Diana Krall: "Busco canciones más profundas que un amor romántico"
"Había una mujer que vivía cerca de mi casa que tocaba el piano en casamientos, cumpleaños, funerales. Ella me daba clases particulares y me enseñó mucho del jazz. Fue una gran influencia para mí. Yo era apenas una niña y ella una mujer increíble". A los 54 años, y dos días antes de volver a tocar en un teatro porteño, la canadiense Diana Krall recuerda sus primeras clases de piano en la isla de Vancouver, donde se crio y donde vive aún hoy. Hija de un contador y una maestra de escuela, creció en la casa de sus abuelos, un hogar sin lujos, pero con el mayor de los tesoros. "Fui una niña feliz en una casa llena de música. En el garaje había un pequeño museo lleno de discos de la primera generación del jazz americano. Las bandas originales, los creadores de este género. No me refiero a tipos como Frank Sinatra, sino a grabaciones extrañas y no tan populares de los años 20, 30 y 40".
Más de 15 millones de discos vendidos más tarde, la pianista y cantante vuelve al sur para presentar en el Gran Rex Turn Up The Quiet, su romántico y más reciente álbum. Durante los últimos 20 años su carrera ha tenido un éxito arrollador: ocho premios Juno, nueve discos de oro, tres de platino, siete de platino múltiple y tres Grammy. Casualmente, fue en la ceremonia 2002 de este premio donde se llevó un gramófono por Live in Paris. Esa noche y en esa gala conoció a su actual marido, el músico británico Elvis Costello.
Krall y Costello se casaron en 2003 con una exclusiva ceremonia en el castillo que Elton John tiene en las afueras de Londres, y con el tiempo tuvieron mellizos. En su casa hay pianos en todos los ambientes. Quizá por eso no le resulte sorprendente que la niña que fue, con menos de una decena de años, se fagocitara los standards de jazz de principios de siglo.
"No creo que sea prematuro ni tan sorprendente: el otro día tocaba unos temas de Louis Armstrong en el piano para mis niños -Frank y Dexter tienen 11 años- y fue increíble ver cómo reaccionaron. De repente quedaron inmersos en algo", cuenta desde la primavera de Los Ángeles.
Su trabajo previo, Wallflower (de 2015), se aproximó al pop con versiones de clásicos y rarezas de The Carpenters, Elton John, Eagles, Paul McCartney y Bob Dylan. En Turn Up the Quiet, en cambio, Krall vuelve a las raíces con sus propias versiones de clásicos del jazz norteamericano de leyendas como Cole Porter, Irving Berlin y Johnny Mercer. Según comenta, al estudio llegó con 40 maquetas. Y solo pasaron el corte las 11 titulares. ¿El método? Simple: apelar a la esencia del género, la improvisación. "Cuando empiezo a preparar un disco intento marcar un rumbo, una línea de trabajo, una idea que luego desarrollo junto con los músicos. Pero siento que en determinado momento hay que soltar las canciones en el estudio y ver qué sucede. La mayor parte de mi trabajo, creativamente, la llevo a cabo en el estudio junto a mis músicos. Elijo la canción, la elaboro en mi cabeza, pienso algunos arreglos para cada uno específicamente. Son sabores diferentes para cada banda. Así es como mejor funciona para mí".
Tras varios años en sociedades con otros productores, para su nuevo disco la pianista volvió a trabajar con quien fue su mentor y socio en once de sus obras, comenzando en 1995 con Only Trust Your Heart: el exitoso Tommy LiPuma, que también produjo a Barbra Streisand, George Benson, Natalie Cole y Paul McCartney. El afamado productor murió el año pasado, poco tiempo después de la salida del álbum. "Me hace sentir muy muy triste. Ya ha pasado un año desde su muerte y todavía me siento atravesada por esa tristeza. Tengo que seguir adelante para presentar estas canciones tal cual las trabajamos juntos. Es la mejor forma de honrarlo. Este gran trabajo quizá sea el mejor que hayamos hecho juntos. Nos divertimos mucho. Es un proceso muy duro, pero de alguna forma me siento increíblemente afortunada de que hayamos vuelto a trabajar juntos y haber podido aprender de él. Hoy puedo seguir grabando discos y cuento con todo el conocimiento que él compartió conmigo".
-¿Cuál es su principal legado?
-Aun desde mi tristeza escucho su voz y es como si hablara con él todo el tiempo. Lo extraño, pero está siempre conmigo en las canciones que grabamos juntos. Fue grandioso tener un mentor como él. Nos conocíamos mucho y cada uno sabía lo que podía esperar del otro para que la magia sucediera. No se trataba de ser perfectos. No era de esos productores que van por la perfección absoluta, él iba por la belleza del show. Manejaba ese equilibrio. Una persona que disfrutaba cada aspecto de su vida, desde un buen vino, una cena, la música, el baile. Es una pena que ya no pueda estar conmigo en Buenos Aires. Todas esas cosas eran tan importantes como la música para él y lo hubiera disfrutado mucho.
-En una entrevista dijiste que estas canciones de amor en un mundo tan complejo y en crisis eran casi un gesto de resistencia política. Que la intención del disco era "encontrar romances en todo". Parece una misión más que complicada...
-Qué bueno que lo preguntes, porque alguien lo puso de esa forma, pero no era lo que quería decir y me gustaría aclarar algunas cosas al respecto. Es como cuando un fotógrafo está por disparar porque siente que hay algo en esa imagen que le resultará único a aquel que la observe. No es tanto el romance, a pesar de que muchas de las canciones son románticas, sino la belleza.
-¿Qué artistas siente que logran ese objetivo?
-Lo veo en las canciones de Bob Dylan o Joni Mitchell, que cuentan historias. No es el romance lo que busco encontrar, sino aquellas historias en las que cualquiera pueda verse reflejado. Es algo realmente difícil de lograr. La persona que mejor lo ha logrado, a mi entender, es Joni Mitchell cuando narra historias de su vida que todos sentimos que podríamos ser nosotros. No sé cómo lo logra, pero por algo ella es quien es, así como Miles Davis es Miles Davis. Son los artistas que admiro, así como fotógrafos como Gordon Parks o Aldo Sessa. Hay tantos ejemplos que no sé dónde empezar. No hay una línea donde uno sienta que puede llegar en este sentido de aprendizaje. Como para decir: "Bien, esto es lo que soy". No creo que pueda parar de buscar esa emoción todo el tiempo y en todas partes. Sea lo que sea, no se trata solo del romance. Intento que las canciones sean más profundas que un amor romántico.
-¿Cómo ve el rol de la mujer en la sociedad actual?
-Recuerdo a mi madre usando remeras con la consigna "Woman Power". La situación no ha sido justa desde hace mucho tiempo y se viene luchando por esa igualdad de derechos desde entonces. Vivimos en un mundo que sufre una total desigualdad. Serán las nuevas generaciones las que lograrán transformarlo. No solo para la mujer, sino igualdad en todos lados. Mis niños, que tienen apenas 11 años, pueden entenderlo. Están prevenidos y tienen una visión renovada de la situación. Tengo fe en las nuevas generaciones que están intentando generar cambios, son una fuerza muy poderosa. Tenemos que empezar a escucharnos unos a otros. Pero oír realmente, y atender la urgencia de la situación en que estamos viviendo. No solo decirlo, transformarla. Requiere mucho pensamiento, bravura y coraje.