David Lebón: "Aprendí que los errores son genialidades"
David Lebón abanica el ritmo. Balancea la cabeza con los ojos cerrados y una sonrisa elástica en clave de paz. Como si estuviera meditando. En el video de la grabación de "Mundo agradable", la canción de Serú Girán que rescató para su último disco, Lebón & Co, escucha a Ricardo Mollo cantar. Quiero despertar en un mundo agradable, empieza, y se deja llevar por la claridad de esa voz. El último caballero del rock en clima espiritual. Así como en la charla telefónica con LA NACION revista y en sus 67 años de vida, hay picos, derrumbes y al final fluye la calma. Después de cinco décadas de moverse como pieza de ajedrez en la escena del rock nacional, el hombre que se hizo músico para sentirse amado por multitudes, cosecha lo sembrado. Lo cosechado en los premios Gardel, con media docena de estatuillas y el emblemático Gardel de Oro, confirman lo que siempre supo. No es solo él quien tuvo la suerte de tocar con leyendas, como Pappo, Spinetta o García; ellos también tuvieron la suerte de contar con un talentoso multiinstrumentista. Baterista, bajista, guitarrista, cantante y compositor, Lebón todo lo abarca con la precisión de sus manos y su imaginación migrante. Vivió en Estados Unidos. Se crió en Miami de los ocho a los diecisiete años. ¿Cómo nació su amor por la música? De la mejor manera. A los doce años vio a los Beatles en vivo en el Shea Stadium, de Nueva York, y quiso ser uno de ellos.
-¿Tu madre fue fundamental como impulsora de tu carrera?
-Mi madre me ayudó mucho. En esa época, en Estados Unidos, tenías que tocar escondido y cortarte el pelo. Ella escuchó a los Beatles y le encantaron. Yo me volví loco. Le decía: "Mamá, yo quiero ser eso". No quería estudiar matemáticas porque para mí dos y dos eran veintidós. Ella me acompañó a Buenos Aires. La última vez que la vi me dijo: "Vos quedate acá; en Estados Unidos ya hay muchas bandas famosas y te va a costar entrar en el ambiente". Me dio una lección y fue tal cual.
-¿Qué significaban para vos los Beatles a los doce años?
-Lo mismo que ahora. Qué lástima que no estén en este momento. Los necesitamos muchísimo. Porque no hay inspiración, pero no porque no exista. La inspiración está dentro de uno y muere por salir. Como muere por salir un abrazo a tu novio. Estás hablando con un hombre de casi 68 años que pasó por muchas cosas. Hay personas que no vivieron ni un centímetro de lo que viví: las cosas que vi y que estudié.
-Aprendiste a tocar la guitarra siguiendo los solos de George Harrison...
-Sí, al tocadisco lo ponía en dieciséis [de velocidad] para que fuera lento. Para mí, fue un placer esa época de estar todo el día tocando. En la escuela, mi mamá me retaba frente a los maestros, y después, en casa, me decía que no me preocupara. Yo te banco, me decía. Me traía un té con leche y ponía "Yesterday" para estar juntos y charlar. La extraño mucho a mi vieja. Pero hay que partir. No queda otra.
-A los diecisiete años, en 1969, llegás a Buenos Aires.
-Me acuerdo porque entonces falleció Jimi Hendrix [murió en septiembre de 1970] y me pegó muy fuerte. Lo tengo tatuado en el brazo. Me lo hice en el noventa y algo. Pero no me preguntes mucho de esa época porque no me acuerdo.
-¿Es cierto que cuando viste el show de Almendra en el Coliseo, en junio del 69, te convenciste de quedarte?
-Sí, me conmovió muchísimo. Y también vi a los Shakers. Fue un alivio verlos cantar temas parecidos a los Beatles.
-Después de cinco décadas en el mundo de la música, ¿cuál es la época que más disfrutaste?
-Con Pescado (Rabioso). Fue cuando más me divertí, más estudié, en el sentido de escuchar a un maestro. Porque Luis (Spinetta) venía y nos explicaba las canciones. Era bellísimo. Era como tener un maestro de poemas. Hacía cinco temas por día, mientras yo me iba a comprar zapatos. Él se mudo conmigo y mi hermana a mi casa. Éramos una familia muy feliz.
-¿Qué aprendiste de Charly García?
-Lo admiro porque es un maestro, un artista con todas las letras. Aprendí que los errores son genialidades. Charly fue muy insistente cuando me propuso ir a Buzios (donde nació la superbanda Serú Girán). Al principio me resistí, pero un día llegó con facturas a casa y me convenció. Además de tener un gran espíritu y de ser buenos amigos, nos encantaba tocar juntos. Eso a la gente le llegaba. Un momento hermoso fue un show en La Rural. Nosotros fuimos sin ninguna expectativa, pero estaba llenísimo. Nunca me lo voy a olvidar.
-Sobre el verano en que conviviste con Pappo, ¿qué recordás?
-Ese verano en Córdoba fue fantástico. Era un tipo divino. Lo que pasa es que él no era de hablar: era de actuar. Si les caías mal o le decías algo que no le gustaba, te daba una piña. Y si te quería, te cuidaba como a un bebé. Una vez un chico le dijo: "Tomá, te doy cinco pesos para que te arregles los dientes". Y Pappo le pegó una piña y le voló los dos dientes delanteros. Y no te podías enojar con él. Fue uno de los tipos más verdaderos en lo que es la televisión. Por ejemplo, cuando fue al programa de Repetto y le dijo a DJ Dero: "Yo toco, vos qué tocás. Por qué no te buscás un trabajo honesto" [risas]. Casi se levanta de la mesa. Era así. Pero tenía un corazón muy grande. Como salía con mi hermana, me tenía que tratar bien. Una vez que no tenía auto para pasarla a buscar, le pidió a un primo que manejaba un coche fúnebre. Fue espectacular.
-Se puede ser feliz sin un mango, dijiste. Te referías a la época en que no tenían batería y te las ingeniaste con un lavarropas y zapatillas.
-Eso fue en el estudio El Cielito con Pescado. Vi un lavarropas en un baño al lado del estudio y empecé a probar golpeándolo. Me saqué una zapatilla y era tipo bombo. Y después arriba del lavarropas le puse un diario para que sonara como un tambor. Quedó una batería súper buena.
-¿Sentís nostalgia por esas épocas?
-Sí, no voy a decir que no. Me emociono mucho todo el tiempo. Veo a un nene con el dedo en la nariz y me emociono.
-¿Sentís que hoy el tiempo es más veloz que nunca?
-Creo que el tiempo es veloz cuando perdés el tiempo. No te das cuenta. Por ejemplo, en el casino. No te vas, no te vas y, cuando te vas, te vas llorando.
-Si la música es el perfume de Dios, como dijiste, ¿qué es la guitarra?
-La guitarra es el puente. Podés parar en cualquier momento con la guitarra y después seguir tocando.
-¿Era tu ambición ser multiinstrumentista y tocar bien cada instrumento?
-Exactamente. Me di cuenta mucho tiempo después de que estaba componiendo temas buenos. Al principio, te considerabas una mierda. Ponías un disco de Led Zeppelin y te querías cortar las venas. Después, vino una época en la que ya me conformé. Estoy contento con lo que hago con la guitarra.
Dice el tercer mejor guitarrista de la Argentina, según el ranking que hizo la revista Rolling Stone en 2012. Claudio Gabis describe su manera de tocar: "David es un clásico. Nunca necesitó desarrollar un estilo muy personal y exótico; siempre fue un guitarrista exacto, que toca lo que tiene que tocar, la nota justa en el momento justo".
-En varias ocasiones contaste que sufrís claustrofobia. ¿Se potencia con este encierro que vivimos?
-Es raro porque hace diez años estoy viviendo una vida nueva. Iba mal, tengo que confesarlo. Me fui para cualquier lado. No sabía qué hacer, de qué vivir. Se me aclaró muy pronto, por suerte, de muy joven. Además, tuve la suerte de estar en grupos muy buenos. Y ellos tuvieron la suerte de tenerme a mí. Siempre estuve alejado de la noche. Me quedaba en casa tocando la viola, grabando, haciendo otras cosas. Nunca me gustó el amor fármaco [risas]. El tipo que se toma media botella de whisky y te empieza a decir cosas increíbles, pero que no va a poder cumplir. Por ahí te quiere regalar una guitarra y después no pasa nada con eso. Estoy acostumbrándome de a poco a esta nueva vida. Es como que te caigas al agua y tengas que aprender a nadar vos solo. Sin ningún ayudante. Yo me caí al agua. Creo que soy uno de los últimos tipos que se mantiene en la línea de pensar: esto va a estar bien, mucho mejor de lo que nos imaginamos. Yo sigo agarrado a esa pequeña ramita que queda.
-"Mundo agradable" tiene ese aire de esperanza que resuena en este momento de incertidumbre… .
-Es que va a ser así. Claro que si me echan a jugar solo contra un equipo de veinte… Por suerte, en mi banda somos muy parecidos. Queremos estar tranquilos y en paz. A la vez, todos somos rock.
-Calamaro [que cantó "Parado en el medio de la vida" para David & Co] escribió hace poco en Twitter que te agradece por ser una inspiración. ¿Cómo recibís esos elogios y ese lugar en el que te ponen?
-Lo acepto. A veces te dicen que el bajo estuvo un poco mal y también lo tomo. O un día estoy un poco afónico y me dicen que no tengo la voz de antes.
-Hiciste un entrenamiento vocal para recuperarla..
-Vos no sabés el entrenamiento que tuve que hacer después de doce años de estar en Mendoza. Me agarró Patricia [Oviedo, su mujer y productora] y me salvó la vida. Dios me mandó un angelito. Sin ella, no podría hacer absolutamente nada. Me cuida en todos los aspectos. Vengo de otra época en la que había empujones, había bifes: hola y ¡pum! Era la época Firestone.
Patricia lo sigue de cerca. Está atenta a la charla y, luego, toma el mando para aclarar varios puntos. Por ejemplo, para confirmar el recital vía streaming que dará el 26 de septiembre en el estadio Movistar Arena. "Es mucho lo que él dice, ¿no?", pregunta Patricia, y se ríe. "Es difícil convivir y trabajar, pero se nos dio naturalmente. Él venía de un mundo muy turbulento, de muchos vicios. Eso era lo peor. Pero se salvó porque él quiso. Si uno no quiere salir, no hay caso. Él es puro amor. Tiene que ver con su conducta en la vida. Por amor, puede dejar de brillar sin ningún ego. Si vos estás al lado y siente que vos necesitás ese foco en tu cabeza, se corre a un costado. Tiene que ver con la seguridad. Si vos sabés quién sos, no hace falta decírselo a todo el mundo", dice Patricia.
"Todos los de sesenta y setenta de edad nos respetamos mucho -dice Lebón-. Es gente maravillosa, porque ya sabe, ya vivió y es más humilde. Ya no hay peleas, no hay celos".
-Ya se fueron muchos de mis amigos y me dejaron solo, dijiste alguna vez. ¿A quiénes extrañás?
-Sí, al principio lo dije porque se fueron Diego Rapoport, Beto Satragni, Oscar Moro, Luis [Spinetta]... Y me estoy olvidando de un montón de gente que se fue. Cacho Castaña, Sandro. Eran amigos. Gente que conocí en giras. Quedamos pocos de la época en que salió Almendra y Manal, cuando arrancó el rock en Argentina.
-¿Cuál es la fórmula para mantenerse vigente?
-Les aconsejaría a todos los nuevos que se consigan una Patricia. Vos necesitás que te abracen y te den amor. Creo en ella y, al creer en ella, soy bueno.
-¿Es tu momento de cosechar lo sembrado?
-Todo lo que sea lindo lo acepto.
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