Desbordes de la imaginación
Con la actuación de Tom Cruise, llega "Magnolia", una película fuera de serie.
Con apenas 29 años, es uno de los guionistas y directores más venerados de Hollywood. Mientras colegas mucho más experimentados siguen sufriendo constantes presiones, recortes e intromisiones artísticas en sus proyectos, a Paul Thomas Anderson le bastaron tres películas para alcanzar un status de privilegio, que le permite gozar de una libertad casi absoluta. Y él aprovecha ese lugar de "autor" dentro de Hollywood para dar rienda suelta a su frondosa, desmesurada imaginación para las tragicomedias corales, fascinantes estudios sobre familias disfuncionales.
Su ascenso fue meteórico: de la escuela de cine saltó a un curso intensivo en el Instituto Sundance y de allí a una pequeña producción independiente, el film-noir "Vivir del azar", donde el mundillo de las apuestas le servía para elaborar una relación padre-hijo de hecho. Hace poco más de dos años se despachó con la aclamada "Boogie Nights-Juegos de placer", su incursión en el ambiente de la pornografía de los años 70 y 80. Ahora es el turno de "Magnolia", una ambiciosa película de tres horas, con doce protagonistas, que acaba de ganar el Oso de Oro en el Festival de Berlín y que le valió una nueva nominación al Oscar como guionista.
Esta vez, a sus actores habituales ("conformamos nuestra familia disfuncional", según Anderson), como Julianne Moore, Philip Baker Hall, Philip Seymour Hoffman, John C. Reilly y Melora Walters, se incorporaron Jason Robards y la figura mejor paga de Hollywood: Tom Cruise.
Precisamente la inclusión de Cruise en el elenco es la mejor explicación para la andersonmanía . Fascinado por "Boogie Nights...", el intérprete de "Rain Man" llamó al director mientras se encontraba rodando "Ojos bien cerrados" en Londres y le pidió que lo tuviera en cuenta para su siguiente film. Casualmente, Anderson también se encontraba en la capital inglesa y entonces Cruise lo invitó a conocer a Stanley Kubrick ("fue como encontrarse con J. D. Salinger, estaba emocionado", admitió a The New York Times).
El joven realizador le dijo a Cruise que estaba escribiendo "Magnolia" , que tenía un papel para él y le mandó el guión. Al día siguiente, el protagonista de "Top Gun" se apareció en la casa de Anderson para discutir el personaje, que pasó de ser un simple cameo a uno de los principales.
Pero a Anderson le hubiese sido imposible soportar el actual cachet de Cruise (20 millones de dólares más un porcentaje de las ganancias) y entonces el actor le ofreció trabajar por un ingreso simbólico. El resultado fue una candidatura al Oscar como intérprete secundario por su complejo papel de un arrogante gurú del sexo para machistas, que se reencuentra con su padre moribundo.
Así y todo, "Magnolia" terminó costando 37 millones, una cifra significativa para una productora como New Line, que debió realizar un gran esfuerzo para "vender" una película con temáticas tan conflictivas (cáncer, droga, adulterio, incesto) y con una duración tan extensa. Aunque Anderson asegura que no quiso cargar las tintas: "Creo que es una obra esperanzadora, yo no tengo una visión cínica de mi país".
De Cassavetes a Altman
Hijo cinematográfico de Robert Altman, especialmente del realismo sucio de Raymond Carver en la también muy californiana "Ciudad de ángeles", y del cine de John Cassavetes, Anderson consiguió un espacio reservado a un Quentin Tarantino y, ahora, a Sam Mendes ("Belleza americana") o a Spike Jonze ("¿Quieres ser John Malkovich?"). Todos los estudios quieren contratarlo, todos los productores quieren sus guiones (Anderson está escribiendo ahora para Jonathan Demme) y todos los representantes de actores lo llaman para que no se olvide de incluir a sus clientes en su próxima película.
El no tiene problema en este sentido: "Adoro a los actores -dijo al diario madrileño El País-, es lo que vemos de verdad en la pantalla, lo más importante, siempre trabajo con la gente que me gusta".
No se define como un "autor", sólo como un artista autosuficiente: "Siempre ruedo cosas que escribo yo. No me gusta cargar con la responsabilidad de estropear el trabajo de otros. Escribir es fantástico. También me gusta rodar, estar con gente, trabajar en equipo, pero siempre hay un momento en el que necesito encerrarme en mi casa, con mis papeles y mis pensamientos, solo, cargando las pilas para crear mis historias".
Artista irreverente y seguro de sí mismo, Anderson asume el riesgo que conllevan sus ideas más delirantes, como la lluvia de ranas que aparece en su nueva épica: "La metí porque ya no se me ocurría nada más y decidí hacerlo aunque me criticaran mucho, pero sin miedo al ridículo".
Anderson, un joven flaco con estampa de estudiante de matemática, define a "Magnolia" como "una película muy musical, basada en personajes reales. Las canciones, compuestas por Aymee Mann, vinieron primero y luego yo me basé en ellas para crear el film, así que es la música la que dicta la película". Una rareza más en el extraño mundo de Paul Thomas Anderson.
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