Vuelven los Talleres Coreográficos del Teatro Colón con dos nuevas creaciones
Algo más que un laboratorio de creación significan los Talleres Coreográficos del Teatro Colón para los integrantes del Ballet Estable. Es más que eso porque quienes tienen la avidez por la creación encuentran a disposición las herramientas del Centro de Experimentación (CETC), el tiempo físico y un elenco profesional y dúctil para probar una idea que, finalmente, se exhibe al público. Es, asimismo, un ámbito en el que estos bailarines se pueden correr del lenguaje clásico, explorar otras técnicas y expandirse artísticamente más allá del repertorio y la tradición de la compañía.
Con mejor y peor suerte, los Talleres Coreográficos encontraron con los años un lugar en las programaciones artísticas del organismo oficial. Esta temporada regresan después de un impasse con tres funciones esta semana: martes, miércoles y jueves. Con Alejandro Cervera como curador, dos bailarines de la compañía oficial estrenan montajes propios elaborados en este marco.
Por un lado, de Emanuel Abruzzo –que ya hecho explícita su faceta de coreógrafo en trabajos anteriores– se verá Vidrios rotos, con música de Phillip Glass y una decena de intérpretes, entre bailarines de la casa e invitados. Está inspirada en el arte japonés de recomponer aquello que se ha roto: el "kintsukuroi" repara los objetos fracturados con una mezcla de resina y polvo de oro para dejar a la vista las fisuras como rastro de belleza en la transformación. "La obra habla sobre los diferentes quiebres que experimentamos y los recursos que elegimos para arreglar esas situaciones", cuenta Abruzzo, que después de una seguidilla de lesiones que sufrió en el último tiempo concluyó que "todos tenemos cicatrices que tenemos que exponer, porque justamente debido a esos quiebres somos quienes somos".
Natalia Pelayo, por su parte, cuenta a LA NACION que Alfonsina parte de su personal afición por la poesía de mujeres latinoamericanas, y de Storni en particular. "Regresa aquí desde el mar de una manera más bien espectral, vuelve sobre sus pasos, sus huellas y sus pensamientos. Tengo una conexión con su obra desde chica y en un momento llegó a mis manos un libro con el que descubrí a una mujer comprometida con la causa feminista. Era una adelantada para su época. Así que un poco su historia (está también la fuerza vital, la melancolía, el desamor) se recrea en esta Alfonsina de la forma más justa posible". Pelayo, que además de autora es intérprete de este trabajo que actúa y baila junto con su compañero del Estable Nahuel Prozzi, encausó este proceso de creación con el italiano Fabrizio Coppo, primero de forma presencial y luego a la distancia. Juntos concibieron este dúo con música de Ariel Ramírez, Arvo Part y John Cage. Los guía una voz que nunca se apagó.
Las entradas para las tres funciones de los Talleres Coreográficos (martes, miércoles y jueves, a las 20) se entregarán hoy, de 9 a 17, en Tucumán 1171, hasta agotar la capacidad de la sala.
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