De ocho Grammys al olvido: así están hoy los integrantes de NSYNC, la banda que redefinió la música de los ‘90

Hay fórmulas que nunca fallan y que están destinadas al éxito. Pero, para no desperdiciar caracteres en múltiples ejemplos, hay que destacar una de las más grandes: las boy bands. A pesar de que varían las características de acuerdo a las modas de la década, en esencia siempre son iguales, y algunas llegaron a ser consideradas las bandas más grandes de la historia. En el caso de NSYNC, que constituyó un ícono de los noventa, solo un integrante pasó a ser recordado por la cultura pop y el resto se desvaneció como si nunca hubiesen existido.

Las boy bands nacieron en los ‘40 de la mano de los cuartetos masculinos que interpretaban al unísono canciones de doo-wop y se oficializaron con la estrepitosa llegada de The Beatles en los ‘60 .

La renombrada banda de rock de Liverpool, a pesar de que le duela a los esnobs musicales, es para muchos expertos la madre de las boy bands. Después vinieron los ‘70, definidos por The Jackson Five y, así, se llega a la década relevante para este artículo: los ‘90 y el aclamado boom del pop.

Música movida, atuendos futuristas y coreografías que todo el mundo sabía a fuerza de práctica y repetición, fueron los elementos que definieron a estos conjuntos musicales. A la cabeza venían los chicos de NSYNC, cuyas canciones se ganaron el puesto de las más escuchadas año tras año. Sus hits son recordados hasta el día de hoy y, muy seguramente, si “Bye, Bye, Bye” y “It’s gonna be me” suenan en alguna fiesta, la mayoría de los presentes puedan cantar aunque sea el estribillo.

La boy band, al contrario de lo que muchos creen, no la formaba únicamente por Justin Timberlake. Junto a él estaban JC Chasez, Joey Fatone, Chris Kirkpatrick y Lance Bass. Los cinco trabajaron codo a codo durante siete años, los cuales fueron -quizás- los más exitosos de sus vidas. Estuvieron nominados a ocho Grammys, trabajaron con legendarios nombres de la música como Elton John y, disco que sacaban rompía récords de ventas.

Era 2001 sus caras empapelaban las habitaciones de miles de adolescentes y aparecían en cuanta tapa de revista salía. Con todo a su favor, estrenaron Celebrity, que sería -sin que ellos supieran- su último álbum. Una vez más, vendieron millones de copias en apenas una semana y sus canciones sonaban en todas las estaciones de radio. En ese punto, la productora anunció que realizarían una pausa para promover el trabajo solista de Justin Timberlake. Pero las supuestas vacaciones se alargaron hasta culminar en el final de la banda.

Timberlake, apoyado por la disquera, continuó entre las celebridades más aclamadas y pasó de la música a la actuación sin ningún problema. Se involucró con destacadas artistas, participó en múltiples producciones cinematográficas y sumó un par de galardones más a su ya repleta repisa. Esta vez, las estatuillas solo llevaban grabado su nombre. Pasados los años, se casó con Jessica Biel y tuvo dos hermosos hijos. A pesar de que aclaró en varias ocasiones que no estaba en contra de una reunión de NSYNC, nunca se mostró demasiado dispuesto.

La voz detrás de “Cry me a river” siguió su camino en la fama pero... ¿Qué pasó con el resto?

Lance Bass se dispuso a prepararse como astronauta y así poder viajar a la luna. Entrenó, estudió, consiguió las certificaciones de la NASA e hizo todo lo correspondiente para poder sumarse a una misión rusa que lo enviaría al espacio en el 2002. Tristemente, se chocó con un obstáculo que no pudo sortear: debía pagar un monto de 20 millones de dólares y no logró conseguir el dinero.

Con el sueño espacial frustrado, intentó retomar su carrera artística. Apareció en múltiples realitys shows, pasó por algunos escenarios de Broadway y prestó su voz a diversos personajes de dibujos animados. Finalmente, se enfocó a la vida doméstica y al activismo para defender los derechos de la comunidad LGBTIQ+. Se casó y, junto a su esposo, fueron padres en noviembre del 2021.

Bass no fue el único que luchó por mantener viva su carrera artística. Chris Kirkpatrick creó varias bandas luego de NSYNC en un intento de exprimir su vocación de integrante de boy band pero no tuvo mucha suerte. Tras varios fracasos, desapareció solo para volver en una serie de realitys que buscaban revivir celebridades del pasado. Una vez culminado su breve y poco feliz paso por la televisión, decidió que lo suyo eran las redes sociales y, hasta el día de hoy, organiza noches de juegos en su cuenta de Instagram.

Para Kirkpatrick el final de la banda que lo llevó a la fama fue, quizás, más duro que para el resto. En diálogo con el Huffington Post aseguró que “no estaba listo para que terminara” y que se vio perdido una vez que se dio cuenta de que jamás volverían a pisar un escenario juntos.

Joey Fatone estuve de acuerdo con él y aseguró que, a pesar de estar feliz por el triunfo de Timberlake, le pareció extraño que desde la discográfica nunca aclararan que el plan era disolver NSYNC. Una vez sucedido, y al ver que no había vuelta atrás, probó suerte en el cine. Luego de su debut con Mi gran casamiento griego, optó por los escenarios de Broadway y encontró su lugar en la conducción de programas de juegos.

Por último, pero no por eso menos importante, está JC Chasez. Tímido y recluido, nunca fue muy afecto a las manadas de fans y paparazzis que lo seguían a donde fuera que se dirigiera. Tal vez, de todos los miembros del conjunto musical, fue a quien más alegró que se terminara la vorágine. Se dedicó un par de años a escribir canciones para otros artistas pero, finalmente, optó por desaparecer del ambiente público y es visto en raras ocasiones.

Aunque NSYNC finalizó en medio de malas comunicaciones y conflictos causados por la persecución de intereses individuales, no quedaron resentimientos entre los músicos. Al menos, ninguno que tan grande como para que cortaran relación. Años después de la pausa que se convirtió en disolución, la banda se reunió a tocar dos veces más y algunos de ellos se mantienen en contacto.

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