Un rescate virtual de la gran maestra de bailarines y coreógrafos argentinos
Una performance recoge el legado de Renate Schottelius
"A veces ella me pedía música rapsodiada, con grandes contrastes dinámicos", cuenta al público el pianista Aníbal Zorrilla para explicar el temple con el que, desde su instrumento, musicalizaba una clase de Renate Schottelius. Sentado al piano, el músico evoca cómo la acompañó con regularidad en los últimos años. Esas lecciones dejaron una fuerte marca en varias generaciones de bailarines y coreógrafos argentinos. Parte del bagaje insoslayable de la gran maestra alemana se recoge en este Renate virtual y sus actuales, suerte de ferviente "conferencia performática audiovisual" concebida por Susana Szperling, que se ofreció en el pasado fin de semana en el Centro de la Memoria Haroldo Conti y que se reiterará en diciembre en el Centro 25 de Mayo.
Una de quienes fueron sus discípulas asegura: "En las clases de Renate realmente se bailaba"; lo afirma Ana María Stekelman, proyectada en una de las tres pantallas que circunscriben el fondo del espacio escénico. Desde otra pantalla, como si se entablara un diálogo, le responde Oscar Araiz, uno de los primeros que recibieron las enseñanzas de esta pionera de la danza actual, refiriéndose a su faceta de coreógrafa: "Paisaje de gritos era una obra ríspida, oscura; trabajó simultáneamente con dos repartos que al final se reunían, separados por un tul". Se trata de una de las creaciones de Schottelius que, junto con Estamos solos y Recordad: el amor, trasuntan su estilo de "danza de expresión", heredero de Mary Wigman y del expresionismo alemán, pero también de la danza "americana", porque se desarrolló en la Compañía de Myriam Winslow y luego trabajó con frecuencia en los Estados Unidos.
En la pantalla del fondo un video en blanco y negro deja ver la puesta original de Paisaje de gritos, de 1981, mientras tres bailarines actuales, en primer plano, reproducen en vivo algunos módulos de la misma pieza.
También en pantalla, Diana Theocharidis puntualiza rasgos intrínsecos de los postulados de Schottelius: "No se trataba simplemente de levantar una mano, sino de hacer ascender la energía". Por su parte, otra maestra de hoy, Ana Deutsch, muestra con su propio cuerpo "el significativo rol que, para Renate, jugaba la mirada en el impulso de girar, de elevarse o de descender".
Renate Schottelius (1921-1998) llegó de Alemania en febrero de 1916, sola, con apenas 14 años, poco después del ascenso de Hitler al poder ("Mi madre era judía y en 1935 yo ya no podía dar examen en la Ópera", confió a LA NACIÓN en los años 90). La recopilación de Susana Szperling recupera y actualiza su figura -incluso en la vida cotidiana, caminando por la calle- en una performing que destila un clima ceremonial, porque convoca en una estrecha comunión a quienes la conocieron, pero que además ilustra acerca de su legado a las generaciones actuales.
En la última década del siglo pasado, la renovación y el furor que habían generado las otrora renovadoras expresiones de Jooss, Humphrey, Wigman, Horst y otros (las que sustentaban la formación de Schottelius) ya no gravitaban con el mismo vigor con el que habían transformado la danza, y la gran maestra alemana lo percibía, con pesar. "Algo muy importante que puede ocurrirle a uno -confió Renate a este crítico con su aire adusto y meditativo, cuando ya tenía 72 años- es esto de ayudar a la formación de los que vienen, de los que continuarán reivindicando la danza en la que creemos, aunque hoy no goce de la misma atención que mereció años atrás. Pero eso es tema para otro diálogo."
"A veces ella me pedía música rapsodiada, con grandes contrastes dinámicos", cuenta al público el pianista Aníbal Zorrilla para explicar el temple con el que, desde su instrumento, musicalizaba una clase de Renate Schottelius. Sentado al piano, el músico evoca cómo la acompañó con regularidad en los últimos años. Esas lecciones dejaron una fuerte marca en varias generaciones de bailarines y coreógrafos argentinos. Parte del bagaje insoslayable de la gran maestra alemana se recoge en Renate virtual y sus actuales, suerte de ferviente "conferencia performática audiovisual" concebida por Susana Szperling, que se ofreció el mes pasado en el Centro de la Memoria Haroldo Conti y que regresa este fin de semana en el Centro 25 de Mayo.
Una de quienes fueron sus discípulas asegura: "En las clases de Renate realmente se bailaba". Lo afirma Ana María Stekelman, proyectada en una de las tres pantallas que circunscriben el fondo del espacio escénico. Desde otra pantalla, como si se entablara un diálogo, le responde Oscar Araiz, uno de los primeros que recibieron las enseñanzas de esta pionera de la danza actual, refiriéndose a su faceta de coreógrafa: "Paisaje de gritos era una obra ríspida, oscura; trabajó simultáneamente con dos repartos que al final se reunían, separados por un tul". Se trata de una de las creaciones de Schottelius que, junto con Estamos solos y Recordad: el amor, trasuntan su estilo de "danza de expresión", heredero de Mary Wigman y del expresionismo alemán, pero también de la danza "americana", porque se desarrolló en la Compañía de Myriam Winslow y, luego, trabajó con frecuencia en los Estados Unidos.
En la pantalla del fondo un video en blanco y negro deja ver la puesta original de Paisaje de gritos, de 1981, mientras tres bailarines actuales, en primer plano, reproducen en vivo algunos módulos de la misma pieza.
También en pantalla, Diana Theocharidis puntualiza rasgos intrínsecos de los postulados de Schottelius: "No se trataba simplemente de levantar una mano, sino de hacer ascender la energía". Por su parte, otra maestra de hoy, Ana Deutsch, muestra con su propio cuerpo "el significativo rol que, para Renate, jugaba la mirada en el impulso de girar, de elevarse o de descender".
Renate Schottelius (1921-1998) llegó de Alemania en febrero de 1916, sola, con apenas 14 años, poco después del ascenso de Hitler al poder ("mi madre era judía y en 1935 yo ya no podía dar examen en la Ópera", confió a LA NACION en los años 90). La recopilación de Susana Szperling recupera y actualiza su figura -incluso en la vida cotidiana, caminando por la calle- en una performance que destila un clima ceremonial, porque convoca en una estrecha comunión a quienes la conocieron, pero que además ilustra acerca de su legado a las generaciones actuales.
En la última década del siglo pasado, la renovación y el furor que habían generado las otrora renovadoras expresiones de Jooss, Humphrey, Wigman, Horst y otros (las que sustentaban la formación de Schottelius) ya no gravitaban con el mismo vigor con el que habían transformado la danza, y la gran maestra alemana lo percibía, con pesar. "Algo muy importante que puede ocurrirle a uno -confió Renate con su aire adusto y meditativo, cuando ya tenía 72 años- es esto de ayudar a la formación de los que vienen, de los que continuarán reivindicando la danza en la que creemos, aunque hoy no goce de la misma atención que mereció años atrás. Pero eso es tema para otro diálogo."
Para agendar
- Renate virtual y sus actuales.
- Viernes 15 y sábado 16, a las 19, en la Sala Redonda.
- Teatro 25 de Mayo, Av. Triunvirato 444. Entrada $ 100.
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