Trisha Brown: adiós a un emblema de la danza
A los 80 años, el sábado falleció Trisha Brown, la gran bailarina, coreógrafa y teórica de la danza posmoderna norteamericana. Desde 2011 padecía un largo proceso degenerativo, que se agravó con un accidente vascular. En 2013 dejó la dirección de la compañía que lleva su nombre. Su muerte fue anunciada ayer.
Había nacido en el estado de Washington, en 1936. De joven se trasladó a California, en donde estudió y se tituló en el Mills College, donde adquirió una variedad de estilos que iban desde el ballet, la acrobacia y el modern jazz hasta las técnicas de Martha Graham y José Limón. En Nueva York estudió con Merce Cunningham y en el atelier de Robert Ellis Dunn, donde adquirió los principios de John Cage sobre la indeterminación y la constante interrogación alrededor del proceso creativo. En las décadas del 60 y 70 fue el pivote que rompió esquemas cuando esta corriente florecía en la Judson Memorial Church neoyorquina.
A contrapelo de otras personalidades de la danza contemporánea, nunca vino a Buenos Aires. A lo sumo, en la segunda edición del FIBA, llegó una obra suya. "Cuando asistí a una conferencia de John Cage, mis conceptos variaron. Desde entonces me he convertido en una investigadora, en el mal sentido de la palabra. No ceso de preguntarme cuál es el gesto apropiado; no hago lo que hace otra gente. Sólo me pregunto qué es o qué debería ser", dijo en una nota publicada en LA NACION como anticipo del solo If you couldn't see me.
Lejos de las convenciones de la rígida arquitectura teatral, llevó su arte a terrazas, galerías, museos y otros espacios urbanos. Con su compañía, fundada en 1970, viajó por todos los escenarios del mundo. En Set and Reset hizo alianza con los artistas Laurie Anderson y Robert Rauschenberg. Como intérprete de Carmen fue dirigida por Lina Wertmüller. En 1996 bailó un dúo con Mijail Barishnikov. El cruce con otros artistas de diversas disciplinas fue una de sus tantas marcas.
En 2011, el Centro Barbican, de Londres, reunió a tres pioneros de las vanguardias de los setenta: Laurie Anderson, Gordon Matta-Clark y ella. En esa oportunidad presentó Walking on the Wall, en la que los bailarines estaban colgados del techo, y Planes, en la que los ejecutantes trepaban por una pared sobre la que se proyectaban imágenes aéreas de Nueva York.
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