De éxito en éxito
No pocos lectores se reconocerán en esta anécdota. Alguna vez, entre las 20 y las 21 de un día agitado, usted tuvo la idea de llamar telefónicamente a un amigo o a un familiar y grande fue su sorpresa al ser recibido con un "¡Hola Susana!". Si usted es homónima de la estrella Susana Giménez, es comprensible el halago experimentado al suponerse reconocida.
Cada tarde, más de 3,3 millones de personas (31 puntos promedio de rating) repiten el rito de permanecer expectantes junto al teléfono con la esperanza de ser elegidos por el azar para intentar alzarse con los suculentos premios del programa. Entre ellos, el millón de dólares que, este año, obtuvo una enfermera.
Si aún tiene dudas acerca de que "Hola Susana" (Telefé) es el ciclo televisivo de mayor repercusión en la pantalla local, puede que resulte suficiente decirle que este año recibió 32 millones de cartas, entre los 28 millones certificadas por el correo y cuatro millones más que la gente llevó personalmente al canal. Algo así como si cada argentino, entre cero y 100 años de vida, le hubiera enviado a la diva una carta.
Por este récord, "Hola Susana" ya es uno de los tantos fenómenos incluidos en el libro Guinness desde el año próximo.
Finalizado el año, llega el tiempo del balance. Susana se sacude el agotamiento visible y, con buen humor, acepta charlar con La Nación en su camarín del estudio de Telefé.
Un rastro de melancolía impertinente se asoma de a ratos por sus ojos, por ejemplo, al recordar a su madre, la primera pérdida afectiva muy próxima sufrida este año y que, según se observa, la sensibilizó en extremo.
Se le ilumina la mirada al hablar de su hija, sus amigos y esa suerte de fiel compañero de camino que es su programa. Del que dice: "Ningún hombre me ha dado tanta felicidad. Por mi trabajo nunca lloré y me dio mil veces más de lo que ningún hombre fue capaz. Me encanta hacerlo y no representa un sacrificio".
La soledad, esa sombra
Admite sin pudor que la muerte de su madre la dejó más sola. "Ella era mi amiga, mi cable a tierra, la voz de mi conciencia, mi niñez y mi adolescencia. Para mí, era muy ubicada y perfecta. El de la madre es un amor irrepetible, que ningún otro amor sustituye".
De igual modo, entre risas, abre los brazos y, con un gesto de justificación, dice que no nació para estar sola. "Admiro a las mujeres que pueden vivir sin pareja. Yo no podría vivir de otro modo. Me muero si tengo que estar sola. La pareja es la antítesis de la soledad, la felicidad que a veces se alcanza."
Susana tiene clara la razón por la que está en la TV, cada día, haciendo un ciclo agotador. "Vivo para que la gente me quiera. Por eso, nunca podría ser política. Me moriría de sólo pensar que la gente puede sospechar que me afané algo."
La charla la anima y, de viva voz, le reclama a Hugo, su asistente, que le traiga duraznos. Disfruta su postre mientras reflexiona sobre la posibilidad de escribir su propia biografía, al estilo de la que recientemente publicó Brigitte Bardot sobre sus amores y que, al parecer, los franceses devoran con ansiedad.
"Para escribirla tendría que disponer de tiempo ocioso. Claro que no haría un libro light como el de la (Sofía) Loren, donde aparece como una mujer casta, fiel, virgen, que jamás tuvo amantes. Si me decidiera a contar mi vida, sobre todo, las anécdotas graciosas, diría la verdad. Aunque fuera una porquería, un amante bochornoso, de lo peor. Después de todo, ¿quién no escondió alguna vez un muerto en un placard? (Se ríe con ganas)".
Más allá del 2000
Susana se imagina en "Hola Susana", más allá del 2000. Desde el año próximo, por Telefé, entregaría un millón de pesos cash y no sólo por el envío de cartas. Este año se sintió casi un hada madrina cada vez que la gente obtuvo alguno de los premios que sumaron más de 1,8 millones de pesos jugados, aparte del millón de dólares que ganó la enfermera del Gran Buenos Aires.
"Mucha gente piensa que trabajo por la plata -subraya- porque no comprende que, en mi opinión, quedarse en la casa es como un castigo inhumano. No me veo tirada en la cama mirando TV todo el día." Una mujer posmoderna, antes que nada.
En el balance de lo mejor y lo peor del año, que terminó con sus amigos Ricardo Darín, Arturo Puig y Carlos Calvo en la última emisión, rescata el programa con el doctor René Favaloro, que lloró emocionado al recibir la sorpresiva visita de muchos pacientes a quienes les devolvió la vida.
No encuentra cosas negativas para mencionar. "Fue un año raro, que transcurrió muy rápido por lo de mi madre." Destaca luego que los tres programas que, por primera vez, hizo desde el exterior fueron "una pegada. Desistí de hacer una cuarta emisión porque pensé que había sido suficiente estar en Miami con el Puma Rodríguez, en Disneyworld y en Acapulco, con Luis Miguel".
Sin embargo, acepta que "el único proyecto profesional que no pude concretar es la miniserie sobre Evita. Tras 14 años de soñar con el proyecto, ya no tengo ganas de hacerlo porque existen demasiadas versiones. Tal vez, no era un personaje para mí. Dios sabrá por qué no se dio. Por ahora, no volvería a hacer un musical al estilo de Sugar, La mujer del año o Molly Brown. Si pienso en Sunset Boulevard o en Victor Victoria, que es un plomo tremendo, no me imagino en esos musicales".
El público, el amor
Entre la mujer castaña y sensual que, casi tres décadas atrás, hacía shock e infartaba argentinos, hasta esta diva indiscutida del firmamento mediático local en las postrimerías del siglo, algo se mantiene inalterable en su vida: el amor de la gente.
Silenciosamente los ayuda y se fastidia cuando el periodismo se entera. Hay hospitales del interior del país que reciben su ayuda económica constante.
"Abro las cartas de la gente y leo sus historias. No puedo creer que tantas personas tengan vidas tan terribles. Son relatos crueles. En muchos casos pude comprobar que son casos reales. Aunque en ocasiones, por ser tan espantosos, me pregunto si serán realidad o ficción. Por eso, soy feliz cuando los premios los gana la gente humilde."
Este fin de semana, la diva del teléfono blanco, la dueña del rating en la Argentina, partirá hacia su refugio en Miami, donde permanecerá hasta marzo próximo. Su programa se reanuda en abril. "Con Huber necesitamos estar solos. En realidad, yo necesito estar sola y arrastro a Huberto conmigo. Me llevo una valija con libros. Superada la etapa de las biofrafías de famosos, ahora estoy leyendo muchas novelas. Me reencuentro con mi madre a través de sus libros. Ahora leo a una de sus autoras favoritas, que sólo escribió sobre China."
Entre amigos, festejará en enero su cumpleaños. "Soy una típica acuariana. Por un lado, un pájaro libre que no puede estar sin libertad y, por el otro, no podría vivir sola." Es comprensible. Debajo de la piel de estrella, Susana Giménez tiene corazón de mujer.
Susana en 15 ítems
Dios: un refugio. Nunca le pido y siempre le agradezco lo que tengo.
Patria: cuando era adolescente, era muy nacionalista. Ahora, tiene un significado más poético: no hay cielo como el de la Argentina.
Menem: un político muy importante para el país, pero mal rodeado. La gente está harta de que se tapen los chanchullos y nunca se descubra nada.
Cóppola: no quisiera tocar el tema. Nadie sabe qué pasó allí. Todos conocemos a Cóppola como para creer que le dejó la llave al portero para que lo allanaran. Es un caso asqueroso con olor a podrido. No quiero defenderlo, soy de la Liga Antidrogas y estoy en contra.
Samantha y Natalia: no me interesan.
Pasión: la juventud.
Madre: vida.
Trabajo: la razón de mi vida.
Hijo: amor.
Exito: una droga imposible de dejar.
Amigos: la risa. Sin ellos me moriría.
Televisión: una obsesión. Hago zapping hasta las cinco de la mañana.
Belleza: un arma que abre puertas, un requisito para triunfar en el mundo de hoy. Mucho más que la inteligencia.
Deporte: el paddle.
Público: lo más perceptivo. La gente siempre se da cuenta de todo.
Invitados: en mi programa hubo invitados que no me bancaba. No invitaría a Yiya Murano, a Ignacio Canevaro, a Seineldín o a Astiz, porque el público no quiere verme con ellos. Además, son personajes para programas políticos.
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