Díaz de a caballo
Desde Las Flores, historias de un ilustrador gaucho, payador y domador
LAS FLORES (Especial).- A la edad en que muchos piensan en desensillar, Pablo Díaz, o Pablo Solo cuando se presenta como payador, o cuando organiza caballadas, prefiere dar clases de dibujo en escuelas rurales, hacer muestras de sus dibujos o dibujar caricaturas para algún medio gráfico del mundo ecuestre. A pocos trancos de los 50 años, Díaz recuerda que ya de chico le gustaba con locura salir al campo, su inspiración crónica.
De gira por los boliches , salía en una camioneta Chevrolet modelo 63, con un par de cuchetas y una cocinita, más libros y casetes que regalaba a los policías que lo atajaban en las camineras. "Así, desde Coronel Boerr, en la provincia de Buenos Aires, hasta Añelo, en Neuquén, y de Mones Cazón, también en Buenos Aires, a Carmen de Patagones, en Viedma, con el payador uruguayo Juan Ramón Aristeguy recorrimos cientos de parajes lidiando con bolicheros gauchos y otros no tanto. Una vez, en un boliche de Estación Magdala no tuvimos que rifar ningún poncho, como hacíamos habitualmente, ni cobrar entrada porque los criollos de ahí, cuando terminábamos un tema, se acercaban a meter unos pesos en las guitarras", cuenta Díaz que, a la usanza criolla bonaerense, lleva bombachas, boina, pañuelo al cuello y cuentaganado.
Vive con su familia en Las Flores, pero va y viene desde su primer viaje a caballo, en 1978, cuando partió hasta Cristiano Muerto y resultó finalista en el certamen de payadores Rafael Castillo. A fines de los años 90, tras exponer en galerías de arte de Buenos Aires y el interior, se inició en el oficio de payador en sus giras o en la radio zonal.
Gauchos bien bañados
Por estos días trabaja en el Museo Adolfo Bioy Casares, en Estación Pardo, en el distrito de Las Flores, y dando clases a chicos de escuelas rurales. Es además el creador de El Tungo , caricatura que cabalgó más de 5 años por las páginas del periódico Acción Regional . "Se trata de un solitario caballo de las pampas que observa la vida con profunda filosofía pueblerina y, a su vez, rescata el quehacer de entidades, personas y personajes de la comunidad florense", reseña el payador-plástico, que organizó, el año pasado, la última gran travesía. "Fue con un grupo de británicos, entre ellos, un periodista y su hija, que quedaron maravillados con nuestro estilo de vida. Lo que más le impresionó al hombre y lo puso en la nota que luego me envió fue que los caballos sólo comían el pasto que encontraban y que los gauchos se bañaran todos los días."
Las obras de Díaz se han exhibido también en torneos de polo en Los Angeles, California, y en galerías de arte en Alemania y Gran Bretaña. En su trabajo, a Díaz no le interesan las posturas fundamentalistas criollas a la hora de matear, acomodar el recado o abrazar la vihuela. Si hasta tiene un blog: payadorpablodiaz.blogspot.com . "Me interesa la historia e ilustrarla con humor. Busco expresar esa serie de contradicciones que forman nuestra historia", dice el payador perseguido por imágenes y relinchos, que durante el día se encierra a pintar en La Loma del Peludo, un rancho acomodado, en las afueras de la ciudad de Las Flores. Pero aunque dedica gran parte del tiempo a pintar y a su familia, está muy atento a la tropilla de su agenda diaria. Tiene una docena de caballos de andar propios y una yunta de pecho , domados por él mismo en una chacra de Coronel Boerr.
Díaz se inclina por la doma racional equina, sistema difundido por Martín Hardoy, entre otros domadores. Y explica por qué: "Ahora hay que domar para gente que no sabe andar a caballo. Los jinetes que suben en las domas saben agarrarse del reservado, pero por lo general no tienen el estilo y la elegancia arriba de un pingo que tenían otros que hace unas décadas eran considerados legendarios, como Ismael Santamaría, Tucuta Schang, los hermanos Najurieta, de Ayacucho, y entre los más famosos reservados , El Zorro".
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