En fotos y como nunca se vio: así quedó la casa de Lily Süllos tras su trágico final
En diálogo con LA NACION, Aniko Szabó, la “hija” de la astróloga, contó el derrotero que sufrió la propiedad; desde okupas hasta una sucesión a través de Hungría; “Ella hizo lo suyo desde otro plano”, aseguró
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“La casa quedó con una energía extraña, muy pesada e invasora desde que ellos se fueron a otra dimensión”, explica, a LA NACIÓN, la artista plástica Aniko Szabó, a quien la astróloga Lily Süllos consideraba como una hija. Se refiere al día después de lo ocurrido aquel trágico 15 de setiembre de 2013, en la vivienda ubicada en la calle Díaz Vélez, en La Lucila, cuando Luis, su hermano, le disparó y luego se quitó la vida, con un arma similar un revólver calibre 32 que había fabricado con sus propias manos, porque era inventor.
Lily había sufrido otro ACV y, su hermano, ante el panorama de salud que le detalló el equipo de emergencias que la asistió en su domicilio, determinó que así no podían seguir viviendo. “El médico dijo que había que llevarla a un geriátrico, adonde mantienen con vida y torturan. Son pasadas las 9 de la mañana. La presión es normal, el pulso también, pero no puede caminar, no puede hablar, no puede ir al baño, no puede beber ni comer. Nos despedimos”, redactó en un mail con absoluta frialdad y se lo envió a Aniko. Luego, sin dudarlo, ejecutó a Lily y se mató.
Lo que continuó fue una pesadilla constante. Se sabe que Lily Süllos tenía una particular visión acerca de la muerte. “Para mí no existe, no creo en eso. Creo que es la más linda liberación que hay, es un camino de luz. El miedo que todos tenemos es a lo que precede a la muerte”, solía reflexionar. Que haya ocurrido de una manera tan sorprendente e inesperada despertó conmoción y todo tipo de especulaciones y malas intenciones...
El chalet quedó desolado, comenzaron a circular todo tipo de rumores respecto a lo ocurrido y los miedos fueron en aumento constante. Primero un grupo de vecinos deslizó por debajo de la puerta un manuscrito que pedía que alguien hiciera algo porque de allí provenía un olor fétido. Y hasta se especuló con ritos satánicos con sacrificio de animales. “Más tarde una familia decidió mudarse porque sus hijos sufrían ataques de murciélagos que, según insistían, venían de la casa de los Süllos, que antes era sinónimo de paz y buena energía y se había convertido en un antro de delincuentes peligrosos para el barrio”, agrega Aniko Szabó.
La casona había intentado ser usurpada por un grupo de personas el 15 de marzo de 2015. Llegaron con una escritura apócrifa en mano, pero ante el alerta de los vecinos no lograron ingresar y prefirieron retirarse para evitar que los sorprendiera la policía. El 13 de mayo los mismos delincuentes volvieron a la carga y esta vez concretaron el propósito: llegaron con un experto que cambió la cerradura y luego huyó en una moto. Así pudieron instalarse. Primero eran tres, luego se sumaron otros cuatro con autos de alta gama.
A partir de allí, Aniko Szabó -como administradora de la sucesión- comenzó una batalla legal para expulsarlos. Pero los matones ni se inmutaron y siguieron viviendo en la casa de los Süllos. Paradójicamente el chalet seguía intrusado, pero como se había gestionado un pedido de desalojo, en la puerta tenía una custodia policial y nadie podía ingresar ni sacar ningún tipo de elemento o mobiliario. No obstante los invasores, que al parecer se dedicaban a la reventa de autopartes, ya se las habían ingeniado para sacar partes de la Volkswagen Suran, propiedad de los hermanos, para comercializarlas en el mercado negro de reducidores.
La causa penal por la usurpación fue radicada en el Juzgado de Garantías Nº 3 de San Isidro y la sucesión en el Civil y Comercial Nº 13. Intervinieron también los fiscales Beatriz Molinelli y Alejandro Guevara de la Fiscalía Nº 1 de Vicente López. Así, una semana más tarde varios uniformados de un equipo especial de la policía de la provincia de Buenos Aires, con un carro de asalto y algunos patrulleros, llegaron a la vivienda, allanaron y detuvieron a los usurpadores.
El interior de la casa había sido pintado, la decoración tan particular de Lily con duendes, cuadros y elementos esotéricos había sido arrancada y colocada en bolsas junto a la ropa de los hermanos para ser descartados. El plan de los delincuentes era establecerse hasta poder vender la vivienda con documentos falsificados. Pero la estafa pudo evitarse.
Un final feliz y okupas “aterrados con los fantasmas”
Luego de una intensa búsqueda, la administradora de los bienes Aniko Szabó logró hallar en una agenda un número de teléfono de parientes de Lily Süllos en Hungría, su país de nacimiento: dos primas hermanas por parte de su madre. Aniko viajó a dicho país junto a su esposo, se encontraron con ellas, que los recibieron y les contaron que habían sido acróbatas y trapecistas de circo cuyo número de atracción era una pirámide humana junto a sus hermanos. El padre de ellas (tío materno de Lily) era el dueño del circo donde trabajaban y vivieron como nómades durante muchos años, ya que el show era itinerante y se trasladaban por toda Europa.
La mayor de esas primas hermanas, de nombre Pápa Iren (Csiri), le habló de sus dotes de “médium”. Su padre, el tío de Lily, era mago y trapecista. Los familiares de la astróloga le contaron también que sus padres tuvieron que dejar su casa de Budapest a causa de la guerra, que fue acondicionada como búnker y en la terraza habían instalado cañones. Cuando bombardearon todos los puentes de la ciudad, ellos lograron embarcarse rumbo a la Argentina. Lily tenía quince años y Luis, su hermano, apenas cinco.
La distancia los separó y la tragedia los volvió a unir. Finalmente las primas hermanas de Süllos demostraron su parentesco a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y se concretó la sucesión que determinó que eran sus legítimas herederas. En aquellos años, con la vivienda quisieron quedarse, además de los intrusos, un sindicato y hasta un custodio que había quedado al cuidado (y que parecía que no tenía en sus planes abandonarla).
Pero la casa la compró legítimamente un joven que por esas cosas particulares que tiene el destino admiraba y sentía cariño por Lily. Y hasta pensó en construir un altar en su honor. Luego se casó, formó una hermosa familia y los momentos felices regresaron al chalet como en los viejos tiempos.
Allí todavía estaba la planta de Kalanchoe -originaria de Madagascar, que cuenta con numerosos beneficios curativos, entre los que destaca ser un excelente tranquilizante, antiinflamatorio- que Lily Süllos utilizaba para intentar sanar el cáncer de próstata que padecía su hermano Luis. Ella le preparaba todos los días una sabrosa ensalada con esas hojas para mejorar su calidad de vida.
Con la venta del chalet donde ocurrió la tragedia volvió la paz al barrio y a ese hogar donde los hermanos Süllos compartieron tantos años de bienestar. Sus vecinos siempre les demostraban el afecto que les tenían. Algunos de ellos que presenciaron desde la vereda el desalojo de los usurpadores describieron con humor la escena del desenlace cuando se los llevó la policía: “Salieron aterrorizados, decían que vieron fantasmas, que había seres que los expulsaron. Seguramente Lily estaba haciendo lo suyo desde otro plano para sacarlos de una vez y para siempre”.
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