Desde hace 35 años está en TV y ahora actúa en una obra que se “reescribe” en cada función: la vida inquieta de Emilia Mazer
Reniega de la fama a base de escándalos y de redes sociales y apuesta al prestigio en su carrera; con Alejo García Pintos lleva a escena “Un encuentro casual”; su experiencia con la pandemia y su reflexión sin filtro: “Mucha gente no murió de covid, sino de tristeza”
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“Hay artistas que no hemos apostado a la fama, a las redes y al escándalo, entonces parece que los nombres tuvieran menos trascendencia. Pero el peso que tiene Alejo García Pintos hoy y lo que es dirigiendo, es un gran docente, es impresionante. Estoy todo el tiempo observando el trabajo de mi compañero y me da mucho orgullo”, asegura con firmeza Emilia Mazer y enciende la charla con LA NACION desde su escuela de teatro en Núñez donde dicta cátedra desde hace 25 años.
Se apasiona a cada palabra, en especial cuando habla del teatro y del prestigio de los intérpretes. Y realza al mencionado García Pintos con quien se encuentra protagonizando Un encuentro casual, una obra de su autoría, que dirige con él en el Mil80 Teatro, en Villa Crespo. “La empecé a escribir hace una década, reestrenamos en abril y sigo corrigiéndola, sobre todo el proceso de ensayos con Alejo, que comenzamos en 2020 en plena pandemia con barbijos al aire libre. La obra atraviesa esos tiempos de nuestra historia, tiene guiños con un montón de películas de reencuentros. Son dos personas que se conocieron hace 25 años cuando eran muy jóvenes. Y ahora a los cincuenta y tantos se reencuentran y recorren Buenos Aires. Nosotros pertenecemos a la misma generación no solo por edad, sino del cine argentino. Nos tocó hacer TV juntos, Nano, El hombre de tu vida. Hace unos años nos encontramos en Mar del Plata y hablamos de que éramos un poco las caras visibles de un cine argentino de los 80″, subraya. Y, si de trayectoria se trata, la de ella es exhaustiva y variada. Supo estar en Poliladron, Floricienta, Mujeres Asesinas y Pequeña Victoria, entre decenas más de producciones televisivas.
Los 80 en democracia
Por esos tiempos, la llegada de la democracia no solo fue un antes y un después en la vida de los argentinos, sino que también dejó una marca muy especial en la carrera de Emilia: “Salía de mi infancia y mi adolescencia y ya me tocaba laburar contando la historia de mi generación y de la anterior. Fue un doble honor, si me preguntan cómo es eso. A veces podés tener fama, popularidad, mucho trabajo, trayectoria, pero hay algo que siempre me consultan y tiene que ver con el prestigio, con el respeto, que me trasladan a esa época. Creo que fue el plus de haber podido contar de muy joven historias que tenían un contenido profundo para nosotros socialmente. Eso me dio un plus como actriz, y hoy todavía recojo esos beneficios. Porque no me tocó hacer pavadas. Después participé en telenovelas, un reality, alguna película mala, pero todo eso no alcanzó a opacar trabajos realmente de mucha trascendencia, que hoy tal vez son clásico”, describe con orgullo dichos recuerdos.
Y entonces aparecen en sus palabras títulos que marcaron historia: “Alejo fue protagonista de La noche de los lápices, yo tuve mi rol en Los chicos de la guerra; representábamos la época, esa generación de sectores que necesitaban contar algo sobre esa historia más reciente y no tan lejana”.
Cuando rememora lo vivido en aquellos ‘80, aparece el reconocimiento a un referente del cine nacional: “El año pasado perdimos a un gran director que fue Jorge Coscia, que dirigió Sentimientos: Mirta de Liniers a Estambul, un clásico de nuestra historia y de un momento del cine argentino que hoy todavía tiene repercusión”.
Mujeres Asesinas y la violencia de género
Otro trabajo que Mazer valora por su carga emocional y por el tema de la violencia de género fue su papel en el ciclo Mujeres Asesinas: “El ciclo llevaba al extremo la injusticia que se ha tenido con muchas mujeres, lejos de ser una apología del delito. Para todas las actrices me parece que era muy gratificante pasar por ahí. Es el día de hoy que en mis clases muchas alumnas mías hacen escenas de Mujeres asesinas y todavía para mí sigue vigente, presente... y es que marcó muchísimo, continúa siendo lo que la gente consume. De hecho los capítulos en los que estuve, que fueron cuatro, los tengo en mi página web y mucha gente los consulta a menudo, mis alumnos especialmente. Fue maravilloso estar ahí”.
En agosto va a salir en la TV Pública Revelados en blanco y negro que dirige Federico Palazzo, un ciclo protagonizado por muchísimos actores de primer nivel. “Me toca encabezar una de las historias con Fabián Vena, un tema precioso sobre la diversidad, de mucha calidad. El año pasado grabé Planners para Disney con dirección de Daniel Barone, que no sé cuando se podrá ver, y cada tanto sigo haciendo televisión paralelamente al teatro. Con Daniel trabajé mucho, dio una conferencia en pandemia por zoom para mis alumnos que fue maravillosa. Una clase magistral, es un número uno. Fueron duros los últimos años para todos”, continúa.
La pandemia, un antes y un después
Entonces aparece en la charla el tema de la pandemia, del que Emilia está harta, pero relata su experiencia: “Metafísicamente hay que dejar de nombrarla. Sí creo que pagamos las consecuencias del encierro que me pareció descomunal. La pasé tratando de trabajar mucho sobre mi persona, de pilotear la amenaza depresiva que traía el encierro. Con mucha tristeza por lo que pasaba con nuestros adolescentes, soy madre de una. Y de lo que sucedía con las personas mayores. Mucha gente no murió de Covid sino de tristeza. Se gestionó de una manera bastante irresponsable, y eso en mi caso no tiene ninguna bandera política, sí una crítica absolutamente general”.
“Se nos sometió a una situación y todavía seguimos pagando las consecuencias. No conozco a nadie que no tenga el cortisol y el colesterol por las nubes. Soy de alguna manera trabajadora de la salud desde mi lugar de agente de cambio como profesora de teatro y como coach actoral y de vida. Y todavía trabajo con la gente para que salga del encierro, el aislamiento y las complicaciones que nos trajo. Fue una gran oportunidad para que gran parte de la sociedad se paralizara y se empobreciera. Como toda guerra, en vez de ser una oportunidad para igualarnos a todos, fue para que el control social aumentara y los gobiernos en el mundo potenciaran su autoritarismo. En un momento tuve la esperanza de que saliéramos mejores, tal vez en algunas sociedades del planeta ocurrió, en la nuestra no, lamentablemente”, señala sobre la desgarradora experiencia que atravesó el mundo.
Mazer destaca las dificultades que debieron enfrentar los artistas como trabajadores: “No éramos esenciales, sin embargo, el consumo de la gente de las plataformas comprobó que el público necesitó de la ficción y de nosotros para poder pilotear su estado anímico. Yo lo viví como profesora de teatro cuando la gente me consultaba tanto a las diez de la mañana como a las doce de la noche sobre las escenas y eso les permitía estar anímicamente vitales. Creo que el arte es lo más esencial, pero veremos en qué momento para las políticas gubernamentales de todos los colores y partidos empezamos a ser esenciales para la salud de la población”.
La actualidad la encuentra con mucho trabajo. Además de dar clases en su academia de teatro y protagonizar Un encuentro casual, Emilia forma parte del elenco de Ampelmann, de Víctor Winer, en el Teatro Border: “Ambas son obras del teatro independiente. Esta puesta rescata los ideales y la búsqueda de alternativas. Marta, que es mi personaje, sorprende con su propia manera de resolver las cosas. En tiempos de revoluciones femeninas toma el camino de su propia revolución. Es una linda metáfora para estos tiempos. Winer hizo esta obra y ganó un premio en la bienal de teatro hace diez años. El director Diego Rinaldi le dio una vuelta de tuerca al final, porque tanto tiempo después merecía otro que el que tenía. Es lo novedoso de este estreno, más adecuado a estos tiempos que vivimos de igualdad de derechos de la mujer”.
Además del teatro independiente, en junio la actriz hará el reemplazo de Ana María Picchio en Perdidamente: “Me lo pidió Muscari (José María), es precioso el papel, me quiero dar el lujo de volver a la calle Corrientes a jugar un poco en una obra que va muy bien en el Multiteatro. Me voy un rato a facturar y vuelvo al sótano, que es mi espacio de crecimiento personal”.
Confiesa que ama su profesión, en especial el teatro independiente: “Es que empecé a trabajar a los 17 años, de chiquita deseaba ser actriz, comencé a los 16, nací con el deseo de serlo. Actuaba en el living de mi casa como juegan todos los chicos. ¿Sabés? Yo me genero trabajo con snorkel a doscientos kilómetros de la tierra y aunque me aplasten. Si pude trabajar en este país en las condiciones que tuvimos qué me va a detener. Respiré como pude, como todos. Hubo gente que trabajaba en producción, que vendía productos, que laburaba con las redes ganando en dólares poniéndose en pelotas. Cada uno hizo lo que pudo y fue para adelante, como debe ser”.
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