Después de 13 años, The Who saca un disco y sorprende
Empezar con el principio, con la primera frase entendible y rotunda de este disco es inevitable. Y muy tentador. "No me importa, sé que vas a odiar esta canción", canta Roger Daltrey en "All This Music Must Fade", tema que abre lo nuevo de The Who: Who. Y sigue: "Es justo, nunca nos llevamos bien. No es nuevo, no es distinto". Así se planta: entre la declaración de principios y la reflexión cruda sobre sus carreras, atravesadas por la relación tirante entre el cantante y el guitarrista y compositor Pete Townshend.
El trabajo se acerca a sus clásicos y avasalla por su sobredosis de información, tanto musical como narrativa y, hasta visual. Y es conceptual, sí, pero no en el sentido de sus ópera rock Tommy o Quadrophenia: en el modo de articular estilos, letras y arreglos para componer una historia única.
Este es el disco número 12 de la banda inglesa, que hace 13 años editó su anterior obra, Endless Wire (único álbum de estudio entre después del hiato que tuvieron entre 1982 y 1996). Pero, aun en la era streaming, lo primero es lo primero y la entrada hacia el álbum es por los ojos. El arte de tapa, diseñado por Peter Blake, resume la propuesta. El autor de la icónica portada de Sgt. Pepper, como primer gesto, se emula a sí mismo en su trabajo para The Who: los cuadraditos son el sello de Face Dances (1981). Y, por si quedan dudas, uno de los cuadrados está dedicado al arte del mencionado disco para la edición cassette.
Se ven, además, fotos de Chuck Berry y Muhammad Ali, el cómic de Batman y Robin, el nombre de la banda compuesto en el centro, y un cartel que dice "Detour" (referencia al tema cuatro y a la banda The Detours, de ellos mismos antes de la incorporación del fallecido baterista Keith Moon).
Y más: unos porotos nos llevan a la lata de "Baked Bean", de The Who Sell Out (solo que aquí no están envasados). También hay una imagen de Pete a punto destrozar su Gibson Les Paul, con el lema "La guitarra tiene unos segundos de vida": era el afiche del disco The Kids Are Alright, soundtrack del documental de igual nombre. De hecho, el tema homónimo versaba: "No me preocupa". Igualito al comienzo de este nuevo disco.
Así de familiar y de auto y multirreferencial, tanto lo gráfico como lo sonoro. Si las composiciones, mayoritariamente a cargo de Townshend, sobresalen, también lo hace la interpretación de Daltrey, que se escucha vocalmente impecable (como en "Ball and Chain", donde demuestra que sigue siendo un cantante imbatible de R&B). Precisamente, este tema apela a modismos de la música negra tanto en la línea melódica como en la base rítmica, en la que se destaca el baterista Zac Starkey que, además de hijo de Ringo Starr, fue alumno, ni más ni menos, que de Keith Moon.
Desde el punto de vista de las letras, tanto "Ball and Chain" como "Street Song" aportan la cuota política: el primero se trata del centro de detención de Guantánamo en Cuba y el segundo hace referencia al incendio de las viviendas sociales en la torre Grenfell en North Kensington (Londres). El sonido de "Street Song" conecta directamente Who’s Next (1971) sobre todo por los sintetizadores a lo "Baba O’Riley".
Y hay más para resaltar: la base de blues de "Detour", la intención pacífico-hippie de "Beads On One String" (posiblemente el más emotivo), el ensamble de cuerdas en el riff inicial y los arreglos rítmicos de "Hero Ground Zero" (hecho y derecho al estadio), el country-folk de "Break the News" y la impronta ochentosa con vida después de la muerte en "I’ll Be Back". Todo esto da cuenta de la variedad de climas a lo largo de las once canciones del álbum (que incluye tres más en su versión deluxe).
El gesto de rebeldía que los unió como experimento permanece a pesar de los años. Igual que cierto cinismo que los hace ahora declarar: "Admitamos nuestros errores, son los que nos llevaron a nuestras separaciones, éramos mierdas, sin disfraz y no es sorpresa, que la basura que hicimos nos trajo dinero". Se trata del adictivo "I Don’t Wanna Get Wise", que desde su título manifiesta: "No me quiero volver sabio", para terminar afirmando: "Nos hicimos sabios". ¿Así será?
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