Dos expertas en el arte de la copla
HUMAHUACA.- Candelaria (62 años) y Ernestina Cari (63) son casi una institución de la Puna. Las cantoras, que se formaron como dúo en 1975, ganaron todos los concursos regionales posibles. "En mi familia siempre cantamos desde muy chicas. Un día alguien nos animó y así nos subimos a un escenario", cuentan.
Estas mujeres tienen quince hermanos (ocho mujeres y siete varones) que también son cantores, pero sólo utilizan sus cajas bagualeras en época de carnaval. "Somos tantos de familia que dentro de poco todo Humahuaca va a tener nuestro apellido", comentan.
Las Cari siguen el destino del canto y la docencia. Todos los hermanos se dedicaron a la enseñanza. Eso les permite otra relación con los más jóvenes. "Con cada festividad, los estudiantes nos piden algunas coplitas y se las escribimos especialmente", dice Candelaria.
"El canto nos viene de adentro", intenta explicar Ernestina. Tienen una sabiduría heredada de la tradición oral, que se conserva en la región como forma de transmitir una expresión que tiene siglos de vida en la zona. "Las coplas que sabemos nos las enseñaron nuestros padres, y a ellos sus abuelos, y así sucesivamente. Otras las recogemos de la gente común, los campesinos, de los lugares donde hemos trabajado alguna vez. Y otras son de creación propia", dice Candelaria.
Ellas viven en la quebrada de Humahuaca, un lugar donde todos saben en qué calle viven sus cantores y sus poetas. Las Hermanas Cari son voceras de esa cultura que golpea en las cajas y fluye en esos diálogos improvisados de contrapunto. "A través de la copla expresamos el sentir del coya, sus dolores, sus alegrías y su manera de vivir", dice Ernestina.
Como un tesoro oculto
Aún son un tesoro musical oculto, como casi todos los bagualeros y esa cofradía de músicos y poetas que le escriben y cantan a su tierra puneña. Su espectáculo "Las comadres", donde mezclan lo teatral y el canto con caja, es de una belleza increíble: como un noticiero de todo lo que le sucede a su comunidad.
Ellas responden al llamado de la tierra en tiempos de carnaval y otras reuniones populares. Allí aparece su grito silvestre, que viene de las tripas de la quebrada. Ese que ruge cuando se despiden, cantando una copla: "Así me gusta cantar/ parejito como lienzo/ más tarde cuando me vaya/ todo se ha de quedar en silencio".