Detrás de la ficción, una historia fascinante
Jill Lepore, periodista de The New Yorker y profesora de historia norteamericana en Harvard, se especializa en explorar las ausencias y asimetrías en el registro histórico. En su apasionante biografía de William Moulton Marston, The Secret History of Wonder Woman (Vintage, 2014), encontró un sujeto digno de su campo de estudio, signado por lo que se oculta en público. En medio del entusiasmo que despierta esta nueva película -histórica por razones que exceden lo cinematográfico- vale la pena descubrir las peculiares circunstancias del nacimiento de la poderosa amazona, que aquí regresa a las fuentes del cómic alejándose del avión invisible y la vueltita transformadora que la serie de Lynda Carter lograron imponer en la iconografía del personaje.
En la improbable historia de Marston (1893-1947), psicólogo clínico, militante feminista, autoproclamado inventor del detector de mentiras, estafador, guionista cinematográfico, temprano cultor del poliamor y entusiasta del bondage, Lepore entrega una nueva prueba de que lo personal es siempre político y, por el camino, demuestra cómo la Mujer Maravilla nace de una beneficiosa -aunque por momentos tensa y finalmente fracturada- alianza entre activismo y cultura popular.
"Francamente, Wonder Woman es propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que debería, creo yo, dominar el mundo", decía el creador de la Mujer Maravilla en una entrevista en 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, contienda que libró a través de sus cómics, "combatiendo el fascismo con feminismo", dice la autora.
La conformación de ese "nuevo tipo de mujer", según Lepore, es producto de las convicciones y la personalidad de las dos mujeres -Sadie Holloway, editora de la Encyclopaedia Britannica, y Olive Byrne, psicóloga y ex alumna de Marston- con las que vivió en común durante buena parte de su vida adulta. Tras la temprana muerte de Marston, en 1947, Holloway y Byrne criaron juntas a sus hijos y ocultaron la verdadera naturaleza de su relación al público, custodiando por omisión el legado de la criatura a la que ayudaron a dar vida. En las páginas del libro puede descubrirse que la Mujer Maravilla obtuvo sus característicos brazaletes de poder no sólo de las cadenas que solían lucir las sufragistas norteamericanas como Emmeline Pankhurst para protestar su falta de derechos civiles -y de la obsesión de su creador por todo tipo de constricción femenina-, sino también porque era el accesorio característico de Byrne, además sobrina de Margaret Sanger (creadora de Planned Parenthood, dedicada a la salud sexual y planificación reproductiva).
Como todo gran retrato personal, The Secret History of Wonder Woman es también una panorámica social. Las contradicciones, los retrocesos y triunfos de la Mujer Maravilla durante sus 75 años de historia -es la única mujer en la Liga de la Justicia, pero originalmente era sólo secretaria- son también producto de la cambiante idea de lo que creemos que debería ser (y cómo debería lucir) una superheroína. Por lo pronto, la historia de Marston ya no seguirá siendo secreta. Professor Marston & The Wonder Women, de Angela Robinson, llegará a la pantalla grande a fin de año, con Luke Evans como Marston, Rebecca Hall como Sadie Holloway y Bella Heathcote como Olive Byrne.