Dos ladrones divertidos
"La emboscada. Juego de traiciones" ("Entrapment"/1999), producción norteamericana en colores presentada por 20th. Century Fox. Hablada en inglés. Guión: Ron Bass y William Broyles Jr,. basado en una historia de Ron Bass y Michael Hertzberg. Fotografía: Phil Meheux. Música: Christopher Young. Intérpretes: Sean Connery, Catherine Zeta-Jones, Ving Rhames, Will Patton, Maury Chaykin y otros. Dirección: Jon Amiel. Duración: 112 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
Veterano en edad pero todavía ágil de cuerpo y mente, Robert MacDougal posee la honorable reputación de ser el ladrón de obras de arte más hábil del mundo. No necesita echar mano a la violencia para concretar sus prolijos "trabajos", y un ejemplo de ello es el robo de un valiosísimo cuadro de Rembrandt que se halla en una fortificada oficina del piso setenta de un edificio neoyorquino.
Pero la astucia de Robert, que nunca pudo ser atrapado por las autoridades policiales, deberá enfrentarse a la obstinada e ingeniosa Gin, que se desempeña como experta en sistemas computadorizados de una importante empresa. Ambos deciden formar una sutil asociación que los llevará a Londres, vía Escocia y Kuala Lumpur, la moderna capital de Malasia.
Su primera tarea es sustraer de un museo una máscara de gran valor económico y, tras el éxito de esta misión, se preparan para desarrollar un osado plan que les deparará, luego de transitar los peligrosos escollos electromagnéticos de un banco, una fortuna que, se prometen, disfrutarán juntos. El momento justo de este audaz golpe deberá concretarse en el amanecer del nuevo milenio, mientras la gente celebra entre gritos, cánticos y fuegos artificiales esa fiesta inolvidable.
Claro que en medio de estas aventuras peligrosas no puede faltar un juego de traiciones en el que la pareja no deja de lado la desconfianza mutua y la sospecha de que otros personajes estén siguiéndoles de cerca sus pasos.
Lo visual y el suspenso
El guión no escapa a todo ese cúmulo de concesiones a los que el cine norteamericano es tan adicto en tramas de este género ni deja de lado esa pirotecnia visual en la que complicadas computadoras y luces y sombras se convierten en una atracción para los ojos.
A ello hay que agregarle -otro acierto del guión- una atmósfera algo tétrica inmersa en buenas cuotas de suspenso y en persecuciones y tensos ejercicios acrobáticos en los que se ven envueltos estos ladrones de guante blanco cuyas mentes descartan la violencia y se apoyan en la astucia y la serenidad frente a los riesgos que se imponen para elevar sus fortunas personales.
El director Jon Amiel supo manejar la intrincada anécdota y logró su fiel y último propósito: entretener sobre la base de esta pareja central dispuesta a todo en beneficio propio y no sólo salir indemnes de sus propósitos sino también, y tras una bien elaborada vuelta de tuerca, unir sus respectivas vidas luego de coquetear a cada paso con la muerte. Con algunos años más -que se le notan-, Sean Connery, el otrora audaz agente James Bond, aporta su indudable oficio a ese personaje que sabe, como pocos, urdir insólitos robos y amar apasionadamente a su pareja encarnada por la bella y sensual Catherine Zeta-Jones, que aplica su seducción a un personaje que se columpia entre la valentía y el candor.
El resto del elenco no desentona en la febril aventura, y los rubros técnicos cumplen rigurosamente con la propuesta de esta trama que, sin duda, atraerá a esa inmensa masa de espectadores para los que el cine posee la atrapante misión de hacerlos pasar un rato de emociones al por mayor.
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