Duff McKagan no se considera un activista. "Hago donaciones", dice, "pero de una manera silenciosa, que creo que es lo correcto". De todos modos, hace poco empezó a sentirse más cómodo hablando abiertamente de cómo está ayudando a que el mundo sea un lugar diferente. Recientemente, el bajista de Guns N’ Roses visitó "La Jungla", un campamento de gente en situación de calle en su Seattle natal, que él describe como "posapocalíptico". En 2016 se calculaba que alrededor de 400 personas vivían en unas 200 carpas debajo y alrededor de la autopista I-5 en el barrio de Beacon Hill en esa ciudad. "Un tipo pasó caminando muy drogado", recuerda McKagan. "Primero me saludó con la cabeza, y después se quedó dormido. Había agujas por todas partes". Su voz se apaga y parece triste al recordar el estado de las cosas. "Si voy a escribir sobre la gente en situación de calle, tengo que ir a verla primero, ¿no?", dice. Luego de la visita, compuso un tema de country-rock vibrante llamado "Cold Outside", en el que canta: "Debería haber sabido que ese podría haber sido yo, en la calle, perdido, mojado y con hambre". Tranquilamente podría haberle pasado... si los Guns no hubieran despegado. Hace 25 años, tuvo un brote de pancreatitis aguda ocasionado por años de alcoholismo, lo cual lo obligó a dejar la bebida. Desde su reciente visita a la Jungla, se asoció con la Union Gospel Mission, de Seattle, entre otros sitios de acciones benéficas, para tratar de animar a sus fans a ayudar a los menos afortunados. "Me di cuenta de que me quiero poner activo ahora", dice.
Estamos a fines de abril, y McKagan está sentado en una mesa en un hotel cinco estrellas del Midtown de Manhattan, a dos cuadras de Tiffany & Co y la Trump Tower. El bajista llama la atención entre los sofás de terciopelo y la clientela cheta que obedece el código de vestimenta "smart casual", gracias a su cabello largo, rubio y fibroso, sus jeans negros y su musculosa tajeada. "Soy la clase de tipo que se compra una remera y la usa dos semanas seguidas", dice. Su comportamiento está muy alejado de la imagen de rockeros salvajes que cultivaban los Guns N’ Roses hace tres décadas; es genuino, relajado y el tipo de persona que te ofrece la mitad de su almuerzo.
Le causa gracia que digan que está "politizado" ("Es solo que uso las palabras que están de moda, man"), pero McKagan se basó en experiencias propias para hacer un disco con conciencia. Tenderness, su segundo lanzamiento solista oficial, contiene canciones que despotrican contra varios males sociales: los tiroteos en las escuelas, la violencia doméstica y la adicción a los opiáceos, entre otros. En general, el disco parece la antítesis de "One in a Million", el tema de GN’R que hizo que él y sus compañeros de banda fueran considerados unos patoteros racistas y xenófobos hace 30 años, y el cambio de perspectiva le queda bien a McKagan, hoy de 55 años. Los arreglos suaves de country-rock de Tenderness –grabado junto al productor Shooter Jennings, hijo de Waylon, la leyenda del country que trabajó con rockeros como Tom Morello y Marilyn Manson– le permiten mostrar un costado más maduro y un poco de suciedad. El sonido combina bien con la voz áspera y nasal de McKagan, que en Guns N’ Roses fue desaprovechada, con la excepción de canciones menos famosas como "So Fine".
"¿Es necesario que sume más ruido en el mundo?", dice. "Yo estaba tocando en una banda de rock jodidamente grande, la mejor banda del mundo. No había razón para hacer otro disco. Pero elegí grabarlo igual. Quiero hacer algo sanador".
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Las raíces de Tenderness se remontan a 2016, cuando McKagan se reunió con los Guns N’Roses y se obsesionó con la elección presidencial. "Ensayábamos ocho horas y después hablábamos de política", dice. "Después me iba y veía las noticias. Durante tres meses, chequeaba Twitter y me prendía fuego. Mi esposa me decía: ‘Relajate, la puta madre, apagá la tele’". Eventualmente decidió que lo habían embaucado y dejó de seguir todas las cuentas políticas que había descubierto.
Cuando el grupo salió de gira, McKagan empezó a ver el mundo de primera mano. Se metió con botes en pantanos y recorrió ciudades en carruajes. A medida que conocía gente en todo Estados Unidos, adquirió lo que él siente que fue un entendimiento más profundo del estado de las cosas. "No hablé de política con nadie", dice. "Hablamos de cómo a los lagartos les gustan los malvaviscos".
En el tiempo que pasó fuera de Guns N’ Roses, y entre sus trabajos con Velvet Revolver, McKagan había vuelto a la universidad y eventualmente trabajado como columnista para Seattle Weekly y Playboy. Luego de conocer gente nueva y tener una perspectiva fresca, consideró escribir columnas o un libro acerca de su vida de gira. Así que empezó con los ensayos sobre temas diversos, desde la gente en situación de calle hasta el movimiento #MeToo. Eso cambió cuando agarró una guitarra acústica con la que viaja y cantó las palabras: "Todo el mundo miente, necesito algo de verdad", sobre un acorde de Mi mayor. "Era una canción estilo Porter Wagoner", dice en referencia al fallecido compositor de hits de country que muchas veces trabajó con Dolly Parton. La experiencia de componer ese tema ("It’s Not Too Late") lo inspiró a escribir música en lugar de reflexiones.
En "Falling Down", canta sobre la epidemia de opiáceos y, en "Wasted Heart" –un tema que había grabado con su grupo Loaded–, sobre sus propias adicciones. En "Feel", con tintes de góspel, habla de sus amigos fallecidos y gente que admiraba, como Scott Weiland –su compañero en Velvet Revolver–, Prince, y Chris Cornell. "Todavía tengo una resaca de Scott, no lo puedo procesar", dice.
La muerte de Cornell resonó en él de modo diferente. "Esa noche habíamos ensayado con los Guns, y Axl entró a la sala y dijo: ‘¿Qué les parece si hacemos «Black Hole Sun»? La estoy cantando desde hace dos semanas’. Axl tiene un sexto sentido para esas cosas", dice. "No sé si la probamos esa noche, pero lo hablamos. Volví a casa y [el guitarrista de GN’R Richard] Fortus me llama a las dos de la mañana y me dice: ‘Prendé la radio. Se murió Cornell’. Un par de meses después se murió Prince, y para mí Prince era todo. Lloré más que la mierda. Y después Chester [Bennington, de Linkin Park]".
La muerte de Bennington le recuerda a McKagan cómo él también lidió con lo que los médicos primero le dijeron que era depresión, pero después se dio cuenta de que era un desequilibrio químico. Luego de sufrir un ataque de pánico en el cine con su esposa ("No me podía mover", dice), buscó ayuda y le dieron los medicamentos. "Yo les digo vitaminas para el cerebro", dice. "Hace que todo se mantenga en movimiento, y no es una droga adictiva, gracias a Dios".
Lo que vuelve a Tenderness tan interesante es cuántos de los problemas de los que McKagan habla quedan con una solución abierta. El mensaje en el disco es que la gente debería hacer un esfuerzo mayor para entenderse los unos con los otros. En un momento de la entrevista, dice que lo sorprendió cuando un amigo le dijo que él era parte de "la élite de las costas". "Vivimos en Seattle, ganamos más de 200.000 dólares al año, y leemos libros", le dijo su amigo. Y él también reconoció su privilegio, diciendo que la única forma en la que lo afectaba la administración Trump era dificultándole conseguir mármol italiano para remodelar su casa, porque tenía que pasar por China. Pero eso no le impedía mirar más allá del patio de su casa. Como el disco es sobre el mundo en general, él espera que la gente pueda sentir empatía por los problemas que presenta en Tenderness.
Un día, mientras componía una canción, entró un ingeniero de grabación y le dijo: "Mierda. ¿Te enteraste lo de Parkland?". Era el 14 de febrero del año pasado, y un tirador había asesinado a 17 estudiantes y empleados de una secundaria en Parkland, Florida. McKagan prendió la tele, con la guitarra todavía en la mano y empezó a tocar unos cambios de acordes. Repitió lo que le había dicho el ingeniero y lo transformó en un mantra –"Mierda. ¿Te enteraste de lo de Parkland?"–, invocando a Columbine, Charleston, Sandy Hook y Virginia Tech en el camino. "¿Tenemos que volver a ver a una madre llorando?", pregunta en "Parkland". "¿Tenemos que ver a otro estudiante morir? No, otra vez no".
"La canción trata de homenajear, pero de alguna manera es música fúnebre", dice. "Y no llego a una conclusión, si te fijás. En privado, yo tengo mis propias soluciones; hay demasiadas voces ahí diciendo cómo debería ser todo. Podés ser el activista de las armas más duro, o un defensor de la Segunda Enmienda, o un miembro de la NRA, pero a nadie le gustan los tiroteos en las secundarias. Así que, en lugar de decir: ‘Acá está mi solución, prohíban las armas para siempre’, no hay solución. Es una plegaria".
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McKagan no es el único miembro de Guns N’ Roses del que se dice que se ha "politizado" en estos tiempos. Desde incluso antes de la reunión del grupo, Axl Rose viene apoyando un par de causas de izquierda en Twitter, y en ocasionales cartas abiertas. Tuiteó acerca de cómo el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi parecía estar encubierto, dio su opinión acerca de las declaraciones de Trump sobre los incendios forestales y, el año pasado, tuiteó: "Tenemos un individuo en la Casa Blanca que no dirá ni hará nada en relación con la verdad, la ética, la moral ni la empatía por nada, quien dice que lo verdadero es falso y lo falso verdadero". En el hotel, entre mordiscos de un sándwich enorme, McKagan se ríe de la noción de un "Axl politizado".
"Me encanta", dice. "Voy a hablar de eso con él cuando vuelva a casa. ‘¿Sabías que te están diciendo el «Axl politizado»? Probablemente lo sabe".
"Pero no se confundan", sigue, "si él dice algo en Twitter, es porque lo pensó. Conoce las historias desde todas las perspectivas, y si alguien elige debatir con él, no me importa quién sea, está cagado. Es un tipo que habla muy bien, muy leído, y que experimentó mucho. Estoy seguro de que le preocupa su país, así que ‘Axl politizado’ está bien".
También defiende a Rose cuando sale el tema de "One in a Million". En la canción, que cerraba el EP del grupo Lies, el cantante se queja de la policía, los afroamericanos, los inmigrantes, los gays y las personas de Oriente Medio, usando insultos y un lenguaje despectivo. Cuando el grupo reeditó Appetite for Destruction el año pasado e incluyó los temas de Lies, "One in a Million" no quedó. McKagan insiste en que la canción fue malinterpretada.
"Nos sacaron de un concierto a beneficio por el sida", recuerda. "Me acuerdo de que nos tomamos un avión y una azafata afroamericana vio que el asiento de al lado del mío estaba vacío, así que se sentó. ‘¿Vos estás con los Guns N’ Roses? ¿Ustedes son racistas?’. Y también está todo lo que atravesó Slash [que es birracial], y parte de mi familia es afroamericana. Tuve que explicárselo a ellos".
Compara ese tema con "It’s So Easy", de Appetite, una canción con una letra que se jacta de manejar borracho y del carácter mujeriego de la banda. "Era una broma", dice McKagan. "Cuando la hicimos, nuestro público eran tres personas. Era un chiste de que era justamente lo contrario de eso. Y cuando la tocábamos, era divertido".
Las cosas ahora son diferentes. El grupo está en su punto más alto en décadas, y el tiempo dirá si la politización de Rose y McKagan se volcará en la música nueva de GN’R. La banda tiene varios shows programados como cabeza de cartel en festivales en estos meses, y McKagan no descarta la posibilidad de un disco nuevo. "Están ocurriendo cosas, algunas de ellas positivas", dice. "Todo avanza en una buena dirección. Así que estoy esperando con ansias la fase dos de este proceso. Odiaría decir algo en los medios que lo arruine, así que solo puedo decir que está yendo muy bien. Como corresponde a los Guns N’ Roses, la gente no sabe nada, y eso está bueno. Pasará cuando tenga que pasar".
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Por ahora, McKagan está saliendo de gira como solista, con algo de ayuda de Shooter Jennings. En un recital en Nueva York hace poco, el grupo de Jennings tocó cerca de una hora de música country, cerrando con un cover de David Bowie, después de lo cual se sumó McKagan. Vestido completamente de negro, como un Johnny Cash flaquito, McKagan abrió con "You Ain’t the First", un tema desconocido de Use Your Illusion, y tocó todo Tenderness acompañado de un violín, pedal steel y órgano. Aunque la música de McKagan era un poco más country de lo que esperaba el público de fans de GN’R de mediana edad un lunes a la noche, la gente aplaudió el talento musical.
"Para algunos de los shows no vendemos todas las entradas", dice Jennings. "La gente no sabe qué mierda esperar. Igual, yo sé que se van pensando: ‘Mierda, man, me alegra haber visto esto’. Porque así me siento yo detrás de las teclas, todo el tiempo".
Cuando presentó "Parkland", McKagan se la dedicó a las víctimas del reciente tiroteo en Virginia Beach, y durante "It Happened Last September", acerca de la violencia doméstica, hizo fuck you con el dedo mientras cantaba "su mamá no crio a un hombre", ante los aplausos del público. A fin de cuentas, a McKagan no le preocupa que sus fans se enojen por decir lo que piensa. "Si alguien en redes sociales llamado ‘Al1234’ dice algo, ¿me va a afectar? ¿Lo voy a leer? No", dice. "No me importan las redes sociales. Aprendí eso de mi experiencia. Ya caí en la trampa una vez: Twitter no es punk. ¿Sabés cómo voy a saber lo que piensa la gente? Si vienen a mis recitales. O no".
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