David venció a Goliath: por qué ganó Luz de luna
El caótico desenlace de la 89a ceremonia de los Premios Oscar (un auténtico papelón para un evento que se transmite en vivo para cientos de millones de espectadores de todo el mundo y es uno de los favoritos en las redes sociales) tapó en buena medida el análisis sobre el significado artístico y político del sorpresivo triunfo de Luz de luna (Moonlight) en la categoría de mejor película.
Tras la fuerte controversia de 2016 que estalló con el hashtag #OscarSoWhite (por la falta de artistas negros en las nominaciones), se sabía que este año iba a haber una reivindicación de la diversidad, la integración y la aceptación. Al fin de cuentas, la corrección política es una de las bases sobre las que se asienta el mundillo de Hollywood. Sin embargo, la favorita de todos (venía de arrasar en los Globo de Oro y en los Bafta británicos) seguía siendo el musical La La Land: Una historia de amor.
Al final de la noche, las cosas fueron muy distintas a como se preveían. Si bien Mahershala Ali (primer actor musulmán premiado en los Oscar justo en tiempos de Donald Trump) y Viola Davis (Fences) ratificaron su favoritismo en las categorías de intérpretes de reparto, una de las principales estrellas afroamericanas como Denzel Washington perdió frente a Casey Affleck en el rubro de mejor actor. El "honor" de la Academia quedó salvado cuando en el último instante de la velada Luz de luna superó en el rubro principal a La La Land, que ya había acumulado seis estatuillas, incluidas las de mejor director para Damien Chazelle y mejor actriz para Emma Stone.
El triunfo de Luz de Luna -una película que apenas sumaba 30.000 espectadores en los cines argentinos hasta anteayer- tiene varias aristas para el análisis. En principio, porque narra en tres episodios (de niño, de adolescente y ya de joven) la historia de un afroamericano de clase baja y con madre soltera en un universo dominado primero por la pobreza y la droga, y luego por la marginación frente a la homosexualidad.
Además, se trató de una producción independiente de sólo 1.500.000 dólares de presupuesto rodada en apenas 24 días y que, por lo tanto, contrastó ante rivales bastante más poderosas, como La llegada (costó 47 millones), Hasta el último hombre (40 millones), La La Land (30 millones), Talentos ocultos (25 millones) o Fences (24 millones). Esta vez, David venció a Goliat para tranquilidad de la comunidad de Hollywood y en lo que terminó siendo toda una declaración de principios.
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