Cuarentena: diez películas para aventurarse en el mundo del espionaje
Operación Red Sparrow (Red Sparrow, Francis Lawrence, 2018).
De bailarina del Bolshoi de Moscú a espía internacional, el camino de Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) nunca resulta convencional. El riesgo de sus misiones nace de su atrevimiento en la pista de baile, de la fría venganza contra su tío, de su personalidad arrolladora y desafiante. Nada en este thriller es frío y medido como en aquellas grises historias de espías de los 70. Imaginada para el lucimiento de una estrella como Lawrence, la película es exuberante, con un vestuario rojo furioso, pinceladas de violencia brutal y un virtuosismo en la puesta en escena que siempre imagina a Dominika sobre el más extravagante de los escenarios del mundo. Arriesgada, artificial y excesiva, Operación Red Sparrow es la mejor actualización del espionaje en clave femenina y autoconsciente, despojada de cualquier solemnidad y dispuesta al juego más irresponsable. Disponible en Cablevisión Flow.
La caza del Octubre Rojo (The Hunt for Red October, John McTiernan, 1990)
Ambientada en 1984, un año antes del inicio de la llamada perestroika, La caza del Octubre Rojo comienza con una suspicaz advertencia. La persecución de un submarino soviético, indetectable para los radares de Occidente, ha sido catalogada como una misión clandestina, negada por los gobiernos de Estados Unidos y la entonces URSS, pieza atractiva para la narrativa de Tom Clancy. Como no podía ser de otra manera, Jack Ryan (Alec Baldwin), el anodino analista de la CIA convertido en el gran héroe del universo del escritor, es el artífice de la caza de la escurridiza embarcación y un secreto admirador de quien debiera ser su enemigo, el capitán Marko Ramius (el gran Sean Connery), al frente del Octubre Rojo. El director John McTiernan construye su aventura en el encierro del submarino, con la solvencia de un gran narrador y el timing perfecto en la dinámica coral de los personajes. Heredera de las tensiones de la Guerra Fría y nutrida de la acción de la seminal Duro de matar, La caza del Octubre Rojo es una de las grandes adaptaciones del universo de Clancy cuyo capitán Ramius es el escéptico vocero de la nueva era que se avecina. Disponible en Amazon Prime Video.
La conversación (The Conversation, Francis Ford Coppola, 1974).
Nacida como un capricho de autor luego del éxito de El padrino, La conversación fue la película más íntima de Francis Ford Coppola en los años 70, su radiografía aguda y desencantada de aquellos tiempos de paranoia que siguieron al escándalo del Watergate. La escena inicial define la esencia de la película: la reflexión sobre el cine como manipulador de la realidad; la responsabilidad de la mirada y sus efectos mortíferos; y la amenaza de locura que conlleva el aislamiento y la desconfianza. Henry Caul (Gene Hackman) es un especialista en sonido, solitario y escéptico, genio maldito condenado por una culpa que acarrea del pasado. La conversación registrada en una plaza al aire libre se convierte en un acto de repercusiones éticas: Coppola indaga sobre la imposibilidad del carácter aséptico de la mirada y el lento desdibujamiento de las fronteras entre lo público y lo privado. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, La conversación utilizó la hiperrealidad del entorno para sumergir al personaje en un mundo paralelo en el que sus miedos y paranoias configuran su nuevo presente. Disponible en Cablevisión Flow.
Estado de sitio (État de siège, Costa-Gavras, 1972).
Cineasta de origen griego que se convirtió en uno de los emblemas del cine político francés de los 60 y 70, Costa Gavras utilizó las claves del thriller de espías para hacer atractivas una serie de historias que involucran el avasallamiento de los principios éticos y democráticos, el autoritarismo de los sistemas políticos policiales y represivos, y la resistencia de individuos y colectivos desde posiciones que escapan al esquematismo. En Estado de sitio, sobre el accionar de los Tupamaros en Uruguay, se muestran las constantes de su cine que ya lo habían consagrado en la exitosa Z: la minuciosa descripción del contexto social, la presentación de puntos de vista complementarios (la de los Tupamaros, la de la policía, y la del periodista veterano que sigue el secuestro), y el uso de un montaje vertiginoso, capaz de sellar la atención del espectador pese a lo complejo de los entramados que aborda. Sus personajes, opacos y contradictorios, siempre enfrentan sus propias dudas y nos conducen a una de las miradas más honestas sobre ese mundo convulso. Disponible en Qubit TV.
Los 39 escalones (The 39 Steps, Alfred Hitchcock, 1935).
Uno de los primeros éxitos ingleses de Alfred Hitchcock junto a la primera versión de El hombre que sabía demasiado, Los 39 escalones podría pensarse como un decálogo del cine de espías. No existe la CIA, ni los agentes dobles, ni el deber y el sacrificio –tópicos que modelarían otros ingleses como Graham Greene y John Le Carré– pero sí el espíritu de ese género tan peculiar al que Hitchcock le dedicó su alma y vida. Claude Chabrol decía que casi todo ese universo había sido inspirado en Los espías, una de las últimas películas mudas de Fritz Lang, y razón no le faltaba. Pero Los 39 escalones está nutrida de humor antes que fatalidad, y ese turista canadiense que se ve envuelto en una trama de secretos y mentiras, esposado involuntariamente a Madeleine Carroll –la primera rubia hitchcockiana– falso culpable por excelencia, solo podría haber nacido del jubiloso imaginario del cineasta inglés. Junto con Agente secreto, de 1936, mucho más lúgubre y ominosa, ambas representan el mejor díptico para entender la matriz de espionaje que nació entonces y todavía sigue viva en el cine de hoy. Disponible en Qubit TV.
Atómica (Atomic Blonde, David Leitch, 2017)
Charlize Theron interpreta a Lorraine Broughton, una agente del MI6 que es enviada a Berlín a recuperar información sensible para la inteligencia británica, justo en las vísperas de la caída de la URSS. Así que tenemos todos los ingredientes de los clásicos de espías: los 80, la Rusia comunista, los agentes de inteligencia y una red de secretos que convierte a nuestra heroína en un intrépido camaleón en uno y otro lado del Muro. Lo atractivo de Atómica son las electrizantes escenas de acción que enfrentan a Lorraine a un ejército de enemigos: malos algunos, malísimos otros. Esa lógica de luchas encarnizadas podría haberse reducido a la virtualidad del videojuego, pero la película se afirma en lo físico, la violencia se torna concreta, la sangre derramada. Inspirada en la novela gráfica de Anthony Johnson comparte el espíritu, en clave femenina, con la John Wick del mismo director, nunca demasiado interesado en la lógica de la trama y sí en el vértigo de las acciones más espectaculares. Disponible en Netflix.
El topo (Tinker Tailor Soldier Spy, Tomas Alfredson, 2011)
Si hay un nombre asociado a la tradición literaria de espionaje es George Smiley, el agente secreto creado por John Le Carré, miembro del MI6, parco y secreto engranaje de un mundo de intrigas y silencios. En esta historia brillantemente filmada por el sueco Tomas Alfredson estamos en los años 70 y corre la sospecha de que existe un infiltrado en los altos niveles del servicio de inteligencia británico. Las miradas se arremolinan alrededor de los acomodados dirigentes de Cambridge Circus, y Smiley se convierte en un imprevisto investigador capaz de rastrear cualquier paso en falso. Nada queda del heroísmo y el glamour del James Bond de Ian Fleming en el universo de Le Carré, quien disecciona el espionaje británico con oficio y sin ninguna nostalgia. Como en El espía que vino del frío, su primera novela exitosa convertida en una de las grandes películas de Martin Ritt, El topo ofrece una radiografía de ese mundo de traiciones y deslealtades, con un suspenso electrizante que convierte a esos hombres importantes en meras piezas de un tablero de ajedrez. Disponible en Claro Video.
Indecisión fatal (Man Hunt, Fritz Lang, 1941).
Basada en el serial Rogue Male de George Household, Indecisión fatal comienza con un prólogo significativo: un travelling tortuoso nos adentra en un bosque espeso para mostrarnos a un hombre que manipula un rifle de precisión y vislumbra a la distancia la figura de Adolf Hitler. Su aparente comodidad y confianza en el campo de caza contrasta con su escapatoria hacia la gran urbe, definida por Fritz Lang como un laberinto plagado de sombras en el que deja de ser cazador para convertirse en presa. Primera película de la trilogía antinazi del director –que escapó de las promesas de Goebbels de convertirse en el rey del cine alemán–, Indecisión fatal utiliza el mundo del espionaje que Lang ya había explorado en su etapa muda como escenario de incertidumbre política. Orgulloso de su fama de extremo perfeccionista, el director afirmaba: "Me gusta que mis guiones estén listos para ser filmados. Siempre exijo tener los dibujos exactos de los escenarios y decorados, y entonces decido el ángulo con el que voy a filmar. Tengo en mi mente cómo debería ser la escena y entonces le doy indicaciones al decorador y al operador de cámara". Disponible en Qubit TV.
Misión imposible (Mission: Impossible, Brian De Palma, 1996).
La reinvención del universo televisivo de Misión imposible fue fruto de la alianza entre una estrella consciente de su carisma y astucia como Tom Cruise y un director con personalidad para explotar los tópicos de un género hasta el límite como Brian De Palma. Ese encuentro dio origen a una de las sagas de espionaje más populares de los últimos tiempos, nutrida de manera indirecta de la extravagancia de los superhéroes y de la monumentalidad de los escenarios globales. De Palma construyó a Ethan Hunt como un agente solitario y en permanente peligro, gestor de sus misiones más arriesgadas y de su inevitable supervivencia. Esta primera Misión imposible dejó escenas inolvidables como aquella de las trágicas muertes del comienzo, o la suspensión de Cruise de los cielorrasos de las oficinas de la CIA, o la delirante persecución del tren en el final. Y al mismo tiempo consagró el romanticismo trágico del personaje, corrosivo antídoto a la seducción que fue la marca de estilo de un referente como James Bond. Disponible en Netflix.
Identidad desconocida (The Bourne Identity, Doug Liman, 2002).
El inicio de la saga Bourne, tal vez uno de los universos de espionaje más permeables a los vertiginosos cambios del escenario contemporáneo, recrea el vigor y la paranoia de los thrillers políticos de los 70. Un asesino entrenado por la CIA es perseguido por quienes utilizaron sus servicios y ahora desean borrar su existencia. Doug Liman exprime los recovecos de su guion en virtud de las escenas más extravagantes: persecuciones, caídas, todos los condimentos de una acción espectacular se condensan en un trasfondo amoral en el que buenos y malos responden a las mismas reglas. Esa deliberada crisis de los ideales que escenificaron películas como Asesinos S.A. y Los tres días del cóndor en los tiempos posWatergate, aquí adquiere ecos más modernos pero igual de descreídos. Matt Damon rearma su propia historia como un rompecabezas fatal que da cuenta de su tragedia y lo impulsa sin descanso detrás de su propia supervivencia. Disponible en DirecTV Go.
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