
Del interior al Cervantes
En esta temporada el Teatro Nacional Cervantes comenzó a desarrollar un proyecto que incluye a los teatristas del interior del país. Durante las vacaciones de invierno se presentó en la sala Orestes Caviglia "¿Podés silbar?", un espectáculo de los neuquinos Dardo Sánchez y Jorge Onofri. Las nuevas producciones que se estrenarán a comienzos de septiembre integran en sus elencos a actores de distintas provincias, y a fin de año se programarán espectáculos que hayan participado en la Fiesta Nacional del Teatro, que se llevará a cabo, en noviembre, en Salta.
Con el fin de conformar los elencos de "Lágrimas en el Sahara", de la porteña María Victoria Menis, y "El secreto de la luna", del santafecino Julio César Beltzer, el teatro realizó una convocatoria a intérpretes provinciales en abril. Se presentaron 549 currículum y audicionaron, aproximadamente, 90 actores de entre 18 y 24 años. Se eligieron seis, oriundos de Santa Fe, Entre Ríos, Mar del Plata, Córdoba, Pehuajó y Santiago del Estero.
Cuatro de esos actores se reunieron con La Nación . Los cuatro vienen de regiones muy diferentes; sus formaciones no son iguales, pero tienen el mismo deseo, consolidar una carrera en Buenos Aires.
Teresa Pascale (22) y Esteban Pérez (24) nacieron en Córdoba y Pehuajó (provincia de Buenos Aires), respectivamente. Si bien hace un par de años que viven en la Capital Federal, ninguno había logrado aún insertarse en un fuerte proyecto teatral. Pascale -formada, entre otros, con Paco Giménez y Alfredo Fidani- llegó a estudiar teatro y siempre estuvo ligada con temas relacionados con la producción. El año pasado, por ejemplo, formó parte del equipo del Festival Internacional de Buenos Aires. Pérez, en cambio, vino a estudiar Administración Agraria y a los cuatro meses decidió dejar y comenzó a tomar clases con Lorenzo Quinteros. Actualmente cursa el tercer año en la Escuela Municipal de Arte Dramático.
Diego Rosental (21) y Gustavo Berkhan (18) llegaron hace unos meses de Rosario y Santiago del Estero. El primero cursa el tercer año en la Escuela Provincial de Santa Fe, y Berkhan, que hace siete años que hace teatro, estaba estudiando Ecología en la Universidad santiagueña.
Sorprendidos por esta posibilidad de trabajar en el Cervantes junto a directores como Roberto Villanueva y Eduardo Gondell, o al lado de actores como Rita Cortese, Marita Ballesteros, María Ibarreta, Rubén Stella y Alejandro Awada, los jóvenes actores no paran de demostrar su entusiasmo y aun expresar la fascinación que sienten por compartir la tarea con todos ellos.
Y hasta Buenos Aires adquiere otra dimensión. "En Santiago del Estero -cuenta Gustavo Berkhan-, se dice que esta ciudad es muy peligrosa, que hay un robo cada tres minutos y que hay que estar cuidándose mucho. Un amigo, además, me había comentado que aquí los directores de teatro son muy exigentes. Y todo eso no tiene nada que ver con lo que estoy viviendo. Roberto Villanueva es una persona maravillosa, me transmite mucha seguridad. En mi cabeza no podía entrar el hecho de que estuviera trabajando con Marita Ballesteros y Rita Cortese. Tardé una semana en aceptarlo."
"Para cualquier actor -comenta Esteban Pérez- estar en este teatro es un sueño hecho realidad. En parte, mis expectativas están cumplidas, ahora resta lo más fuerte, poder cumplir con la tarea. Siempre participé de la actividad teatral porque mi padre es actor (Oscar Pérez), pero nunca creí que yo iba a serlo. Y esta experiencia me ayuda mucho a confirmar que puedo trabajar en esta profesión."
"No entendía nada"
"Cuando llegué no entendía nada -dice Diego Rosental-. Quería poner todo en los ensayos y aprender, eso es lo fundamental. Y verdaderamente estoy fascinado. Estoy trabajando en lo que me gusta y además me pagan. Eso en Rosario es casi imposible. Allá el teatro es como un hobbie y eso hace que uno se comprometa a medias."
"A partir de este trabajo uno descubre que verdaderamente puede poner en práctica su vocación. En Santiago para asegurarte un futuro tenés que estudiar otra cosa. Y a mí lo que me interesa es el teatro, poder conectarme con gente en los ensayos, en cada función", aporta Gustavo Berkhan.
"Este tipo de propuestas debería hacerse con más continuidad -acota Teresa Pascale-. No es posible que para los que vivimos en las provincias llegar a Buenos Aires sea algo casi imposible. Y no estoy diciendo que esto es la maravilla y en las provincias se crea en la total precariedad. En cada una de nuestras ciudades, seguramente, hay un movimiento teatral fuerte, se hacen cosas buenas, pero no trascienden. Proyectos como éste son fundamentales."
Los cuatro actores tienen la misma meta, establecerse definitivamente en Buenos Aires y hacer de su vocación un medio de vida. Pero las realidades son distintas. Gustavo Berkhan, el más chico, depende bastante de su familia a la hora de la determinación final. "Mi proyecto -dice- es venirme, pero por ahora tengo que esperar. Haber llegado a Buenos Aires es como haber subido diez escalones en mis objetivos y volver a Santiago del Estero es como bajar once."
"Si es por mí, yo también me quedaría -aclara el rosarino Diego Rosental-. Si bien aquí todo está muy saturado, el campo es más amplio, hay más posibilidades."
Para Pascale y Pérez, la decisión ya está tomada. Eligieron establecerse aquí por una necesidad de integrarse a una ciudad "con mayor riqueza cultural". Saben que todo es difícil, pero hasta ahora van pudiendo definir lo suyo. A veces haciendo publicidad, como en el caso de Esteban Pérez, o integrándose a la producción de proyectos, como es la situación de Teresa Pascale. Los dos viven una contradicción saludable: están establecidos en Buenos Aires, pero los convocaron por haber nacido en el interior. Así son los extraños resortes que definen la actividad teatral porteña.