Drew Barrymore, en una boda para el olvido
"La mejor de mis bodas" ("The Wedding Singer"/1998), producción norteamericana en colores presentada por Warner Bros. Hablada en inglés. Guión: Tim Herlihy. Fotografía: Tim Suhrstedt. Música: Teddy Castellucci. Intérpretes: Adam Sandler, Drew Barrymore, Christine Taylor, Allen Covert, Angela Featherstone y otros. Dirección: Frank Coraci. Duración: 92 minutos. Calificación: apta para todo público.
Nuestra opinión: regular.
Robbie es un joven músico con sueños de ser compositor, aunque hasta que el éxito no corone sus esfuerzos se gana la vida como cantante de bodas. Julia, algo regordeta y acomplejada por su timidez, desea dejar su puesto de mesera en un restaurante al casarse con un hombre fanfarrón y mujeriego que hace ostentaciones de su dinero ganado no muy honestamente.
Robbie y Julia, pues, pueden inscribirse en la larga lista de perdedores. El tarda en concretar sus ilusiones; ella no está muy segura de unir su existencia a la de ese rústico novio poco cariñoso. Cuando ambos se conocen, la flecha de Cupido hace impacto en sus corazones y de aquí en más no es difícil imaginar que, tras muchas aventuras y desventuras, llegará el inevitable "happy end".
Inscripta en esa larga lista de la comedia romántica a la que el cine norteamericano nos tiene tan acostumbrados, el guión de "La mejor de mis bodas" se deja transitar por los conflictos de conciencia que abaten al muchacho, se detiene en las dudas de la chica tierna que busca un alma gemela y recorre la múltiple fauna humana que rodea a esta pareja que aprende a conocer el significado del amor y lo que pretende hacer de su existencia.
La trama procura a toda costa ser ingeniosa, humorística y desenfadada, apoyada por una pegadiza música y por situaciones algo alocadas. Pero lamentablemente la historia se frena a cada instante por diálogos repetidos, por vueltas de tuerca sin mayor imaginación y por una morosidad que le quita ritmo a esa idea de divertir con un relato demasiado trasegado en la pantalla.
Sin sorpresas
El director Frank Coraci, con algunos premios en su haber y varios intentos en la televisión, pareció desconocer la fórmula de la comedia, que siempre se apoya en el dinamismo, la soltura de sus personajes y la gracia de diálogos y escenas. Puede decirse en su descargo que poco pudo hacer con un libro sin sorpresas carente de simpatía y de entretenimiento.
Sólo por momentos el film interesa -pueden rescatarse las secuencias de las bodas a la que acude el protagonista como cantor sin fortuna, o algunas oportunas pinceladas que hablan del fracaso juvenil-, pero esto no logra evitar que "La mejor de mis bodas" naufrague sin remedio entre una receta inscripta hasta el cansancio y un espiral idílico que nunca sale indemne de su propósito festivo.
Adam Sandler, un comediante de gran éxito en los Estados Unidos, procura esforzarse en hallar el lado gracioso de su cantor ilusionado, pero apenas demuestra cierto vigor que nunca alcanza para definir meritoriamente su parte, y Drew Barrymore, que pocas veces se destacó como sólida actriz, se empeña aquí en mostrarse tierna, cálida o apesadumbrada aunque deja siempre sin matices a esa chica perseguida por el fracaso.
En realidad, tampoco vale la pena felicitar al resto del elenco, que recorre desganadamente sus respectivas partes. Rodada con cierto cuidado técnico, "La mejor de mis bodas" es otra comedia norteamericana para el olvido.
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