La banda reversionó sus clásicos para llegar a un sonido más moderno
Duran Duran no se llevó el mejor lugar en el cartel del festival, pero dijeron que nos les importaba: venían a conquistar nuevos fans. A juzgar por lo que pasó en el Main Stage 2, no hacía falta. Un público mayormente millenial no solo cantó las canciones sino que preparó coreografías para acompañarlas. La banda estuvo a la altura: remixó, mashapeó y hasta aceleró algunas canciones. “Reach for the Sunrise” fue el perfecto ejemplo de eso: empezó con bases electro dignas de cualquiera de los jóvenes DJs que tocaban a metros en el Perry’s Stage. Luego, el tema se desvió hacia “New Moon on Monday”, para más tarde retomar su camino al estribillo original. El siempre elegante Nick Rhodes fue el encargado de llevar adelante la actualización de sonidos con sus sintetizadores que hace tiempo dejaron de ser ochentosos.
Los ingleses también se tomaron el tiempo para homenajear a David Bowie a través de la unión de un clásico propio, “White Lines”, y “Space Oddity”. Volvieron a guiñarle el ojo algunos temas más tarde, cuando le sumaron arreglos de “Let’s Dance” a “White Lines”.
Denise Tempone
LA NACION