"Nosotros no nos reímos de estas personas. Nosotros hacemos de ellas. El público es el que se reirá después". Todas las claves de lo que conocemos en la Argentina como El robo del siglo aparecen en estos dichos de Guillermo Francella. Del hecho policial que conmocionó a la opinión pública hace 14 años, cuando cinco delincuentes saquearon 145 cajas de seguridad de la sucrusal Acassuso del Banco Río mientras simulaban una toma de rehenes para luego huir en dos gomones a través de los desagües subterráneos, y de la película que narra esos hechos y está a punto de estrenarse.
Lo que sugiere Francella ante la primera pregunta de LA NACION es la doble condición que aparece a primera vista en la adaptación al cine de un hecho policial que merece por sus características más que ningún otro el calificativo de "robo de película". La historia incluye un golpe meticulosamente planificado y ejecutado, y también posibilidades de ser enriquecido en la pantalla con potenciales situaciones de comedia. Algo inevitable cuando detrás de las cámaras aparece un director como Ariel Winograd, cuya prolífica filmografía previa (Permitidos, Vino para robar, Mi primera novia, Sin hijos y sobre todo Mamá se fue de viaje, un éxito de boletería descomunal) lo convirtió en lo más parecido a un "rey de la comedia" a la argentina.
Pero Winograd, sentado en la charla junto a Francella, quiere correrse de esa identificación. Dice que El robo del siglo es una historia de antihéroes. Pero lo más importante es que parte de una idea. "Queremos ser fieles a los hechos que ocurrieron en 2006 y por eso la película gira en torno a la idea que lo llevó a cabo. Cómo se planificó el golpe, cómo se ejecutó y por qué cada personaje tiene sus propias razones para meterse adentro. Cuando empezás a descubrir eso aparece el costado antiheroico. Hay situaciones graciosas por la propia naturaleza de la historia. Pero la película toca diferentes teclas. No es la comedia del robo. La idea es narrar una aventura", detalla el director.
En la película que llega a los cines el próximo jueves Francella es Luis Vitette Sellanes "El uruguayo", aparente líder de la banda, convertido desde allí en una figura mítica. Diego Peretti interpreta a Fernando Araujo, el aparente cerebro del golpe. Pablo Rago, Luis Luque (como el negociador de la policía bonaerense) , Rafael Ferro, Magela Zanotta y Johanna Francella (hija del protagonista) ocupan lugares destacados en el elenco.
Como en El clan, Francella vuelve a interpretar aquí a una persona que comete hechos delictivos. Pero se apura a decir que Arquímedes Puccio y Luis Mario Vitette son muy diferentes. En todo sentido: "Yo nunca cuestiono al personaje que interpreto. Por más que no comulgue con ellos, si lo hago pierdo como actor verosimilitud y energía. Puccio fue un ser vomitivo, pero desde lo interpretativo me resulta muy valioso hacerlo. Como actor me hizo sentir pleno. Vitette es otra cosa. Es más histriónico, inmediatez en la adversidad, repentismo para las respuestas. Cintura y muñeca. Nunca quise copiarlos o imitarlos, pero los investigué mucho. Lo corporal, lo postural, el decir, el hablar, el mirar".
Al escuchar a Francella, Winograd parece descubrir a un actor detrás del ladrón profesional que está a punto de cometer un robo impactante. "Siempre pensé al banco como una especie de telón delante del cual se recrea una obra de teatro. Todo el golpe es parte de un libreto muy estudiado. Vitette y sus compañeros son personajes que tienen la habilidad de representar a otros personajes", detalla.
Winograd, entusiasmado, habla de la simetría entre el plan diseñado por Vitette y compañía y el plan de filmación que condujo con el apoyo de una gran producción, atípica para estos tiempos de estrecheces en el cine argentino. "Fijate que los ladrones simulan una toma de rehenes, usan réplicas en vez de armas verdaderas y mientras lo hacen amenazan a la policía con hacer volar todo. Es algo muy jugado y muy delirante que tuvimos muy en cuenta en los ensayos previos. Llegamos al rodaje con los personajes muy bien armados", completa.
Y hablando de planes, El robo del siglo como película tuvo tantas idas y venidas que más de una vez estuvo a punto de caerse definitivamente. Francella estuvo involucrado desde el principio, siempre fue la única opción para interpretar a Vitette. Por sus manos pasaron varias copias del guión, productores, guionistas, directores. "Hubo tantos cambios, gente que entraba y que salía, que cuando el proyecto arrancó por tercera vez creí que me estaban haciendo una cámara oculta", dice con uno de sus gestos característicos.
Winograd llegó cuando, en palabras de Francella, ya habían pasado "cuatro Vitettes y cuatro Araujos". El actor estaba tan inseguro que había decidido bajarse. "Pero llegó Ariel, aparecieron varios productores que respeto mucho, charlé con ellos y volví a entusiasmarme, aunque se guía un poco escéptico. Me gustó la actitud de Ariel, recibí un nuevo guión, contundente, efectivo. Y les dije: ahora sí vamos para adelante".
Francella hizo suyo el convencimiento que observó en el director y en los productores. También en la buena química actoral con Peretti. "Ariel tenía ganas de ensayar, que era lo que yo quería y tenía ganas de hacer. Trabajamos mucho en eso. El vínculo con Diego también fue muy bueno. Nunca había trabajado con él y descubrí a un colega tan riguroso como yo en estas cosas. Cuando llegamos al set sabíamos todo lo que queríamos hacer", detalla.
Obsesivos y detallistas
Al protagonista de la película, cada vez más convencido de su lugar y de su expansión como actor de cine, le gusta compartir las observaciones que registra del rodaje, pero sin perder su lugar. "Ariel es hiperkinético para trabajar, muy veloz. Pero siempre está cubierto, nada se le escapa. Registra una toma desde 72 ángulos diferentes. Por eso vas a ver en la película tanto plano detalle. Y solamente así es posible construir un evento como el del robo desde todas las perspectivas posibles. Yo venía muy golpeado por todo lo que había pasado hasta que Ariel me tranquilizó. Porque vi cómo era capaz de editar en su cabeza a medida que rueda. Le hablaba al oído, siempre respetando su lugar. Y recibía siempre una devolución inmediata. Ahí empezó un viaje que al final fue una fiesta", cuenta Francella.
"Nos entendimos al toque, más allá de que Guillermo también llegaba con sus precauciones –agrega Winograd–. Francella tiene algo espectacular. Es muy catártico. No se guarda nada. Y en una película, que es un viaje hecho por una comunidad de gente, lo mejor es decirse todo, no guardarse nada. Tengo el recuerdo de mirarnos en más de una ocasión y decirnos sin palabras vamos para adelante. Todo lo que le pedí Guillermo lo hizo".
Aquí quizás aparezca lo más curioso del proyecto. Francella es un actor que construyó buena parte de su reconocimiento a partir de su lugar en la comedia. Y Winograd es el mejor especialista en el género entre los directores. Pero ambos eligen correrse de ese lugar cuando hablan de El robo del siglo.
"Hay algo ligado a cierto potencial de la comedia en nuestro entendimiento. Pero lo importante es el tono que tratamos de imponerle al acontecimiento, al hecho clave de la aventura que es el robo", dice el director. "Nosotros hicimos todo a cara de perro y siempre aparecen algunas cosas propias de las comedias, pero lo primero que se ve en la película es que nunca nos hacemos los graciosos", precisa el actor.
El robo del siglo es una de las producciones cinematográficas nacionales más ambiciosas de los últimos años. "Fijate en los títulos –recomienda Winograd–. Vas a ver una cantidad infernal de productores asociados, alianzas que hubo que generar para poder llevar la película a cabo de esta manera". Dice el director que se pudieron hacer elipsis para simular el momento de la fuga en los gomones, pero se optó por reconstruir el episodio en una gigantesca pileta creada en estudios para dar una mejor idea de realismo. "Lo más difícil fue verlo a Guillermo arriba del gomón en ese túnel armado en estudios y con el motor en marcha. Había que explicarle cómo frenar, cómo maniobrar", comenta Winograd entre risas. "Y lograr que anduviera derecho", agrega Francella.
"Es que se hace difícil para cualquier productor –completan actor y realizador–encontrar el punto de equilibrio, que nunca sabemos bien cuál es. La inversión es muy grande y con los subsidios no alcanza. Y la garantía de éxito nunca existe. Hacer una película es un acto de fe".
RECUADRO
"Volvemos. El 12 de junio va a ser el estreno y seguiremos hasta fines de agosto. Casados con hijos se merece una despedida a lo grande, así, con su público. El fanatismo está demostrado con la venta anticipada. Están volando las entradas, los tableros completos se vacían en minutos", dice Guillermo Francella con una sonrisa amplísima. El actor protagonizará y dirigirá la despedida en el teatro del éxito televisivo que se mantiene en el aire de Telefé desde hace 15 años con repeticiones infinitas con el regreso del elenco original completo. "No va a ser un capítulo de 2005 –adelanta–. La historia va a transcurrir en el tiempo actual. Una anécdota en un día de la familia Argento y la familia Fucceneco. 2020 los encuentra en la misma situación pero más grandes, más exacerbados en algunos rasgos de conducta, todo lo que ocurre en una familia políticamente incorrecta. Y muy crueles en la esgrima verbal, por supuesto. Es cierto que cambiaron algunas cosas en estos últimos años y manejaremos con prudencia ciertos temas, pero sería muy raro hacer algo distinto. No podés frustrar el Casados con hijos que todos conocen. Pepe tiene que ser Pepe. Momi va a seguir sin concinarme. Los chicos tendrán las mismas características y más subrayadas. Y María Elena va a ser más feminista que en 2005. Esto es Casados con hijos. No podríamos hacer otra cosa. No podemos hacer una de Superman sin volar".
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