Una celebración de la danza que se expresa en todos sus idiomas
No hay más ocasiones en el año que se reúnan en un mismo escenario compañías argentinas tan distintas que hacen de la danza una pasión profesional. Grupos que hablan todos los "idiomas" en su baile: del folklore al flamenco, del tango al jazz, y por supuesto del clásico al contemporáneo. Tampoco existe otra cita que, también del otro lado, en la platea, logre convocar (e interesar) a tan completa gama de representantes de una misma comunidad artística: figuras, bailarines, coreógrafos, maestros, alumnos, público.
Con el tono celebratorio de siempre, ayer, el Consejo Argentino de la Danza (CAD) presentó su Gala por el Día de la Danza, conmemoración que por un lado conlleva la formalidad que pareciera exigir en todo el mundo una declaración de la Unesco –lectura de discursos incluida– y, luego, el color que define a toda fiesta. En este caso, también, la del cumpleaños del CAD, en el 40 aniversario desde su creación.
Como es habitual en la estructura del programa que con esfuerzo y dedicación arma Beatriz Durante, directora de la institución, el espectáculo da lugar a los diferentes lenguajes de la danza. Anoche en el Teatro Astral rompió el hielo con el primer paso el Ballet Brandsen, con sus sombreros de cuero, ponchos y ponchitos típicos de Tarabuqueños. Tarabuco, al este de la ciudad de Sucre, en Bolivia, inspira este baile del antiplano que en nombre del folklore y en el cuerpo de una veintena de intérpretes dirigidos por Mabel Pimentel y Oscar Murillo dio por inaugurada la función.
Le siguió la Compañía de Tango de Leonardo Cuello, un crédito habitual de estas galas; esta vez con una propuesta nocturna y elegante, en tres parejas, claro fragmento de un todo que lamentablemente no se puede encontrar hoy en cartel, el espectáculo Inside Tango.
Sibila, nombre propio del flamenco en Buenos Aires, y su Ballet Al-Andalus, puso a ocho mujeres de negro total, con palmas y bastones, martinetes y seguiriyas, a interpretar bailes populares y olé.
Otra ya tradicional agrupación porteña para la que parece no pasar el tiempo, el Modern Jazz Ballet de Noemí Coelho y Rodolfo Olguín, puso literalmente el Alma en sobre el escenario.
A continuación, y sin proponérselo, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín marcó todos los contrastes posibles: el peso que tiene una coreografía con la firma de autora como la de Ana María Stekelman, la excelencia de los intérpretes, el rol clave que puede jugar un vestuario (Renata Schussheim), la solvencia con la que el conjunto muda su piel y cambia de lenguaje de un espectáculo a otro. Aquí, ya en el primer segundo cuando suena, inconfundible, Bolero, el público en general firma su contrato (algunos, se los oye, evocan a Jorge Donn). Y también vuelven a dar el sí los balletómanos y fieles habitués de la compañía, que aun conociendo que este Bolero es otro (y el mismo a la vez), y sin el efecto sorpresa, se suben al infalible crescendo que marcan los pasos, los zapateos, los bailes de a dos, la marcha grupal. Y deviene el aplauso.
La pareja de Camila Bocca y Maximiliano Iglesias con la que el Ballet Estable del Teatro Colón participó de esta gala del CAD viene a compartir con una audiencia más amplia que la habitual uno de los ejes que la dirección que Paloma Herrera viene transitando el último año largo: la formación de nuevas figuras de la casa. Con la obra todavía "fresca" en el cuerpo por su exitoso y reciente paso por el gran coliseo argentino el mes pasado, Bocca-Iglesias trajeron el pas de deux del segundo acto de El Corsario.
Que un multitudinario ballet folklórico cierre la celebración es casi un sello a esta altura. En esta ocasión el derroche de color corrió por cuenta del ballet Prosvita, con la popular danza de Ucrania Hopak: en suma, 18 parejas que parecieron ampliar los límites del escenario con su despliegue vivo. Ellos con una rutina de saltos altos, pero también de los otros, tan típicos y acuclillados, ellas en sus giros y coreografías de conjunto de contagiosa simpatía, le corrieron el telón a la noche, y lo volvieron a abrir para un bis de grandes éxitos que dejó a todos con el sabor de un buen banquete.
"En tu cuerpo llevas las danzas que te salvarán", resuena la voz de Marianela Boán, artista cubana responsable de enviarle al mundo un mensaje por elDía de la Danza, el pasado 29 de abril. "Danzar es el gran antídoto para la locura de la humanidad".
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