Termina Instalar Danza: últimas funciones de un programa estimulante, con gesto erótico, estético y sensible
Hasta el sábado continúa la quinta edición de las residencias artísticas de la Fundación Cazadores, que cerrará una función especial de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea; del lienzo en blanco a una montaña de tierra, el escenario puede ser también suelo de amores y derrumbes para dos samuráis
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Termina este sábado la quinta edición del ciclo Instalar Danza en la Fundación Cazadores de Chacarita, con un deseo: que estas obras se “instalen” en la cartelera y haga, cada cual por su camino, su propia temporada. Sería la ley de la naturaleza (y de los escenarios), como el chico que puede ya caminar solo, habiendo soltado la mano de los mayores que lo acompañaron en los primeros pasos. Este valioso espacio de residencias artísticas impulsa a creadores de la danza contemporánea para explorar y crear una nueva pieza y ofrece, finalmente, la plataforma para mostrarla.
Este año, con curaduría de Maricel Álvarez, fueron tres los artistas convocados para trabajar: Andrés Molina, Eugenia Roces y el colectivo conformado por Ramiro Cortez, Federico Fontán y Julieta Ciochi, le pusieron proa a Primer boceto, Tierra de roces y Máquina drama, respectivamente, contando con Victoria Alcala como dramaturgista y Leila Tschopp en calidad de asesora para el desarrollo de las propuestas espaciales de cada proyecto (la artista visual inaugurará el martes 26 su exposición Pintura inhumana, en Arthaus).
Interpretada por Diana Szeinblum y con música en vivo de Ismael Pinkler, Primer boceto gira en torno a la investigación sobre cómo el cuerpo en movimiento y el sonido convergen inspirados en los principios de la pintura y el dibujo. En este sentido, el escenario se concibe como un lienzo en blanco. Entre sus créditos como coreógrafo, Molina anota Categoría Mosquitos, Petróleo, Aire de Montaña y Bailan las almas en llantas. Mañana, a las 20, presentará su última función en el marco de este ciclo.
Tierra de roces, dirigida e interpretada por la santafesina Eugenia Roces, es un trabajo performático para un cuerpo en la acción de construir un paisaje con el material tierra. Fertilidad, propiedad, fundación, conquista, mapa, territorio son algunos de los temas atraviesan esas acciones. Ya en la foto fija no se sabe si es el cuerpo que construye al paisaje o viceversa. El texto del programa destaca además que “la pieza indaga la posibilidad de revertir ciertas prácticas de poder o de posesión de los cuerpos sobre la tierra y transformarlas en un gesto erótico, estético y sensible”, gesto que por la suma de factores que enumera podría ser el punto de hilván entre todas las propuestas. Se presentará este viernes 22, también a las 20.
En tanto, Máquina drama, de Ramiro Cortez, Federico Fontán y Julieta Ciochi, confirma diez años después de Los cuerpos la química del tándem Fontán-Cortez. Este es uno de esos trabajos que deliberadamente pretender poner todo a la vista del público (llamemos a ese “todo”, entonces, la “máquina”): desde el movimiento de la escenografía -unas chapas que doblan en altura a los intérpretes que las manipulan- hasta los trucos de maquillaje y el cambio de vestuario. Los bailarines ofician así como músicos, ambientadores, utileros, iluminadores de sus propios cuadros. Vestirse, desvestirse, travestirse; encender, apagar, desconectar. Nada se guarda a los ojos del espectador. Ese recurso propicia el humor, contrapunto con el “drama” que toma cuerpo (y a los cuerpos) “dentro” del espacio escénico. En ese cuadrilátero, el dúo puede apelar al arte del samurai, implacable y de buen pulso, que recorre lentamente una silueta desnuda con el filo de su katana, o resistir el embate de las chapas que caen en loop con el atronador efecto de un derrumbe. Pero también hay lugar para los gestos sutiles y nada estruendosos, los que se despliegan con la danza pura. En palabras de los propios artistas, que evocan aquí el universo del animé, lo melancólico, historias de amor y derrota, “existe una tensión entre la emoción y un sistema que fabrica ilusiones. Estas ilusiones no intentan engañar al espectador sino al mismo que las construye: son una forma de protegerse de lo desconocido”. Como parte del proceso de investigación que devino en esta obra, Cortez, Fontán y Ciochi se preguntaron: “¿Puede el espectador armar relatos sin una maquinaria escénica que opere sobre la percepción, las ilusiones y sus ausencias?” ¿Puede?
La última función de Máquina drama será este sábado, a las 20, pero antes, como parte de las actividades públicas, abiertas a la comunidad y con entrada gratuita, se presentará la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, que dirigen Gustavo Lesgart y Marina Giancaspro. A modo de epígrafe de lo que será esta función, en sus redes sociales la CNDC adopta un cita del profeta Isaías, que dice: “Ensancha el espacio de tu tienda y despliega en ella tus alfombras porque has de moverte en todas las direcciones”. Estimulante invitación. Hay que anotarse.
Para agendar
Instalar Danza V. Jueves, viernes y sábado, en Fundación Cazadores, Villarroel 1438. Entradas, $ 6000, con consumición. Luego de las últimas funciones, habrá charlas abiertas de los artistas con el público. Además, en el marco de las actividades gratuitas, con inscripción previa, este sábado, a las 17.30, habrá una función especial de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.
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