue acumulando durante sus años en la industria con el afán de un coleccionista. Incluso Rodrigo cuando volvió años después a Córdoba para buscar material de archivo de su padre para el proyecto tributo al cuarteto característico A 2000, encontró todo clasificado y en perfecto estado de conservación.
El talento natural de "Pichín" Bueno para los negocios-de boletero en los bailes del Club Atenas, donde conoció a Bety Olave, a gerente de un sello grande acompañaron y construyeron los deseos de un hijo con hambre de gloria artística. Rodrigo desde pequeño quería dedicarse a la música: "Cuando vi a la Mona a los ocho años me explotó la cabeza". "Pichín" fue abriéndole de a poco su camino. Todos empezaban a enterarse que el hijo de "Pichín" era cantante. Lo hizo grabar coros en el disco de Carozo y Narizota y participó de otros proyectos de música infantil como "Baby disco" y "Nicola Nicolita". También lo acompañó para que participe del programa de televisión Festilindo, en Buenos Aires.
La vida cotidiana de la familia Bueno giraba alrededor de la música. Los viajes y negocios de Pichín en Buenos Aires eran constantes. En el imaginario de Rodrigo se empezó a construir la imagen de un padre ausente y victorioso en la gran ciudad de Buenos Aires. La vida escolar de Rodrigo estaba descontrolada y lo habían encontrado robando ropa a pesar de que no necesitaba nada. Pichín sintió que, más allá de la precocidad de su hijo (estaba en séptimo grado cuando abandonó la escuela), tenía que encauzarlo en la música, lo único que verdaderamente parecía interesarle.
En 1984, la oportunidad se presentó delante de sus ojos. El manager del grupo bailable Manto Negro y amigo personal le contó que se había quedado sin cantante. "Acá tengo un sucesor, mi hijo Rodrigo . Es una luz vas a ver. Va a tocar el cielo con las manos". "Pichín" no se equivocó. Ese pequeño de 13 años desfachatado y con un carisma especial, que ya se había trepado a los escenarios con la Mona Jiménez y con Chébere, comenzaría definitivamente con Manto Negro un largo derrotero artístico.
Fueron años de pérdida ecónomica para "Pichín", que lo impulsó a grabar sus primeros dos discos solistas, poniendo en garantía los contactos personales que había desarrollado en el negocio de la música. Pichín Bueno fue el encargado de conseguirle a su hijo Rodrigo los arregladores para cada disco y armar las bandas, que incluyeron desde un pionero del rock cordobés como Humberto Sánchez hasta un grupo de exrockeros llamado Los Navarros.
Los ensayos eran en el garaje de Pichín. "Había armado un mini estudio para grabar los demos, y con pocas horas de tener aprendido lo elemental, el loco de Rodrigo ya secuenciaba una base y había hecho una letra. Un caño. Le enseñé tonos mayores y menores en ambos instrumentos y a la noche ya estaba componiendo", recordó el músico Marcos Bima, uno de los arregladores del disco Aprendiendo a vivir, de 1991, en una nota con La Voz del Interior.
También se dedicaba a armar las giras, pagar a los músicos y agotar todos sus recursos en el circuito cordobés. El interés del sello Polygram, por los 10.000 discos vendidos de Aprendiendo a vivir renovó el entusiasmo del padre de Rodrigo, que a esa altura había abandonado todos sus negocios para dedicarse enteramente a la carrera de su hijo y empezaba una nueva etapa con Pepe Luis Gozalo como representante.
Pichín Bueno vivió con Rodrigo todo el proceso más desgastante del Potro como artista y toda su etapa previa cuando se hacía llamar el Bebote: hasta grabó por insistencia de Pichín un disco de salsa con Sony para salvar los gastos de la carrera de Rodrigo y proyectarlo a otros mercados. También compartió con Rodrigo giras interminables sin ganancias, una convivencia familiar desgastante y una época donde los éxitos se medían con cuentagotas.
En todo ese período Pichín hizo de guía artístico, padre severo ante el encuentro de Rodrigo con los excesos de la noche y productor a tiempo completo. El 25 de julio de 1994, Pichín Bueno se descompensó en la puerta del boliche Joya de Fiorito, donde Rodrigo tocaba esa noche. Murió a los 47 años de un paro cardiorrespiratorio. El éxito de Rodrigo recién explotaría cinco años después. En medio de ese torbellino mediático, el propio Rodrigo dijo: "Pichín me tendió la alfombra roja para mí carrera como músico. El legado Bueno continúa."
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