Dos amigos se unen para compartir un desafío de adrenalina, vorágine y acción
Matías Puricelli y Nicolás Pérez Costa se conocen desde la escuela, pero ahora se deciden a trabajar juntos como director y actor
Hace 25 años el patio de la escuela primaria era su punto de encuentro; hoy, el escenario los vuelve a juntar después de muchos años de amistad. Actores, libretistas, directores son algunos de los roles que tienen en común Matías Puricelli y Nicolás Pérez Costa; sin embargo, el de amigos es el que más les gusta. No sólo los une el amor por el teatro en todas sus formas, sino también una amistad a prueba de miles de litros de café, horas de llamadas por teléfono y varios paquetes de cigarrillos ensayo tras ensayo. Ellos dicen que no se necesitan, sino que se eligen, y hoy lo hicieron para poner en escena Sade, una velada incómoda, todos los sábados, a las 23.30, en El Método Kairós.
En realidad, la idea de la obra parte del personaje en sí mismo: el marqués de Sade. Hace unos años, Pérez Costa hizo el musical Sádica, donde este afamado filósofo y escritor era el centro de la escena. Sin embargo, este particular personaje quedó picando en su memoria y necesitaba sacarle el jugo. Por eso, en febrero del año pasado, sentados en un banco rojo de la vereda del Kairós, Pérez Costa le propuso a Puricelli hacer algo juntos sobre esto.
No estaban acostumbrados a ensayar tantos meses porque sus procesos creativos siempre fueron más cortos; pero esta vez el marqués de Sade no se las hizo fácil y tras seis meses de ensayos e improvisaciones, lograron compactar y organizar todas las ideas desordenadas del principio. "El orden partió del desorden en realidad. Lo sabíamos desde un comienzo, pero nos habíamos prometido hacer algo que nos encantara y teníamos eso como punto final. Fue complicado encontrar desde dónde mirar a Sade. Fue un proceso caótico, intenso y muy consciente para poder lograr un orden en la dramaturgia", confiesa Puricelli, a lo que Pérez Costa agrega: "Esto se formó de la nada, basamos la construcción del relato a través de la acción. Fue lo físico lo que nos marcó el norte de lo narrativo".
Elegirse ahora no es casualidad. Desde siempre la vocación de ambos por hacer teatro fue muy clara; sin embargo, aunque se ayudaban en sus proyectos individuales, nunca se había dado la oportunidad de trabajar juntos en un proceso como éste, que requiere de mucha energía y disponibilidad. Como director, Puricelli dice que trabajar con un actor como Pérez Costa es mucho más fácil que con cualquier otro. "Él es un actor que tiene una enorme técnica pero que no se nota en escena, lo que ves es un actor con entrega. Con un actor como él, con esa capacidad resolutiva, no pensás nunca en cómo resolver algún problema en escena, sino que trabajas en la creatividad o el ajuste. Te allana el camino y lo convierte en un proceso creativo y no pedagógico", explica. Por su parte, el actor también alaga a su amigo y argumenta por qué lo convocó para que lo dirija en esta puesta. "Más allá de querer trabajar con él, me gusta la crueldad que utiliza para contar historias, aunque al mismo tiempo es como si les pusiera una especie de filtro donde todo lo hace más digerible. Él sabe cada detalle de lo que quiere y esa seguridad en un director no es común. En medio del caos, él genera particularidades. Es como esas casas que están iluminadas por rinconcitos, ésa es mi imagen de él dirigiendo. Te ilumina tu arte y tu personaje por rincones", finaliza el actor.
Con una entrega física y emocional muy compleja, Pérez Costa explica que a la hora de encarnar un personaje como este son indispensables dos herramientas: los zapatos y el corset. "El ruido del taco hace que mi cuerpo se ponga en otro lugar y el corset logra que la postura del marqués sea diferente. Me predispongo distinto corporalmente con estas dos cosas", argumenta.
Sade, una velada incómoda, que también cuenta con la actuación de Alejo Cruzado Antonelli, busca profundizar en la mente de este escritor juzgado y censurado por ir en contra de los valores éticos y morales de aquella época. Aquí el espectador será parte del espacio escénico, donde el marqués no sólo genera incomodidad, sino también una sensación de ansiedad continua. Intensidad, detalle, sutileza, entrega y complejidad son las palabras que utiliza el actor para definir esta obra. El director ayuda a la conceptualización agregando "adrenalina, vorágine, sensualidad y mucha acción".
Sade, una velada incómoda
Sábados, a las 23.30
El Método Kairós, El Salvador 4530
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