Detergente, papas y un príncipe
La actriz Mirta Wons se presta al desafío de una charla consigo misma. Primero se trata de usted, después se tutea, y sueña por por un rato con una vida alejada de la actuación y cercana a las hortalizas. Aunque otros sueños la perturban un poco más
–¿Usted es o se hace la simpática?
–En general tengo buen humor y hago muchos chistes cuando me siento cómoda y entre gente conocida, o cuando estoy trabajando. Pero también soy espantosamente tímida cuando voy por la calle y eso se traduce en una cara seria y hasta antipática. Y cuando me enojo… ¡no soy nada simpática!
–¿Cuánto espacio ocupa la actuación en su vida?
–Mucho. Lo necesito. Actuar es una especie de motorcito que me llena de energía y me da motivos para seguir creyendo en que siempre hay algo nuevo por descubrir. Cuando no actúo por falta de trabajo me entristezco mucho.
–¿Alguna vez pensó en dejar de actuar y hacer otra cosa?
–Sí, cada tanto me agarra un ataque de "qué ganas de largar todo e irme a plantar papas". Me pregunto cómo me sentiría plantando papas…
–¿Y si no fueran papas?
–Seguramente me iría a vivir a Córdoba, o me dedicaría a algo que tuviera que ver con los animales, o las artesanías, o viviría más cerca de la naturaleza.
–¿Con quién se iría?
–Con mi príncipe, que seguramente no será azul, estará desteñido, y probablemente pelado, pero para mí siempre será mi príncipe.
–¿Qué góndola no podés dejar de recorrer en el súper?
–Limpieza. Me compro toooodos los productos antibacteriales, desodorizantes, perfumantes de ropa, detergentes varios, etcétera.
–¿Qué soñabas ser cuando fueras grande?
–Varias cosas: arqueóloga, profesora de historia medieval, tener un quiosco o librería artística. Salvo el quiosco, el resto de los sueños no los perdí.
–¿Tenés algún sueño recurrente?
–Sí, que camino por la calle y cuando me doy cuenta estoy desnuda. Me despierto siempre. Otro: que me caigo en caída libre. Por suerte, siempre tengo un psicólogo