Hace 26 años, un joven se quedó sólo en un departamento con una lapicera, un teléfono y revistas; el concepto del espectáculo era ver si un ser humano podría sobrevivir sólo con los premios que debía ganar; casi tres décadas después, la experiencia será revivida a través de un documental
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En 1998, desnudaron a un hombre japonés y lo dejaron solo en un departamento casi vacío como parte de un desafío de un programa de telerrealidad.
Tomoaki Hamatsu, conocido como Nasubi, se quedó sólo con una lapicera, algunas postales en blanco, un teléfono y un estante lleno de revistas. Pero él no estaba allí para leer. El concepto del espectáculo era ver si un ser humano podía sobrevivir sólo con los premios que debía ganar haciendo pruebas o por sorteo.
Para ganar, el valor de los premios que acumulaba tenía que alcanzar un cierto umbral: 1 millón de yenes, alrededor de US$7.600 en ese momento. Estaba estipulado que no saldría en 15 meses, lo que le llevó a un descenso gradual hacia la depresión y la manía, impulsado por el hambre y el aislamiento.
Casi tres décadas después, la terrible experiencia de Nasubi ha sido revivida en un nuevo documental titulado “The Contestant” (El concursante). “Me encontré con su historia cuando estaba trabajando en un proyecto diferente y me perdí en una de esas madrigueras de Internet”, recuerda Clair Titley, directora del filme.
“Pero descubrí que nadie había hablado realmente sobre la historia de Nasubi en profundidad. Tenía muchas preguntas, así que lo contacté con la premisa de hacer un documental sobre su experiencia”.
Nasubi, que había sido seleccionado al azar en una audición abierta, sabía que estaba siendo filmado, pero la explicación que se le dio sobre dónde terminarían las grabaciones fue vaga y lo dejó con la impresión de que probablemente no se emitirían.
En realidad, el joven de 22 años se estaba convirtiendo gradualmente en una de las celebridades más importantes del país a medida que las actualizaciones semanales sobre su progreso se convertían en uno de los segmentos más populares del programa de variedades “Denpa Shōnen”. La mayoría de los críticos odiaron el programa, pero atrajo a una gran audiencia de espectadores jóvenes.
El programa comenzó a transmitirse antes del lanzamiento de la película “The Truman Show”, protagonizada por Jim Carrey, sobre un hombre que no sabe que su vida se transmite por televisión.
Pionero en el mundo
Pasaría otro año antes de que “Gran Hermano” se estrenara en los Países Bajos, marcando el comienzo de una era completamente nueva de telerrealidad. Pero a pesar de ser un pionero en ese nuevo formato de televisión, “Una vida en premios”, como se conocía al segmento del programa, no es muy conocido fuera de Japón.
“Creo que la gente escuchó más sobre el programa en la última década, desde que el uso de YouTube realmente explotó”, le dice Titley a BBC News. “Pero en los años 90, nunca se mostró fuera de Japón y Corea del Sur”.
Nasubi, un aspirante a comediante en ese momento, conocía pocos detalles sobre cuál sería el desafío al que se enfrentaría antes de que comenzara. Lo dejaron en una habitación sin ventanas, sin ropa ni artículos de primera necesidad -ni siquiera papel higiénico- y sin contacto con el mundo exterior.
“The Contestant” presenta nuevas entrevistas tanto con Nasubi como con el productor que planeó el programa, Toshio Tsuchiya. También hablan con quienes participaron en la cobertura del programa, incluido un excorresponsal de la BBC que residía en Japón.
Pero gran parte de la historia está en el show mismo y los espectadores del documental siguen el progreso de Nasubi de la misma manera que lo hicieron los espectadores de televisión en los 90.
Titley dice que ella y su equipo revisaron el metraje original “cuidadosamente” para eliminar gran parte de los efectos originales. “Todo el metraje estaba cubierto de gráficos japoneses, tenía narración japonesa, risas enlatadas, efectos de sonido. Era una cacofonía de ruido y gráficos”, explica. “Así que intentamos que una audiencia de habla inglesa entendiera cómo era”.
Una crónica de un fenómeno mediático
El equipo cubrió los gráficos japoneses con equivalentes en inglés y recreó el audio con la mayor precisión posible. Se contrató a un narrador de habla inglesa para traducir los comentarios originales.
El documental resultante ya se estrenó en Hulu en EE. UU., y los críticos están tan fascinados por la historia como horrorizados por la terrible experiencia de Nasubi.
“The Contestant” es “a la vez un accidente automovilístico que no se puede dejar de mirar como una acusación de complicidad contra el espectador”, dijo David Fear, de la revista Rolling Stone.
“Una crónica de un fenómeno mediático, un hito de los reality shows y una pesadilla psicológica presentada como entretenimiento, es el tipo de documental en el que eres consciente de que lo que estás presenciando es 100% cierto, y aún no puedes creer lo que estás viendo.”
David Ehrlich, de la revista IndieWire, describió las grabaciones originales como “tan hipnóticamente sádicas” que el metraje más nuevo no puede competir con él.
“Ninguna de las entrevistas retrospectivas de la película, por más sinceras y reflexivas que sean, resulta tan apasionante como el vídeo en bruto de la terrible experiencia de Nasubi”, dijo.
A medida que avanzaba el programa, Nasubi tuvo éxito en muchos de los concursos en los que participó, pero los premios que ganó no siempre fueron de mucha utilidad.
Arroz y comida para perro
Entre ellos se encontraban neumáticos, pelotas de golf, una tienda de campaña, un globo terráqueo, un osito de peluche y entradas para “Spice World: The Movie”.
El hecho de que se estuviera debilitando físicamente poco pareció preocupar a los productores, uno de los cuales sugiere en el documental que Nasubi podría haber muerto si no hubiera ganado arroz en uno de los premios.
Más tarde también ganó bebidas azucaradas y comida para perros, con la que sobrevivió durante varias semanas. Alrededor de 15 millones de espectadores sintonizaron para ver el programa.
Nasubi permaneció desnudo durante todo el tiempo, porque nunca ganó una prenda de vestir (sus genitales están cubiertos por un emoji de berenjena flotante agregado por los productores).
La puerta del departamento no estaba cerrada con llave y, en teoría, a Nasubi se le permitía salir cuando quisiera. Entonces, ¿por qué no lo hizo? “Creo que hay muchas razones”, dice Titley. “Una es que es muy estoico, y eso se debe a su lugar de origen, Fukushima, y a sus padres, que eran muy estrictos”.
“También es una persona muy leal. No quería meterse en problemas, y era muy joven e ingenuo. Todavía es increíblemente confiado ahora. Y también está ese espíritu samurái japonés de ‘prevaleceré y aguantaré’”.
Un show muy cruel
Casi tres décadas después, Nasubi describió el programa como “cruel” y dijo que “no había felicidad ni libertad”. “Tal vez [se mostraron] tres o cinco minutos de mi vida por semana. Y ese trozo fue editado para resaltar mi felicidad cuando ganaba [un premio]”, le dijo al portal Deadline.
“Por supuesto, los espectadores dirían: ‘Oh, mira, está haciendo algo divertido y algo que disfruta...’ Pero la mayor parte de mi vida allí fue un sufrimiento”. Y, sin embargo, en el documental no se le ve tan amargado por esta experiencia, y Titley dice que su impresión fue que “ahora se encuentra en un lugar muy positivo”.
“Cuando la gente le pregunta si se arrepiente, siempre dice que, aunque no querría volver a hacerlo, no sería la persona que es ahora si no hubiera participado”, dice.
Nasubi finalmente fue liberado mediante un truco en el que lo llevaron a una nueva habitación falsa antes de que las paredes cayeran para revelar que en realidad estaba en el estudio en directo frente a una audiencia que jaleaba su nombre.
El documental también sigue a Nasubi después de su liberación, mostrando sus esfuerzos por utilizar su nueva fama para buenas causas, proporcionándole finalmente una sensación de plenitud.
Titley dice que Nasubi sintió que era el momento adecuado para revisar su historia, y agregó que “tal vez había hecho las paces con lo que había sucedido”.
“Me encantaría que la gente reflexionara sobre sus propias relaciones con las redes sociales y los reality shows”, dice Titley, “y cuán cómplices somos todos como espectadores y consumidores”.
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