De la escena oficial al circuito off y comercial
Cada vez son más las obras que, tras pasar por el Complejo Teatral o el Cervantes, siguen en salas independientes
Los circuitos teatrales tienen sus propias lógicas y no suelen mezclarse. Así, las salas oficiales programan aquellas puestas que los circuitos comerciales e independientes no abarcan, ya sea por sus costos, temáticas o porque suponen que no llamarán la atención de su público. Sin embargo, en los últimos tiempos varias obras trascendieron los teatros oficiales y están haciendo sus temporadas en la calle Corrientes y en salas del off porteño con buena repercusión.
Actualmente, Estado de ira, 4D óptico, Un informe sobre la banalidad del amor y Salomé de Chacra son algunas de las que nacieron en las salas del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) o el Teatro Nacional Cervantes y ahora realizan temporadas en el Metropolitan, El Cubo, El Tinglado y el Teatro del Pueblo, respectivamente. "Crear siempre es un acto desmesurado y es un derroche de energía pensar una obra de teatro para una temporada de tres meses solamente. El teatro oficial es la primera plataforma, pero luego devienen otros espacios y públicos", arremete Mauricio Kartún, pionero en estrenar sus obras en las salas oficiales para luego continuarlas en el circuito independiente.
Su caso es único: comienza sus ensayos con un año de antelación (en las salas oficiales a lo sumo dura tres meses), las estrena y luego siguen en otra sala, con un promedio de tres años en cartel. Ése es el camino que actualmente transita Salomé de c hacra . El proceso para que una obra salga de las salas oficiales no es muy complicado: Tanto el CTBA como el Cervantes "prestan" su producción (escenografía y vestuario, fundamentalmente) a los elencos que generalmente constituyen una cooperativa para hacerse cargo de la puesta. Luego, al bajar de cartel, todo vuelve a los depósitos oficiales para reutilizarse en otros proyectos.
"Todo surge del deseo de continuar del elenco, pero sostener un espectáculo es un esfuerzo muy grande y los que asumen el verdadero riesgo son ellos. El teatro acompaña", explica Lorenzo Juster, coordinador de producción del CTBA, que alienta que sus obras trasciendan sus escenarios, ya que en muy pocos casos suelen reponer una puesta en sus salas.
Nunca estuviste tan adorable , de Javier Daulte, fue una de esas pocas excepciones: Hizo dos temporadas en el Sarmiento y una en el Teatro de la Ribera. Si bien era un elenco grande, luego armaron una cooperativa y fueron al teatro Broadway. "Hasta ganábamos plata", recuerda Luciano Cáceres, que además de actuar salía a buscar sponsors y precios para bajar costos porque "en la calle Corrientes todo sale mucho más que en las salas de Boedo".
En el Teatro Nacional Cervantes la programación es un poco menos estricta y si hay buena respuesta del público en una temporada, se reprograma para el año siguiente. Luego, si el elenco quiere seguir con la obra, les facilitan la producción a cambio de un simbólico 5% de la recaudación y de poner en los programas una leyenda que aclare que la obra nació en el Cervantes.
Ése es el caso de Un informe sobre la banalidad del amor , con Alejandra Darín y Osmar Núñez, y 4D ó ptico, de Javier Daulte, estrenadas en 2009 y 2011,respectivamente, en la sala Orestes Caviglia del teatro.
"El sistema es el mismo para las obras que hacemos en Buenos Aires como para las del Plan Federal de Coproducciones, donde muchos elencos nos piden seguir con las obras en gira por sus provincias", aclara Rubens Correa, director del Cervantes, que cada año produce cinco obras bajo esta modalidad y en 2011, dos de ellas continuaron con sus funciones.
Comercial y alternativo
Estado de ira , la obra escrita y dirigida por Ciro Zorzoli, se estrenó a mediados de 2010 en el Teatro Sarmiento y estuvo en cartel hasta fin de año. "Al terminar la temporada nos surgió la inquietud de continuarla porque había tenido muy buena repercusión con la gente", recuerda el director. Así fue como armaron una cooperativa y hoy son más de 15 personas entre actores y técnicos.
"Necesitábamos un espacio que nos pudiera contener y surgió la posibilidad del Metropolitan", explica. Pero la particularidad fue que inauguraron un día que tradicionalmente estaba muerto en la calle Corrientes: los lunes. Y lo mantienen a sala llena desde hace dos años.
Sin embargo, no todos los intentos llegan a buen puerto y desde las oficinas de los teatros oficiales muchas veces también tienen que poner realismo a este tipo de proyectos. "En cuanto les va bien, los actores quieren seguir, pero lo cierto es que la taquilla nunca paga el costo de estas obras porque tenemos una política de precios populares y hay que evaluar cuidadosamente si van a poder cubrir los gastos en otra sala", explica Correa.
Juster, por su parte, agrega: "Mientras están con nosotros, los elencos tienen todo: vestuaristas, maquilladores, peinadores, asistentes, prensa. Fuera del Complejo, alguien tiene que hacerlo y recae en ellos. Por eso, muchas veces los ayudamos a analizar la viabilidad del proyecto y vemos en qué medida podemos colaborar porque nos gusta que las obras sigan su camino".
Más allá de las particularidades de cada circuito, lo importante es que estas experiencias permiten sumar diversos públicos que de otra manera quizás no se acercarían a este tipo de propuestas. "Laburamos para el espacio en el que estamos, el que sea, pero lo bueno es que en todos lados siempre hay un mismo lenguaje teatral. Y eso es lo importante", concluye Cáceres.
Con la escenografía a otra parte
Un sistema que permite que los éxitos perduren en el tiempo
- Estado de ira.
La exitosa obra que dirige Ciro Zorzoli pasó del Sarmiento a festivales europeos y luego al Metropolitan
- 4D óptico.
Aunque cambió casi todo su elenco, la obra de Javier Daulte también pasó del Cervantes a El Cubo
- Salomé de chacra.
La obra de Mauricio Kartún, con un gran caudal de espectadores, ahora se hace en el Teatro del Pueblo