Disparatado retrato sobre el canibalismo
"Voraz" ("Ravenous"/1999), producción norteamericana presentada por 20th. Century Fox. Guión: Ted Griffin. Fotografía: Anthony B. Richmond. Música: Michael Nyman y Damon Albarn. Intérpretes: Guy Pearce, Robert Carlyle, Jeremy Davies, Jeffrey Jones y otros. Dirección: Antonia Bird. Duración: 108 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 18 años. Nuestra opinión: mala.
Allá por 1847, cuando los Estados Unidos eran una tierra de pioneros que se abrían camino hacia el Oeste en una hambrienta búsqueda de oro, el capitán Boyd demuestra su cobardía durante una terrible batalla.
Con inflexibilidad militar, sus superiores lo destierran a una desolada estación de paso para viajeros, en las heladas montañas de California. Su llegada es recibida por un pequeño y ecléctico grupo de soldados, y un día menos feliz que los de costumbre aparece por el lugar Colqhoun, un escocés hambriento que acompañaba a una caravana de colonizadores.
El recién llegado es siniestro y huraño y su pasado tiene ramificaciones dentro de un mito indio que declara que un hombre que se come la carne de otro le roba la fuerza, el espíritu y la más pura esencia de su persona.
De aquí en más no es difícil deducir que los soldados se quedan sin alimento y, seducidos por las palabras de Colqhoun, deciden practicar el canibalismo. La trama posee una serie de vueltas de tuerca para demostrar que el capitán Boyd no es tan cobarde, que Colqhoun deseaba transformarse en un líder militar y que la antropofagia puede, como indicaba la leyenda india, ser fuente de energía y, también, de muerte horrible.
Entre el horror y el error
Los responsables de esta historia -un guionista apegado a las tramas truculentas, una directora (la inglesa Antonia Bird, con todas las mañas de lo peor de Hollywood) que no dejó posibilidades para la imaginación y unos productores que ambicionaron espantar sin sutilezas unieron sus esfuerzos para sacar a flote tan inverosímil entramado.
Todos ellos se convirtieron en cómplices de este despropósito fílmico, que apunta a lo meramente sangriento y termina en una pretenciosa suma de disparates que, de no mediar el mal gusto de varias escenas, llamaría a la sonrisa.