Es temprano por la mañana, pero la actividad que ocupa cada rincón a la vista tiene el ritmo de aquello que está en funcionamiento desde hace horas, días, semanas. Nueve, para ser precisos. Ese es el tiempo que llevaban las grabaciones de Edha , la primera serie argentina producida por Netflix –cuyos diez episodios estarán disponibles mañana en la plataforma–, cuando Daniel Burman , su creador y showrunner, abrió las puertas del mundo en el que transcurre la ficción.
Aunque no hay cartel que lo indique, al entrar por una estrecha escalera que desemboca en un salón tan ancho como alto, enseguida resulta evidente que se está ingresando al reino de la protagonista, Edha, interpretada por Juana Viale . Se trata de un mundo en el que la creatividad y el arte están fundidos, hasta hacerlos inseparables, con la pérdida, el dolor, el aislamiento y unos secretos que se esconden en la casa que habita. Una mansión de 1906 en la zona de Retiro que ahora es un circo de veinte pistas, entre las que se destacan impresionantes obras de arte, los típicos objetos de un taller de diseño de indumentaria y cámaras y más cámaras. Y cables y técnicos que aparecen a la vuelta de cada esquina, en cada habitación, que, cuando no forman parte de la escena, bien podrían pertenecer a la exposición de decoración Casa FOA, que alguna vez se llevó a cabo aquí mismo.
"Tomamos el universo de la moda como una paradoja. Se cree que la verdad de uno está en la desnudez, cuando en realidad lo que nos ponemos dice mucho más de quienes somos. La moda me interesaba desde el punto de vista estético y conceptual. Este es un thriller con mucho suspenso y misterio que se enmarca en los diferentes aspectos del universo de la moda, pero no trata sobre la moda", dice Burman en una pausa de las muchas responsabilidades y decisiones que implica este nuevo rol de showrunner que está descubriendo con Edha, escrita por Mario Segade y Virginia Martínez.
Es el final de un largo recorrido que comenzó con una charla con el equipo de contenidos de Netflix. "Todo fue de una sencillez apabullante. Pedimos una reunión, nos la concedieron, viajamos, contamos los proyectos que estábamos desarrollando en Oficina Burman –usina de contenidos que el director de El abrazo partido lleva adelante desde hace ya unos años–, se interesaron particularmente por este ciclo y a partir de ahí empezó para mí un proceso de aprendizaje extraordinario. De buscar y modelar el programa que todos queríamos hacer. Contrariamente a la fantasía que uno puede tener, no hubo una bajada de línea ni ocurrió esa escena que algunos imaginan en la que Netflix sabe lo que la gente quiere ver y te lo pide. Lo que sí hay es una ayuda muy fuerte en el desarrollo del proyecto, y un trabajo de guion de una exigencia imposible de reproducir en palabras", explica Burman, y resume la dinámica de trabajo que se armó con la plataforma de contenidos con una pregunta que se repitió durante todo el proceso: "¿Es esta la mejor manera de contar la historia?".
Arte y parte
Más allá del entusiasmo del director al contar el recorrido de Edha, que se verá desde mañana en los 190 países en los que el sistema de streaming está disponible, más temprano que tarde le avisan que se terminó el recreo y que debe volver a coordinar el trabajo del enorme equipo a su cargo. En su lugar, aparece Marcelo Salvioli, artista plástico y director de arte de la serie para oficiar como experto guía del recorrido por los espacios que habita la protagonista, unos ambientes donde nada –explica– está librado al azar y todo fue pensado para evidenciar el modo en que el impulso creativo de Edha es su modo de sublimar el sufrimiento y la forma distante en la que se relaciona con el mundo.
Para que no queden dudas, en su habitación –decorada enteramente de blanco– la cama está enmarcada por un cubo metálico de aspecto casi monástico. Poca suavidad y muchos bordes puntiagudos que demuestran la rigidez de Edha, que solo flaquea cuando se trata de su hija, Elena (interpretada por Delfina Chaves). Ese será solo uno de los vínculos familiares que se pondrán a prueba en el transcurso de la serie, cuya trama empezará a enredarse cuando los negocios de la marca que lleva su nombre, pero están a cargo de Lorenzo, su padre (Osmar Núñez), trasciendan el ámbito creativo y sofisticado en el que vive la diseñadora y viajen al otro extremo de la cadena productiva, donde lo único que existe es explotación y peligro.
La guerra de los mundos
"Contamos una historia de amor distinta, alejada del melodrama donde lo que más me enorgullece a mí es que los dilemas morales de los personajes no cambian por su condición social. La narración amalgama situaciones en las clases sociales más opuestas, pero se verá que todos los personajes atraviesan dilemas parecidos. Para los protagonistas, sus miserias y sus triunfos no cambian porque vivan en Lugano o en Recoleta. En lo práctico puede ser así, pero a nivel emocional, humano, el dolor de la pérdida, la falta, la ausencia, el desamor, eso nos atraviesa a todos por igual", detalla Burman, que junto a los autores trazó esa aparente distancia y sorprendente coincidencia en el espacio geográfico entre la casa de Edha y Lugano, el barrio donde vive Teo, el personaje interpretado por el español Andrés Velencoso, que actuará de puente –misterioso y lleno de secretos– entre uno y otro universo.
"Teo emprende un recorrido muy interesante. Va del mundo de Lugano, de ese paisaje tan característico y todo lo que implica, al ámbito de Edha. En el transcurso del programa Teo cambia, se transforma", aporta Velencoso entre una escena y otra, acento español en boca y mate en mano y con mucho cuidado de no revelar demasiado de la compleja trama que involucrará a su personaje con el de Viale.
Tan lejos, tan cerca
Por cuestiones de la magia de la TV y la conveniencia de una producción enorme, en la grabación de la serie el recorrido entre la casa de Edha y Lugano es de apenas unos metros. Allí, en lo que era la lavandería de la vieja mansión de más de cien años, está armada la casa de Yustín, el personaje a cargo de Flavio Mendoza, un ambicioso representante de modelos afincado en Lugano que se relacionará con Teo y Celia, interpretada por Sofía Gala Castiglione.
De los cuadros con firmas famosas a los pósteres pegados con cinta y las paredes descascaradas, el diseño de producción de la serie es tan meticuloso como el de vestuario, creado por Roberta Pesci, que aporta sutiles pistas para conocer algo de los herméticos personajes, que "no son fáciles de descifrar", como los describe Pablo Echarri con su Jáuregui a la cabeza. Es un abogado avezado que regresa a la vida de Edha después de un tiempo de ausencia para intentar reconectarse con Elena, la hija de ambos. Como muchos de los puntos claves de la historia, habrá que esperar para dilucidar si sus verdaderas intenciones tienen que ver con un postergado amor paternal o con razones menos tiernas. Es una de las tantas incógnitas que irá desenredando la trama, repleta de nudos, intrigas y máscaras que, como dice la protagonista en el primer episodio, "solo sirven para protegernos de nosotros mismos".
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