De qué se trata la serie Generación 2009 y por qué genera tanta inquietud
Esta semana se estrenó esta producción de suspenso protagonizada por Kate Mara en Star+; lo mejor y lo peor de esta historia que busca atrapar a los usuarios en 8 episodios
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Generación 2009 (Class of’ 09, Estados Unidos/2023). Creador: Tom Rob Smith. Elenco: Kate Mara, Brian Tyree Henry, Brian J. Smith, Sepideh Moafi, Brooke Smith, Jon Jon Briones, Jake McDorman, Rosalind Eleazar. Disponible en: Star+. Nuestra opinión: buena.
“El problema es la gente”, explica una y otra vez Tayo Michaels (Brian Tyree Henry), uno de los alumnos pródigos de la camada 2009 de egresados del FBI. En Generación 2009 ese año del título es el pasado y es también el comienzo de la historia: la llegada de una serie de aspirantes a convertirse en agentes del organismo federal de investigación con anhelos y expectativas. Ese tiempo convive en la miniserie con versiones de los aplicantes en 2023 y en 2034, enclaves en los que aquellas promesas no siempre se cumplieron. La frase de Tayo, a quien veremos en el futuro convertido en el director del FBI, insiste en despejar al agente humano de la ecuación del crimen, y en dejar en manos de la tecnología la evaluación de los delitos y las condenas. Sin las fallas e imprecisiones de los hombres, todo será perfecto. ¿O tal vez no?
La pregunta es la misma que se hace el creador Tom Rob Smith (London Spy, American Crime Story) respecto a la sociedades de la vigilancia que parecen vislumbrarse en nuestro futuro. El uso de la tecnología -en este caso de la Inteligencia Artificial- al servicio de la seguridad desemboca en un control sistemático, automatizado y desprovisto de la injerencia humana. La utopía de la justicia objetiva ha desviado hacia la distopía de un sistema opresor y deshumanizado. La idea no es original pero sí vigente, heredera tanto de las premoniciones de la ciencia ficción como de los miedos y ansiedades de las sociedades actuales. Sin embargo, en la conquista de la ficción, Smith no logra dar suficiente carnadura a su andamiaje, dejando ciertas reflexiones en la voz de sus personajes como coartadas para la evolución de su accionar, a menudo guiado por los hilos de un demiurgo antes que por verdaderos deseos y emociones.
Pero volvamos al principio. La serie opera en tres tiempos, el pasado, el presente y el futuro. Esa dinámica permite al espectador cotejar las distintas versiones de los personajes y descubrir cómo sus buenas intenciones derivaron en caminos sin salida. Los alumnos y futuros agentes son, además de Tayo, Ashley Poet (Kate Mara), enfermera reclutada por su humanidad y clara vocación de servicio, Hour Nazari (Sepideh Moafi), hija de refugiados iraníes y reacia a los vínculos sociales, Murphy (Jake McDorman), un expolicía con ambiciones de liderazgo, y Daniel Lennix (Brian J. Smith), abogado y chico estrella de la promoción. En 2009 los vemos entrenar, sortear las pruebas de tiro, los ejercicios físicos, y también entablar las primeras relaciones, aquellas que definirán su derrotero en el tiempo. Es la parte más convencional del relato, más atada a clisés y restrictiva para los personajes, pero también la que permite disparar las hipótesis que serán confirmadas o no en el rompecabezas temporal.
En el presente descubrimos a Poet convertida primero en una agente encubierta para desbaratar una célula corrupta en la policía de Filadelfia, y luego en espía del trabajo de Hour, abocada al desarrollo de una importante base de datos destinada a almacenar toda la información criminal disponible a lo largo de la historia del FBI. Semejante iniciativa despierta fuegos cruzados, por una lado la sospecha de las autoridades debido al poder que conlleva, y por el otro la curiosidad de Tayo, entonces un agente con brillo propio en la pesquisa de un terrorista doméstico, que la señala como herramienta perfecta para la reforma de un sistema judicial que cree obsoleto.
El futuro es, lógicamente, el más sombrío de los tres tiempos, y el que concentra la mayor exploración de los tópicos de la ciencia ficción –con Philip K. Dick a la cabeza- y el interés por la intriga alimentada por los tiempos anteriores. Sin embargo, lo que prometía mayor riqueza en la vida de los personajes se volvió algo esquemático en el cumplimiento de los pronósticos. Tayo es quizás el personajes con más aristas a explorar, consciente de su desventaja en 2009 –por el color de su piel, por su proveniencia social- , impulsado en el presente por un nuevo sistema judicial que vislumbra como carta de triunfo –y de reparación a las pasadas humillaciones-, y convertido en el futuro en el adalid de una tecnología que ha dejado de responder a sus órdenes. Los demás no terminan de funcionar por fuera de su arquetipo y de los rasgos que los definieron de entrada.
Es cierto que uno de los méritos del trabajo de Tom Rob Smith como creador está arraigado en su formación literaria y es ello lo que hace seguir la historia aún con los altibajos en los personajes que la encarnan. La preocupación por formar la cadena causal en la mente del espectador, al igual que cristalizar ciertas preocupaciones existenciales de nuestro tiempo, sostiene el interés por una historia habitada por buenas ideas y algunas previsibles concreciones.
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