De Argentina al mundo: el dibujante “bendecido” por Stan Lee que hizo al Batman pirata y se convirtió en un autor de culto
Enrique “Quique” Alcatena, una eminencia de la historieta nacional, es el creador del mítico Batman de Arkham, un cómic venerado por los fanáticos del Caballero de la noche
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“La historieta no es solamente Marvel y DC, por suerte”, asegura Enrique “Quique” Alcatena en diálogo con LA NACION, y la frase suena como una declaración de principios. Ilustrador autodidacta y apasionado por las historietas desde su temprana infancia, Alcatena logró imprimir su apellido en los dos principales sellos de cómics del mundo.
Entre mediados de los años 90 y principios del 2000, dibujó a Batman, a Superman, a Linterna Verde, a Flash y a Los 4 fantásticos, entre otros personajes icónicos de las factorías que lo cautivaron desde que era un niño y se tiraba en el living de su casa a devorar esas revistas plagadas de dibujos que le conseguía su papá. Y aunque recuerda esos trabajos en las grandes ligas de la historieta con mucho cariño, la nostalgia no forma parte de su paleta de colores.
“Tengo un recuerdo muy grato de haber participado algún tiempo trabajando con estos personajes que me deslumbraron tanto en mi niñez -asegura Alcatena-. Porque son personajes que ya tienen muchos años… el Flash que conocemos todos, el rojo y amarillo, ‘nació’ un año antes que yo, o sea que tiene mi edad (64 años). Son todos personajes que siempre estuvieron presentes en tu vida todo el tiempo”.
Quique se recuerda a sí mismo fascinado con todos esos superhéroes que de alguna manera lo iniciaron en el camino que eligió hace tanto tiempo, y del que no se arrepiente. “Son personajes que fueron concebidos para historietas para chicos, una forma de entretenimiento sencilla, ingenua, te diría en muchos casos, bastante simplona. Pero al mismo tiempo muy imaginativa y muy sugestiva en cuanto a la trama, con un despliegue de ideas que te llamaba la atención, y un arte, un dibujo, que te deslumbraba”, rememora.
Alcatena dice que esos personajes se convirtieron en sus “tótems personales”. “Te acompañaron siempre, aprendiste tu oficio viendo cómo se hacían esas historias. Llegado el momento, en tu vida profesional, de dibujar a los Cuatro Fantásticos, Flash, Linterna Verde o Batman, fue como un gusto que te diste”, dice como si se estuviese hablando a sí mismo.
“En mi medida estoy contribuyendo también a la leyenda de estos personajes que nos van a sobrevivir, como sobrevivieron a sus creadores. Eso no deja de ser muy raro y muy movilizador, pero la historieta no es solamente Marvel y DC, por suerte. Hay tantas historias para contar, tanto para hacer, que el gusto es inagotable”, reafirma el dibujante que sigue ilustrando cómics y creando historias “en la forma más analógica posible: tablero, tinta, papel, lápiz y goma de borrar”.
El llamado a Stan Lee
Cuando tenía 11 años, Quique estaba atravesando su etapa más fanática de los cómics de Marvel, que en esa época llegaban en pequeñas dosis a la Argentina. Se conseguían en alguna que otra librería de títulos en inglés y cuando aterrizaban en sus manos, los atesoraba. Tan devoto se volvió de ese universo gráfico que un día no tuvo mejor idea que llamar por teléfono al mítico Stan Lee, creador de personajes como Spider-Man, X-Men, Hulk, Iron Man, y Los 4 Fantásticos -los mismos que iba a dibujar Alcatena años más tarde-, entre decenas de superhéroes que hoy desfilan por la pantalla grande.
Según recuerda, en las revistas de Marvel no figuraba el número de teléfono, pero sí la dirección de las oficinas que tenía la editorial en la ciudad de Nueva York, por lo que llamó a la operadora y le pidió que le diera una mano. Pasaron varias horas hasta que finalmente del otro lado le dijeron: “Ahora lo van a atender”. Segundos más tarde, escuchó la voz de Stan Lee.
En la casa de Alcatena también se hablaba en inglés, por lo que el idioma no fue un impedimento. Mantuvo una charla breve, pero muy amena con el editor de sus cómics favoritos. Le dijo qué personajes le gustaban y le confesó que quería ser dibujante. Lee, sin imaginar que sus palabras se iban a hacer realidad, le aconsejó que siguiera así y que cuando sea grande iba poder trabajar para Marvel. El destino y la tenacidad de Quique iban a hacer el resto.
El Batman pirata
Alcatena ya había hecho algunos trabajos para DC Comics cuando el guionista Alan Grant, con el que había generado una muy buena química artística, le hizo una propuesta imposible de rechazar. “Me acuerdo que él siempre hacía circular un cuadernito que tenía y le pedía a todos los dibujantes que conocía que le hicieran un dibujo dedicado. Yo le dibujé un Long John Silver, el protagonista de la Isla del Tesoro, la novela de Robert Louis Stevenson, porque sabía que a él le gustaban las historias de aventuras y de piratas, y a mí también. Al tiempo me dice: ‘Quique, mirá, está la oportunidad de hacer un trabajo especial para DC’”, recuerda el dibujante.
Grant se refería a la colección Elseworlds, que consistía en tomar a los personajes clásicos de DC, pero ubicarlos en épocas y contextos diferentes. “Por ejemplo, qué hubiera pasado si Batman hubiese encontrado el anillo de linterna verde en vez de Hal Jordan, o qué tal si Superman hubiera caído en la Unión Soviética en vez de Estados Unidos, ese tipo de historias”, explica Quique y continúa: “A mí se me ocurrió hacer un Batman pirata porque al guionista y a mí nos gustaba el tema de las aventuras en altamar. Ambientar a Batman como si fuese un pirata de principios del siglo XVIII en el Caribe. El chiste además se extendía porque no era solo Batman, la galería de personajes del mundo Batman también tendría sus versiones bucaneras”.
Entonces, además del Capitán Ala de Cuero, que era la versión pirata del caballero de la noche, estaban el Guasón, un pirata terrible que Alcatena diseñó basándose en el look del Capitán Garfio, con la peluca larga y la sombrero con la pluma, Gatúbela y Robin. “El enfrentamiento era entre Batman, que era un bucanero bueno, contra el Guasón, que era lo peor de lo peor. Así hicimos esta aventura larga ambientada en el Caribe, que fue editada en el anual de Detective Comics, en 1994″, precisa Alcatena.
Lo que el dibujante no se explica es por qué ese cómic en particular se volvió una especie de tesoro de culto para los fanáticos. “Se ve que mucha gente la recuerda con cariño, quizás por lo exótico. Es un poco exagerado decir que es de culto. Después hice otros trabajos de Batman, ya del Batman más tradicional, pero el que más se recuerda es el pirata. Calculo también porque le puse mucho cariño, cuando hacés algo con ganas y le ponés toda tu capacidad, llama más la atención que si lo hacés meramente de oficio, para cumplir. Como a mí el tema me gustaba mucho le puse muchas ganas”, asegura el dibujante.
Años más tarde, Alcatena estuvo a cargo de otra tarea muy especial para la misma editorial: dibujó Flash en Argentina, un especial que salió en la DC anual del año 2000, y diseñó ni más ni menos que a la Liga de la Justicia argentina, llamada Super Malón, con superhéroes inspirados en elementos del folklore local como Cimarrón, un gran luchador; Cachiru, una mezcla de Batman y Hawkman que imita a un ave carancho; Vizacacha, inspirado en la chinchilla; El Yaguareté, una suerte de Flash local; Pampero, que puede controlar el viento y generar tormentas; la hechicera La Salamanca, que puede separar el espíritu de su cuerpo; El Lobizón, un licántropo; y El Bagual, una mezcla de humano y caballo.
Un dibujante de toda la vida
Alcatena todavía guarda algunas de las revistas de cómics que confeccionaba abrochando hojas de cuaderno, cuando tenía apenas 5 o 6 años. “No tuve ni un conflicto vocacional porque siempre supe que era lo que quería hacer. No pintar o dedicarme a las Bellas Artes, sino hacer historieta”, asegura. Sus primeros pasos profesionales fueron como ayudante de Chiche Medrano, y a partir de 1976 comenzó a publicar sus primeras historietas en la editorial Record. En 1982, empezó a colaborar en la revista Anteojito, del gran Manuel García Ferré, dibujando los recordados cómics Arlekín, Cascabel y Diamante y Zafiro.
De la mano del guionista Eduardo Mazzitelli, con el que encarna una dupla creativa incansable, publicó Travesía por el laberinto; Metallum Terra, un homenaje al Metalman de DC; Shankar; Acero líquido, que ya se derretía mucho antes de que apareciera la película Terminator 2; y Pesadillas, entre otras muchas aventuras gráficas.
Admirado por sus colegas por su gran técnica, pero sobre todo por su camaradería, Alcatena se destaca por su capacidad de crear verdaderos mundos en viñetas. Dedica la misma energía a cada hoja en blanco, y hasta no verla completamente llena, no para de dibujar. Ese es uno de sus sellos distintivos: colmar cada cuadro con elementos que nutren a la historia y le aportan climas, ideas y cosmovisiones. Y casi todo lo hace con sus tres colores favoritos: negro, blanco y gris.
“Disfruto mucho el papel y la cosa más natural”, asegura Alcatena y aclara: “Ser dibujante es un trabajo como cualquier otro. Yo particularmente lo disfruto mucho porque la historieta es un medio único realmente, para nada el mejor pago en el mundo de la gráfica. Generalmente, cuando hablás con la gente que hace historieta te vas a dar cuenta de que está en esto porque, por algún motivo u otro, ama al medio. Hay mucho más dinero o éxito económico haciendo storyboard para publicidad, o para medios audiovisuales. Pero los que estamos en esto tenemos un metejón con el medio que llama la atención, porque lo vas viendo en diferentes generaciones. Todos descubrimos la historieta en nuestra infancia, y te deja marcado para siempre”.
Para el dibujante, hay una ineludible conexión entre el mundo de los cómics y la fantasía propia de la niñez. “Es lo que hacen todos los chicos, ¿no? Tirarse al piso con los lapicitos de colores, una hoja de cuaderno y ponerse a dibujar. Así nos pasó a todos y algunos seguimos con eso hasta hoy, y te aseguro que no es una decisión que haya lamentado jamás”, asegura Alcatena.
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