La primera gran figura del trap argentino habla de su nuevo disco, Desde el fin del mundo, que presenta este jueves con un show en streaming; pero también de los excesos, de crecer de golpe y del éxito para el cual no estaba preparado
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“Está bueno de venir a nadar con tiburones”, dice Duki desde Miami a través de una videollamada. Y ahí es cuando aflora su costado más familiar y también más razonable. Si bien es la figura más importante del trap argentino, sabe que todavía para el mercado internacional es, en sus propias palabras, “un pichoncito”. Pero eso, claro, no significa que se apichone. Todo lo piensa en grande, y así fue que gestó la presentación de Desde el fin del mundo, su muy buen segundo disco de estudio.
Este jueves 27 de mayo a las 21, desde el canal de YouTube de Movistar, podrá verse por streaming el show que grabó en El Calafate, bien cerca del glaciar Perito Moreno. “Queríamos defender el disco en vivo pese a las condiciones mundiales y a que todavía no hay shows multitudinarios”, cuenta Duki. “Cuando empezamos a hablar, salió la idea de buscar lugares en el Sur, para que tenga relación con el fin del mundo. Y me parecía que el glaciar, ese gigante del hielo, iba a ganar siempre frente a otras opciones. El atractivo era que podíamos estar muy cerca, y en mi cabeza me armé la peli de cómo iba a ser, con los drones pasando entre el hielo y el agua, y dije: ‘Es ahí'”.
Con esa idea, Duki y su equipo planificaron el viaje y resolvieron todo en dos días. “El primer día nos llovió todo y tuvimos que desmontar”, dice Duki. “El segundo día lloviznaba pero lo hicimos igual, con toda esa adrenalina de no perder los equipos bajo el agua. La gente del Parque Nacional se re copó con la idea y pudimos montar todo muy cerca del glaciar”. En escena, Duki estará acompañado por sus dos productores, Yesan y Asan, más algún que otro invitado de los que colaboran en el disco, pero que prefiere no adelantar.
-Ahora que te acompaña una estructura grande, ¿sentís que tenés que estar a la altura creativamente a la hora de pensar las puestas en escena?
-Siempre en algún punto tuve esa iniciativa. Antes no podía desarrollar las ideas pero cuando hice el Luna Park me peleé con mi viejo porque quería meter una estructura de metal de tres pisos que salía como medio palo, y la terminamos metiendo igual. Toqué en el Luna con la estructura que yo quería, como se me cantaba el circo. Mi equipo siempre me dio esa posibilidad de explayarme y probar cosas nuevas. Ahora estoy más seguro de mí, más relajado y es mas fácil tomar ciertas decisiones, saber que uno está yendo correctamente en la estética que está tomando. Antes tenía una inseguridad más grande y me frenaba, ahora siento que hago lo que quiero y sin presiones de cómo se lo van a tomar los demás. Tengo un respaldo económico y contactos, son herramientas que sirven. Mañana puedo hacer un show en cualquier lado. Tengo esa posibilidad de soñar.
-Y también te obliga a pensar más en detalle. Porque el hecho de que tengas más presupuesto no te asegura que la puesta vaya a estar buena.
-Creo que el fan en algún punto no solo adopta la música, adopta todo. La diferencia es que si me gasto 100 mil y le pongo algo de mí es más probable que guste que si llamo a un chabón que es mega crack que le hace visuales a todo el mundo pero no sabe nada de mí. Si tiene una gotita de Duki, la gente lo va a aceptar. Es tener el 50 por ciento del partido ganado. A la idea la abordamos nosotros y buscamos un ejecutor que nos ayude a que tenga nuestra impronta. Si derivás a gente desde el tecnicismo pero no agarran lo orgánico del artista, se pierde la imagen. Yo trabajo con Elefante Diamante, que también trabaja para Hernán Cattáneo y con él usa visuales mega locas que para mi show no aplican. Conmigo usa más filtros, una cámara para enfocarme en vivo... son otras alternativas.
-Tanto desde lo visual cómo desde lo musical, ¿cuánto te planteás hacer lo que el público quiere y cuánto sorprenderlo?
-No pasa por plantearmelo así, pero para mi la música es disfrute y elijo disfrutarla haciendo mi camino. Con mis errores, haciendo las cosas bien y mal. Si algo me moviliza, voy y lo hago. Cada tanto le doy regalos al público, siempre trabajo esa empatía porque me permite esto. Puedo hacer un drill mega raro y que los fans digan: “Está re ido”, y los que no son tan seguidores digan: “¿Qué está haciendo?”. Es medio fifty-fifty. Me piden esos temas de amor tristes y yo ya no estoy triste, no estoy mal por amor pero hice “I Dont Know” porque sé que les gusta esa voz que hago. Le puse esa energía. Es buscar esos puntos de conexión pero siempre tiro más para mi lado.
-Es raro lo que contás de “I Don’t Know”, porque el hip hop y el trap son muy autorreferenciales y el valor parece ser hablar siempre de uno mismo. ¿Te imaginás yendo por letras que se escapen de eso?
-Me pasa un toque que me cuesta abordarlo si no es algo que me pasa netamente a mí. No puedo sentarme a escribir que estoy mega enamorado si no lo estoy. Esa canción partió de algo que yo había vivido y pude reconstruir. Si me pasó o lo viví, te lo puedo explicar realmente, no me gusta pasar las cosas por encima. Te puedo hacer un tema mega digerible, de plástico, con un léxico promedio para que suene en las radios, pero a mí hoy no me salen esas palabras y no lo puedo interpretar, no me gusta. Parte de ser rapero es eso, somos fieles de expresar lo que vivimos y lo que nos pasó. Tiene que ver con el método de composición. Yo soy del freestyle y no de escribir cosas en orden narrativo.
-¿No te imaginás combinando los dos procesos?
-Hoy en día no. No me hallo escribiendo de esa manera porque no la puedo relacionar a mi música, por un tema de composición. No es fácil sentarme a contar una historia narrativamente sabiendo que me voy a condicionar a rimar un palabra cada cuatro. Para hacerlo tendría que cambiar totalmente la forma de hacer canciones, las estructuras, hacer oraciones largas, tratar de alargar y entonar para evadir la rima. Buscar la matemática musicalmente y no verbalmente es una capacidad que no la tengo trabajada, tal vez cuando me pueda sentar dos o tres horas a escribir, pero hoy no encuentro un momento.
-¿Y no te gustaría tener tiempo para vos?
-Antes yo pensaba lo mismo. Ahora pienso: “Saqué un disco, salgo de gira, estoy en Miami, todo es tiempo para mí. Es hasta egoísta en algún punto, solo hago cosas para mí, esa es la forma real de verlo. Y yo elijo hacerlo así, no es que me hacen una gira que no quiero, son cosas que elijo y me siento cómodo, estoy tirado una hora y siento que se me está yendo el mundo. Creo un poco eso, mi familia y la gente que me extraña lo sufren, porque los veo poco, pero estoy en un mood en el que estoy yendo para adelante.
-¿Sentarte a componer un disco no fue una forma de parar la pelota? Porque se nota la unidad con respecto a tu debut.
-Siento que también fue entender de verdad qué era hacer un disco. La primera vez hice un disco porque le quería demostrar al mundo, esta vez elegí hacer un disco porque me lo quería demostrar a mí mismo. Cuando armás tu camino y tenés tu proyección es simple saber cuál es el siguiente paso y cómo darlos estructuradamente. Tenés 10 o 15 pasos de saber qué va a venir y trabajarlo. Pero a veces me gusta salirme de eso. Cuando decidí hacer el disco no estaba en mi mejor momento, estaba en el ojo de la tormenta porque empezaron a salir nuevos artistas, todos sacando hitazos y el comentario era: “¿Y el Duko qué onda, está cayendo?”. Entonces yo podría haber sacado un hit y listo, pero me encerré a hacer un disco. Hago todos los temas que tengo que hacer y si la gente no le gusta no le gusta, pero sé que lo puedo hacer y que esté buenísimo.
-Y ya sabés que lo más elaborado o arriesgado no siempre es lo más exitoso. Probablemente tu flow en “7 pakas” sea de los mejores de tu carrera y no es un tema popular.
-Claro, es uno de los temas que sacamos con C.R.O. al que le fue más tranqui, y me parece un temón también. Siempre supe sentirme satisfecho pese a las views, la diferencia era que, en ese tema, se nota que la rompo y no hay ningún comentario que diga lo contrario. En otros temas que quizás no les pongo tanta mística, dejo algunos baches, entonces está la posibilidad de que venga un p... y me diga: “Che esto es una m...”. Y yo sé que no es así, pero sé que si le daba otra vuelta de rosca eso no pasaba. También por ese lado viene el compromiso de hacer un disco, de decir: “Me voy a comprometer con las obras y no dejarlas así nomás como están”. Siempre me satisface sacar temas y por eso los saco. Me tiro un freestyle y me dan ganas de sacarlo al mundo porque sé que alguien lo va a vacilar, pero yo con el disco no iba a buscar views, iba a buscar respeto. Me habla gente que no le cabía mi onda y ahora me dicen: “Che, estás mucho más maduro”. El otro día uno en el aeropuerto me dijo: “Mi hijo me hizo escucharte a vos y ahora me gusta”. Amigas de mi vieja lo mismo. Me repiten frases y las analizan, eso antes no pasaba. Hace mucho tiempo que no estoy en la carrera de las views, con mi equipo cuidamos mi imagen. Es otra fidelidad artística la que busco, no la de las redes.
-Bueno, de hecho cambió muchísimo tu imagen pública. Se te nota mucho menos agresivo en las redes sociales.
-Logré relajarme. Me pasó que cuando “me pegué” había presión y bronca en el aire, mucha envidia. Llegaba a los lugares y era el mas “guachín” y el “mas pegado” y tenía que andar con cara de matón porque seguro venía uno a faltarme el respeto y me querían “descansar” adelante de los demás. Y empecé a generar una conducta netamente ofensiva. N siquiera defensiva, iba al choque todo el tiempo. Estaba arriba de ese pony y no me podía bajar, nos pasó a todos. Saber que fui el primero de los más jóvenes y me tuve que fumar bocha de cosas... y no digo que era normal, no me justifico, pero tuve que formar una actitud para seguir adelante porque no podía salir de casa si no. Hoy las cosas se relajaron, la escena vio que esto es para rato y hay lugar para todos, entonces están en otro mood. Yo soy re copado y si te juntás a charlar conmigo te das cuenta, pero de repente tenés que llevar esa postura de que está todo mal solo por el hecho de que no te molesten de más.
-Cuando se murió el rapero Lil Peep surgió la pregunta de si el trap argentino iba a tener una muerte así. Y muchos mencionaban tu nombre, tal vez porque eras el más famoso, pero también porque llevabas una vida al límite. ¿Alguna vez lo sentiste así?
-El día que se muere Lil Peep yo venía tomando las mismas pastillas que él. Mi primo fue a contarles lo de Lil Peep a mis viejos cuando salió la noticia en el diario y cayeron mis viejos a la mansión [N. del R.: la casa en Villa Crespo donde vivía junto a Ysy A]. Yo me había tomado como 20 pastillas de 2 miligramos ese fin de semana, me querían despertar y no podían, hasta que me despierto y no podía ni hablar. Estaban mis viejos ahí y yo estaba re drogado, con nervios. Era horrible. En ese momento era todo muy raro, no tenía miedo de morirme, como que sabía que podía pasar, sentía que el cuerpo me iba a avisar. Era un momento de mi vida en el que me sentía solo, no podía conectar con mi familia. la pasé mal posta. En ningún momento pensé que me iba a morir pero tranquilamente podría haber pasado, pero no la pasé nada bien.
-¿Y artísticamente tuviste ese momento de crisis de tener que ver qué tipo de personaje eras? Porque el modelo de estrella de trap acá no existía.
-Creo que pasó con todos. Salimos al mundo hace poco y salimos de una. Y estaban todos mirándonos, nosotros mega estimulados para bien y para mal, con nuestros defectos y virtudes. Es muy difícil. Es como querer entender cómo sos mirándote al espejo pero la imagen que te muestra no es la que es, la tenés que armar vos en tu cabeza hasta que un día te levantás y decís: “Ah, este era yo, así me veo”. Yo creo que siempre que hablamos de las edades digo que los 30 deben ser re lindos porque aprendiste los trucos y ganaste seguridad, sabés cómo sos. Yo estoy en camino a eso.
-¿Vas a hacer tu balance ahora que estás por cumplir 25?
-(Risas) Creo que el tiempo es distinto para todos, yo no lo puedo medir por los cumpleaños. Si me preguntás, el proceso mental nuevo ya lo hice con este disco. Tal vez el próximo sea en 2, 3 o 5 años, pero hay personas de 20 que están más desarrolladas a nivel personal que uno de 30. Y tal vez una persona de 25 vivió una vida distinta a otra de 25; una chica que fue madre y otra que no. Lo mío va a ser pensar: “¿Cuánto te moviste desde el lugar desde donde arrancaste?”.
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