Del Pitufo Enrique a Carozo y Narizota: la nueva vida de Claudio Orellano en Córdoba
Trabajó con Cacho Fontana, enamoró a Héctor Ricardo García en Crónica y le puso voz a La Bombonera; por qué pegó el portazo en Buenos Aires
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“No me molesta que me reconozcan como ‘el gordo de Crónica’ porque ese calificativo proviene de la gente y yo amo lo popular”, confiesa Claudio Orellano mientras charla con LA NACION, toma un mate con peperina y mira a través de la ventana Las Sierras Chicas desde su departamento, ubicado a diez cuadras de la cancha de Instituto en Alta Córdoba.
En 2013, Claudio decidió un cambio de vida y dejó el tránsito, el smog y los bocinazos de Buenos Aires en busca de algo de paz. Le encantaba pasar sus vacaciones en Capilla del Monte y un día pensó que no estaría nada mal instalarse y vivir allí. Y así lo hizo.
Abandonó el infierno de la ciudad dando una vuelta de página a un pasado exitoso que comenzó allá por 1982, cuando se recibió de locutor en el COSAL, título que luego refrendó en el ISER.
Nacido en Villa Adelina y criado en Villa Ballester, a los 22 años ya debutaba en las transmisiones deportivas de fútbol con Miguel Ángel De Renzis –el llamado relator de la doble emoción porque repetía su relato de gol al instante- en la vieja radio Del Pueblo que luego se llamó Buenos Aires. Después acompañó a Hernán Santos Nicolini, uno de los grandes relatores de boxeo junto a Julio Ernesto Vila, en Noches de cuadrilátero, en Radio Argentina.
“Laburando en el informativo y en la calle me hice periodista –explica Claudio, y agrega-: como se aprendía antes, trabajé en Radio del Plata con Silvio Huberman, hasta que debuto con Cacho Fontana en Radio Argentina con Enhorabuena y Radio Reloj, con Ariel Delgado, fue un lujo. Luego llegó Radio El Mundo, LU 9 Radio Mar del Plata, Del Plata, Rivadavia, Mitre, Belgrano, Libertad, Nacional; hice Campeones en Continental, como lo hago también ahora en televisión”.
Último momento
Pero el momento más popular de su carrera llegó cuando se incorporó a Crónica TV. Orellano recuerda: “Lo de Crónica se da cuando estaba trabajando en Radio Libertad y también hacía un programa de bailanta y cuarteto en Radio Buenos Aires. Me entero leyendo Noticias que Héctor Ricardo García pensaba abrir Crónica TV para competir con la red de noticias de Telefe, TN y Cablevisión. Rosita Sueiro, que era muy amiga mía, me conecta con el productor Cacho Paredes. Yo quería ser la voz institucional del canal. Hice un casting de presentadores y Mario Gavilán –cofundador de la emisora- nos dice a todos: ‘Los varones hagan lo que hizo Claudio’. Ahí pensé ‘ya entré’. Después me enteré de que García –Héctor Ricardo, dueño y fundador- estaba mirando y preguntó: ‘¿Quién es este boludo?’”.
¿Qué pasó después? El milagro. “A la noche me llama Rosita y me dice: ‘¿Qué les hiciste a Gavilán y a García para que estén tan locos con vos? Te van a dar el horario central de 14 a 22. A los pocos días estaba trabajando, era diciembre del 93 y el canal empezaba a transmitir el 3 de enero del 94. Estuve hasta octubre de 2000 cuando García nos baja los sueldos por un decreto del gobierno de De la Rúa, época de crisis. Me consideré despedido. Viví siete años de una época brillante. Raúl Becerra me dijo que yo lograba romper la pantalla y meter un pie en el comedor de una familia. Le dije que exageraba y me respondió que él no regalaba elogios”, narra, tantos años después.
Claudio reconoce que, por ese entonces, su popularidad crecía de manera inusitada y cuenta una anécdota que refleja lo que ocurría con aquel presente: “Yo de 13 a 14 paseaba por los alrededores del canal. Un día pasó Tinelli por Sarmiento y Callao -Crónica estaba en Riobamba 270- cerquita, y se sorprendió porque la gente aplaudía. Iba en su camioneta con vidrios oscuros y no entendía cómo si la gente no podía verlo detrás del polarizado lo aplaudiera. Después se dio cuenta de que tal demostración de afecto estaba dirigida a mí, que caminaba por la zona. Me lo comentó Miriam Morelo, periodista de LA NACIÓN, cuando vino a hacerme una nota al canal. A la gente le había llamado la atención ver a ‘el gordo de Crónica’ transitando por Callao. Yo vivía en Solís y Moreno e iba y venía a pie hasta casa. A Marcelo lo conocí cuando estaba con José María Muñoz y yo hacía suplencias en Radio Rivadavia”.
En Puerto Madryn también fue protagonista de otra historia divertida cuando estaba de vacaciones con Ignacio, su único hijo: “Me encontré con gente del diario El Chubut, me invitaron a la redacción, y al otro día salió la edición con mi foto y una placa roja que decía: ‘Claudio Orellano en Puerto Madryn’. Era una tras otra. Cuando fui locutor de Intrusos en Rafaela me pasó que entré a un negocio, estaban viendo el programa, el dueño me mira y me dice: ‘¿Che, vos no tenés que estar ahí?’”.
Un “intruso” más
En el programa de espectáculos y chimentos de América, Orellano había debutado el 1º de enero de 2001 y se quedó hasta el 31 de diciembre de 2003. “Carlos Ávila me decía que era el alma de Intrusos. Y yo le pedía que me pagaran como el ‘alma’ que repetía que era. Me fui porque estaba cansado, pedí que me triplicaran el sueldo, no lo hicieron y me despedí. Ojo, les estoy muy agradecidos porque con la vidriera que tuve gané mucha guita haciendo publicidades. Gerardo, el hermano de Marta González, me decía que no me fuera. ‘Si estás en la tele valés un milón, si vas a la radio valés un peso’, insistía. Pero terminé mi contrato y adiós, pasé a Radio Cooperativa, a hacer En cuerpo y alma; luego vino Radio Cultura, Provincia y Colonia; con Rina Morán y Beba Vignola, genias, hacíamos Desestresados”, rememora Claudio, que también suplió a Riverito en Radio Buenos Aires cuando el animador hacía La Danza de la Fortuna pero en la tele”, narra.
Otro de los momentos felices en su vida ocurrió cuando el entonces vicepresidente de Boca, Pedro Pompilio, lo convocó para que fuera la voz del estadio xeneize, donde estuvo desde 2002 a 2006, y luego regresó en 2020 con Jorge Amor Ameal. “Ahora no puedo ir porque me agarró la pandemia en Córdoba, si no nada me separa de mi amado Boquita”, afirma como buen fan del club de La Ribera.
La novela del Pitufo Enrique
Las anécdotas se suceden una tras otra durante el diálogo. Además de sus divertidas apariciones en Crónica TV junto a co conductores como Carozo y Narizota, quién no recuerda aquellos episodios cuando entró en escena la historia inagotable del pitufo en Catamarca.
Claudio cuenta la intimidad de por qué lo bautizaron Enrique. “Era un duende que se decía que atemorizaba a policías y remiseros. Y cuando no había noticias seguíamos con esa historia. Teníamos un tipo acreditado allá que todas las tardes venía con una novedad. Un día apareció un grupo y le hizo un tema musical. Y el 29 de julio de 2000 vendemos que el duende tiene canción”, relata.
Sin embargo, hay una gran pregunta de fondo: ¿por qué lo llamaron Enrique? “Porque el director de Noticias, el Negro Félix Molina, no se llevaba del todo bien con el Gerente General que se llamaba así. Cuando se pensó en qué nombre ponerle se armó un debate; yo propuse Gargamel, el de los Pitufos, pero Molina se impuso y dijo: ‘Ya está, se llama Pitufo Enrique’. Hasta Santo Biasatti en la radio titulaba con el tema, era furor. Cuando apareció el cuarteto con la canción me empecé a tentar, a reírme para adentro y mi cuerpo comenzó a temblar. No podía hablar. Lo único que atiné a decir fue: ‘¡Qué pitufo éste!’. Sentí que me descomponía de risa. Enseguida pensé: ‘García me raja’. Quedó como una frase célebre, cuando no debería serlo. Fue una época espectacular, le ganamos seis Martin Fierro a TN desde el 94 al 99. Y la placa roja que inventó García es un distintivo, después otros la copiaron, con el urgente, el alerta, el ahora...”.
La Docta, su lugar en el mundo
En 2013, Orellano llega a Córdoba porque, según explica, se había hastiado de Buenos Aires. “Me gustaba pasar vacaciones en Capilla del Monte. Yo estaba en Télam desde 2010; pedí el traslado a la corresponsalía. Hacía la segunda mañana en Radio Nacional Córdoba. Viajaba de Capilla a la ciudad todos los días en micro porque no manejo, son más de 100 kilómetros. Así durante dos meses, era una locura, hasta que me fui a vivir al Barrio General Paz”, explica.
Actualmente, vive en Alta Córdoba y, desde 2019, tras un llamado de Alejandro Pont Lezica y Gustavo Campana, hace El Diario Nacional, un resumen periodístico de noticias con las 50 emisoras de las distintas provincias. “Estoy pasando un gran momento, muy feliz aquí, tengo mis amigos, mis seres queridos. Me separé hace mucho tiempo -acá tuve una pareja durante dos años- pero ahora estoy solo, cuidándome mucho por el tema del COVID, pero extraño demasiado a mi hijo que vive en Banfield, así que eso decidirá si continúa mi vida en Córdoba como hasta ahora o me vuelvo, lo estoy pensando mucho”, aclara.
-¿Volverías a Crónica TV?
-No, cualquier otro canal menos Crónica porque perdió la mística. Me gustaría regresar a un noticiero importante de la tele.
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